Los pueblos ribereños en las orillas

Los discursos pronunciados en el acto celebrado con motivo de la finalización de la jurisdicción española sobre los 213 arbolados metros de la que también es llamada 'Isla de la Paz' hicieron hincapié en que probablemente ese condominio (el más pequeño del mundo) haya sido el germen de la Europa unida, solidaria y en paz que hoy conocemos. O con la que seguimos soñando.

El Comandante Naval de San Sebastián, el capitán de fragata Isidoro Junguito Carrión, recordó cómo en un periodo especialmente azaroso y bélico entre las dos naciones ribereñas del Bidasoa, Francia y España firmaron un tratado de paz sin precedentes, el llamado 'De los Pirineos'. Sucedía en 1659. Lo rubricaban Luis de Haro, representante de Felipe IV de España, y el cardenal Mazarino, en nombre del rey Francia. El acuerdo entre países se ratificaría con la boda entre Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria, cuya dote se fijó en medio millón de escudos. La infanta sería entregada, precisamente, en la isla, tras haber pasado la noche en Hondarribia, en el palacio que es hoy parador. Los esponsales se celebraron unos días después en San Juan de Luz. En presencia de Velázquez, D'Artagnan y Cyrano de Bergerac.

La comitiva del embajador plenipotenciario llegó a Fuenterrabía y la del cardenal, a la villa marinera de Lapurdi. Había que hallar un punto neutral para el encuentro. Neutral y que no obligase a ninguno de los cortejos a cruzar la frontera. Se eligió ese islote y tras 20 encuentros continuados se firmaron 124 puntos y se constituyó ese pedazo de tierra como símbolo de un contrato entre países, contrato que incluía hasta asuntos específicos de derecho marítimo internacional. Era símbolo de una paz duradera.

Dos virreyes tendría la isla. Uno español, el otro francés. 'Gobernarían' esos 6820 metros cuadros por periodos de seis meses. Isidoro Junguito Carrión, llegado a la Comandancia de San Sebastián el 28 de junio como relevo de Luis Garat, terminó su jurisdicción el Día de San Ignacio. Jurisdicción que pasa a manos de Christophe Merit, delegado del Mar y el Litoral del Departamento de los Pirineos Atlánticos. Cuando la cumbre del G7 tenga lugar en Biarritz del 24 al 26 de agosto será él quien detente el poder, la vigilancia y el cuidado de una isla que hace algún milenio se llamó 'Pausu' y en la que no hubo ni hay faisanes, sino una continuada deformación de dicho nombre. En euskara viejo se la conoce por 'Konpantzia', derivación de 'Conferencia'.

Desde ayer la zodiac de la Ayudantía Naval del Bidasoa, refuerzo de la Comandancia de San Sebastián, dejará de patrullar con zodiac por las aguas que rodean la isla. La Ayudantía, organización de la Marina presente en comandancias con fronteras con otros países o islas en su jurisdicción, tiene por misión evitar actos vandálicos e impedir las acampadas. Pero no las visitas de piragüistas o nadadores. Ni las que cada cierto tiempo organiza la oficina de turismo de Hendaya con salida del parking de la École des Joncaux y reservas en el 33 5 59 20 00 34.

Siempre aprovechando la pleamar. En bajamar, la navegación se vuelve imposible. Y el fondeo aún más. Dirigida la Ayudantía por el capitán de corbeta Juan Guerrero, durante los próximos 180 día otros asumirán su labor. El miércoles, con la arriada de la bandera, el recuerdo a los militares caídos desde aquel 1659, tras la Guerra de los 30 Años, y la interpretación por primera vez del himno de la isla, obra del profesor de la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra Juan Flaquer, este condominio (Tánger lo fue, Maastricht también. Y Sudán) pasó a manos francesas. Bajo la mirada de los vecinos de los pueblos cercanos: Biriatou, Behobia, Hendaya, Irún. únicos, por cierto, que tienen derecho a pescar en el Bidasoa, con licencias expedidas por la Ayudantía.

Entre plátanos, acacias, pinos, algún arce, roble y laurel, la banda del Tercio Viejo de Sicilia entonó otro himno, 'La muerte no es el final'. Al fondo, el bramido del intenso tráfico que se dirigía a la intersección fronteriza de bares, estancos y licorerías. Todo sucedía alrededor del monolito que recuerda cómo en 1860 Napoleón III y la reina Isabel II asumieron la rehabilitación del condominio muy dañado por la acción de las mareas y, quizás, por el abandono.

Sucedía en presencia del cónsul de España en Bayona, Álvaro Alabart, del Subdelegado de Defensa en Gipuzkoa, coronel Ferradas, y de otras autoridades militares y civiles; en presencia de historiadores como Daniel Bartolomé. Y de agentes sociales de los pueblos ribereños que llegaron a la isla en zodiacs rápidas de la Guardia Civil del Mar tras haber embarcado en los pantalanes del club Santiagotarrak.

Germen de Europa. Lugar desconocido para muchos. Isla de los Faisanes sin faisanes, lugar de encuentro de países. Hoy la rige Francia.