«Espero que le haya tocado a algún vecino de los que vienen todas las semanas»

Podría haber sido una mañana cualquiera en la céntrica calle Juan Arana de Irun de no ser por ese cartel que atraía las miradas de todos los viandantes: 'Gran premio vendido aquí'. Las casi siete cifras de ese gran premio son como para llamar la atención: 920.666 euros, rozando el millón, para un único acertante que selló su boleto de la Bonoloto con seis aciertos en el estanco de Javier Manterola. «Me he enterado a través la gente. 'Habéis dado un premio gordo', me decían...», contaba en euskera el propietario.

Javier Manterola no tiene ni idea de quién ha podido ser el afortunado, pero espera que «haya sido algún vecino del barrio, de los que vienen todas las semanas», afirmaba. Lo más habitual en estos casos es que la identidad no trascienda: el dueño del estanco recordaba que «hace un par de años dimos un premio de millón y pico de euros y, a día de hoy, seguimos sin saber a quién le tocó». En los últimos tres años este estanco ha repartido «dos premios gordos», algo que «no suele ser habitual en un sitio tan pequeño». Javier Manterola aseguraba que siempre es «una alegría» el haber validado un boleto premiado con una cantidad tan alta, «aunque no me haya tocado a mí», comentaba entre risas.

Esos clientes habituales entre los que Javier Manterola r espera que se encuentre el afortunado descubrían la noticia al fijarse en ese gran cartel que lucía ayer el escaparate. Así le ocurría a Luisi, vecina de esta calle de Irun, que acudía ayer por la mañana a comprobar sus propios boletos.«Pero esta vez no he tenido suerte. Aquí», decía, señalando el escaparate del estanco, «ya han caído premios importantes alguna otra vez. Hace tres o cuatro años tocó un premio majo», recordaba. Luisi es de esas clientas que pasan por el establecimiento de Javier Manterola «una vez a la semana. Lo hago por costumbre, no porque hayan repartido premios. Aunque esta vez no me haya tocado a mi, espero que haya sido a alguien del barrio», señalaba también esta vecina.

El propietario explicaba que, cuando se reparte un premio gordo, los días posteriores se suele notar una mayor afluencia de clientes. «Pero solo los primeros días. Luego la cosa se calma y vuelve la normalidad». En cualquier caso, queda la satisfacción de haber repartido otro gran premio más.