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Miguel Martín: «Aquí recomendamos, me niego a que sea un lugar de entrar, tocar y llevar» PDF Imprimir E-mail
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Domingo, 20 de Septiembre de 2020 20:54

Noticia publicada en Diario Vasco,el domingo día 20 de Septiembre de 2020.

 

Miguel Martín: «Aquí recomendamos, me niego a que sea un lugar de entrar, tocar y llevar»

A Miguel nunca le han dado miedo los cambios, por eso lleva ocho años al frente de la Mercería Dori. / F. DE LA HERA
A Miguel nunca le han dado miedo los cambios, por eso lleva ocho años al frente de la Mercería Dori. / F. DE LA HERA

Lleva ocho años entre lanas, biseles, botones y demás productos porque a Miguel no se le resiste nada y sabe reinventarse

YLENIA BENITODomingo, 20 septiembre 2020, 11:36

Hay un poema de Antonio Machado que últimamente recuerdo mucho. Empieza así: «sabe esperar, aguarda que la marea fluya». Tal vez ese sea nuestro problema. No saber esperar. No dejar que la marea fluya. También dice Machado que «caminante, no hay camino; se hace camino al andar». Miguel camina, pero también deja que la marea fluya. Como pocos ha navegado, ha hecho camino al andar y reivindica, ahora, con un oficio de los de toda la vida, el arte de saber esperar. El valorar los pequeños detalles. La calidad frente a la cantidad. La atención personalizada frente a los fríos clics del ordenador. Miguel es un auténtico caminante de la vida y ahora está haciendo camino en Mercería Dori. También dice Machado que «al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar». Hoy, con permiso de don Antonio, la pisamos.

–Te lo habrán preguntado alguna vez, ¿quién es Dori?

–(Risas) Pues Dori era la antigua dueña. Estuvo casi tres décadas aquí y pensé que, aunque dentro ahora todo sea muy diferente, era una buena idea mantener su nombre.

–¿Hace cuánto cogiste el testigo de Dori, entonces?

–El próximo 1 de octubre hará ocho años...

–¿Puedo preguntar por qué decides hacerte cargo de la Mercería Dori?

–Claro, pero eso debería contártelo Laura, mi mujer. Fue idea suya. Ella trabajaba en una farmacia que cambió de dueños, en un impás que estuvo sin trabajar, vio el cartel de traspaso en la mercería. A ella siempre le han gustado estas cosas y se le ocurrió que podríamos hacernos cargo, pero...

–¿Qué pasó?

–Le ofrecieron trabajo en otra farmacia. En ese momento, yo le puse una condición: yo me hacía cargo de la mercería si ella aceptaba el trabajo en la farmacia. Aceptó y aquí estoy ocho años después.

–¿No existe carrera de responsable en una mercería, pero sabías algo de este mundo lleno de biseles, botones o medias?

–¡Nada! Yo en realidad soy maestro, pero a lo largo de mi vida he tenido muchos trabajos diferentes.

–¿Cómo cuáles?

–Además de haber dado clase muchos años, también he trabajado en un banco mucho tiempo.

–¿También eres un hombre de números?

–Durante un tiempo lo fui, pero a mí de verdad lo que me gustan son las letras. ¿Sabes cuál ha sido el trabajo que más he disfrutado?

–Cuenta...

–Los seis meses que estuve en el Archivo Municipal de Irun entre libros de actas del 1600 en adelante. ¡Qué gozada! Todo el día entre libros y solo. Fíjate, le pedía al jefe: «por favor, no me hagas salir». Yo no quería parar ni a tomar un café. Fueron seis meses estupendos. Disfruté muchísimo.

–Del 1600 a una mercería en el siglo XXI. ¡Vaya cambio!

–Sí, pero nunca he tenido miedo a los cambios. «Renovarse o morir» dicen, ¿no?

–¿Cómo fueron los primeros días aquí? ¿Fue una 'renovación' difícil?

–Los primeros días fueron una bomba. Los antiguos dueños estuvieron conmigo, eso fue importante sobre todo para presentarme a la clientela más fiel. Luego, poco a poco hemos ido transformando la mercería y dándole nuestro toque.

–¿Qué cosas has cambiado, Miguel?

–Igual es más fácil decir qué no he cambiado. (Risas) Hemos incidido mucho en diversificar y traer cosas de calidad y de cercanía. En tema labores, mira, tenemos toda una montaña de lanas diferentes. ¿Pijamas? Ahora tenemos para hombre y para mujer. ¿Medias? Ya no hay sota, caballo y rey. Ahora trabajamos con cuatro o cinco casas. En los calcetines de hilo también hemos ampliado la oferta. En la ropa interior, igual. Ya no tenemos solo el Abanderado blanco de toda la vida. Tenemos una casa que lleva más de cien años haciendo ropa interior, es de las mejores. Boinas Elosegui, complementos para el pelo, piquis de hombre...

–¿Piquis?

–Sí, sí. Además, justo el otro día me pasó algo muy curioso. Entró un hombre a pedirme unos piquis que le había recomendado un amigo mientras echaban la partida de cada día. (Risas)

–Las recomendaciones personalizadas no las tiene internet...

–Yo me niego a que esto sea un lugar de entrar, tocar y llevar. No. Todo lo que hay aquí lo hemos elegido nosotros, sabemos su historia, su origen, cómo está hecho y, la mayoría de las veces, lo hemos probado. Mira, ven por aquí, esto tampoco lo tiene internet.

–La trastienda de Mercería Dori...

–Todas estas cajas están llenas de botones y todo tipo de material para hacer arreglos. Aquí cambiamos cremalleras, cursores, hacemos ojales, aquí tengo la troqueladora... Este es mi taller. Al cerrar, aquí siempre hay trabajo. Mira, ahí tengo un telón al que hacerle agujeros. Hoy me tocará quedarme hasta tarde...

–¿Cuántos días se te hace de noche, Miguel?

–¡Todos! Aquí hay trabajo para dos, pero salario para uno. Hay días que no sé qué pienso al salir, pero estoy contento con el trabajo que estamos haciendo. La foto del primer escaparate y del último es muy diferente, también hemos atraído nuevos clientes. Vamos haciendo camino y avanzando.

 
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