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Noticia publicada en Diario Vasco,el viernes día 25 de Septiembre de 2020.

 

«Pueden seguir mis clases con los niños sentados en el sofá de casa»

Después del confinamiento, Emilie ha montado su propio gimnasio virtual en el que sigue dando las mismas clases. / F. DE LA HERA
Después del confinamiento, Emilie ha montado su propio gimnasio virtual en el que sigue dando las mismas clases. /F. DE LA HERA

Es de Hendaya, está en Irun y da clases para el mundo entero desde su gimnasio virtual con Piloxing como novedad

Decía Confucio «elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día». Desconozco si en el temario de la carrera de Derecho estudian al pensador chino, pero Emilie ha seguido su consejo a rajatabla. En clase, entre leyes y artículos eternos, bostezaba cada cinco minutos. Fuera de ahí, en clase de Pilates, las dos horas de teoría o práctica se le hacían cortas. Confucio le susurró, de alguna manera, la solución y abandonó su carrera como abogada o notaria para no tener que trabajar ni un día. Ahora, ella y sus alumnos siguen el consejo de otro sabio, de Bukowski. «Encuentra lo que amas y deja que te mate». Y así, aman el deporte y dejan que Emilie los 'mate' en su gimnasio virtual.

–'Healthy with Emilie', toda una declaración de intenciones...

–(Risas) Sí, es que es lo que pretendo. Aportar salud, por eso lo elegí como nombre de mi pequeño gimnasio virtual.

–Esta pandemia ha traído algunas buenas oportunidades, ¿verdad?

–En mi caso, sí. Yo trabajaba en varios gimnasios antes del confinamiento. Cuando tuvimos que quedarnos en casa, me quedé un poco preocupada... Entonces, empecé a dar algunas clases gratis los sábados por la mañana y a crear un canal de youtube. Mi intención era que mis alumnos pudieran seguir haciendo deporte.

–Pero ahora ya podemos volver al gimnasio...

–Sí, lo sé. Cuando parecía que todo iba a volver a la normalidad, fueron mis alumnos los que me pidieron que hiciera algo de forma que pudieran pagarme. Me dijeron que no les parecía justo estar haciendo tantas clases gratis. Fue entonces cuando me puse a pensar en la web.

–Y así nace 'Healthy with Emilie'?

–Eso es. Ahora, a través de zoom, puedo hacer mis clases en directo tal y como las hacía en los gimnasios. De hecho, hago las mismas clases y en los mismos horarios. Es como tener el gimnasio en tu casa.

–¿No te resulta raro dar clase desde tu salón?

–Al principio, sí. Me parecía un poco frío, pero conforme fuimos haciendo clases, todos nos fuimos sintiendo más cómodos. A través de la plataforma, yo veo a todos los alumnos, hablamos, hacemos bromas, lo pasamos bien... Es como estar en el gimnasio, de verdad.

–¿Puedes exigirles esfuerzo igual?

–¡Claro! Yo pongo la música para motivarles y si tengo que gritar, pues también.

–¿Y tus vecinos?

–(Risas) No les he preguntado, pero nos portamos bien. Hacemos clases en horarios normales. No hay problema.

–¿Te ha servido para conocer gente nueva?

–He tenido la suerte de mantener los mismos alumnos y conocer algunos nuevos, sí. Hacer deporte desde tu casa tiene sus ventajas. Hay gente, por ejemplo, que tiene hijos y no podía organizarse para venir al gimnasio. Ahora, siguen mis clases con los niños sentados en el sofá. (Risas)

–La conciliación también es salud. ¿Y qué deporte ven esos niños desde el sofá?

–Doy clases de Piloxing, Body Blast y Pilates.

–¿Piloxing? ¿Body Blast?

–Sí, Piloxing es la combinación de boxeo, pilates y baile. Y...

–Espera, ¡vaya combinación!

–Es una clase muy cañera, sí. Aquí se suda, se queman muchas calorías y se ríe. Es muy completo. El Body Blast también porque son ejercicios para trabajar el cuerpo en su totalidad.

–¿Y cuándo empezaste tú a ser 'Healthy Emilie'?

–Pues el deporte me ha gustado desde niña. He jugado mucho a balonmano, por ejemplo, pero en el instituto, por un mal profesor, lo abandoné. Luego, más adelante, me apunté al polideportivo, empecé a tomar clases y a engancharme de nuevo. Ahí descubrí otros deportes como el Pilates y el Aerobic.

–¿Cómo pasas de ser alumna a profesora?

–Dándome cuenta de que me gustaba muchísimo más el deporte que lo que había estudiado.

–¿Qué estudiaste?

–Derecho, pero terminé la carrera y me di cuenta de que no me gustaba. En clase bostezaba cada cinco minutos y en Pilates se me pasaban dos horas volando.

–¿Cambiaste la toga por las mallas?

–Así es. Empecé con algunas clases privadas en casa de unas amigas y de unas señoras y así me llegó la oportunidad de ser profesora en el gimnasio al que había ido mi madre siempre.

–El destino...

–Sí, empecé a trabajar al gimnasio al que había ido de pequeña a acompañar a mi madre. Mis jefes me conocían desde que era una niña. Fue una casualidad porque, además, yo era una niña muy tímida. Me daba vergüenza todo.

–¿Y cómo das clase delante de tanta gente?

–¡Eso me pregunto yo! (Risas) Mi trabajo me ha ayudado a superar mi timidez. Ahora, no tengo problema en ponerme delante de veinte personas y pegarles cuatro gritos.

–¿No echas de menos el gimnasio?

–El gimnasio es un lugar al que también vas a socializar y aquí, on line, también lo puedes hacer. Solo necesitas un poquito de espacio y muchas ganas.

–¿Mantienen bien las ganas tus alumnos de forma virtual?

–Yo creo que sí. Están muy contentos, me dicen a menudo que se sienten mejor y ese es para mí el mejor salario.

 
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