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"El bien rompe su silencio" PDF Imprimir E-mail
Escrito por Administrator   
Domingo, 30 de Mayo de 2010 16:07
Noticia publicada en Diario Vasco sección Bidasoa el domingo 30 de Mayo de 2010.


IRUN
«El bien rompe su silencio»
Agustín Ugarte recibió en un acto público la Medalla de Oro, máxima distinción municipal, por su trabajo a favor de los más necesitados
30.05.10 - 02:42 -
IRUN IÑIGO MORONDO IRUN.


LAS FRASES

AGUSTÍN UGARTE MEDALLA DE ORO DE LA CIUDAD

«En esta sociedad de ocio y consumo la soledad, la insatisfacción, el estrés... aumentan; no nos llena»

JOSÉ ANTONIO SANTANO ALCALDE DE IRUN

«Una cita de San Vicente de Paul define bien a Agustín: El ruido no hace bien, el bien no hace ruido»


Justo reconocimiento el que la ciudad ofreció ayer a Agustín Ugarte. En un acto solemne y muy emotivo, recibió del alcalde la máxima distinción que el Ayuntamiento concede a sus ciudadanos, la Medalla de Oro. Decenas de adjetivos se emplearon para tratar de definir los valores que han hecho merecedor a Ugarte de este reconocimiento, pero puede bastar una cita suya que ejemplifica toda su trayectoria vital: «Lo que debemos hacer no es dar ayudas, sino restituir a las personas su dignidad y lo que les corresponde por derecho propio».

Es la frase con la que un vídeo repasó su vida y su trabajo cooperante. Asociacionismo católico, representación sindical cuando los sindicatos no eran legales, asociacionismo ciudadano en los albores de la democracia y, en los últimos 30 años, cooperación al desarrollo de las poblaciones más necesitadas del mundo sin desatender nunca lo que tenía en su propio entorno. «Una persona que ha hecho de la palabra compromiso algo más que una declaración de intenciones», lo presentaba en su discurso el alcalde, José Antonio Santano. «Ha sabido acercarse a quien lo necesitaba y mejorar su situación. Ha hecho gala de no poca inteligencia y mucha mano izquierda», remarcó antes de resumir su implicación social. «Primero, los enfermos de tuberculosis. Más tarde, informar a los trabajadores de sus derechos. Estuvo luego en los primeros movimientos cooperativistas, y en Caritas de Gipuzkoa. Ya en los 70, trasladó esta implicación a la vida vecinal, en aquella transición a la democracia. Y en los 80 se volcó al tercer mundo, faceta por la que es más conocido porque a ella ha estado ligado en los últimos 30 años, aunque no ha sido la única». Subrayó Santano que «siempre ha adaptado su compromiso social al momento que le ha tocado vivir y por eso ha participado en la creación de otras organizaciones, como el Grupo por la Paz Irun-Hondarribia o la Plataforma 0,7».

Antes de terminar, el alcalde recordó que la propuesta de conceder esta medalla a Agustín Ugarte llegó de seis ONG locales y quiso darle las gracias «por tu trabajo hacia tanta gente, por tu dedicación, por haber vivido entregado a los demás y por haber mostrado una personalidad tan fuerte sin perder la dulzura tan necesaria en el trato. Por el amor hacia los otros y hacia la ciudad. Irun está orgullosa de que seas conciudadano nuestro». Santano cerró su intervención con una cita de San Vicente de Pául «que creo que te define bien, Agustín: El ruido no hace bien; el bien no hace ruido».

Muy emocionado

Antes de empezar el acto, la Sala Capitular estaba repleta. Sonó entonces el alkate doinua interpretado por la Banda Municipal de Txistularis y, en fila de a uno los corporativos entraron en una ceremoniosa procesión que cerraron el alcalde y Agustín Ugarte, que ocupó su asiento en la primera fila de público visiblemente emocionado por los aplausos que acompañaron su llegada.

Más tarde, tras el vídeo y el discurso del alcalde, se acercó a éste para que le impusiera la Medalla de Oro. Era su turno de hablar . Llevaba el discurso escrito, pero advirtió que no iba a ser capaz de leerlo. «Estoy muy emocionado», confesó innecesariamente. «Pero eso no quita para dar las gracias a las ONG y a los corporativos por esta medalla que no sé si merezco o no». Se acordó, por supuesto, de «José Ramón Amunarriz, y de dos enfermeras vascas que hoy están aquí y que ya trabajaban en Kabuga cuando él llegó allí». Insistió en que no podría leer su discurso y anunció que Perico Etxeburua pondría voz a sus palabras. «Lleva trabajando conmigo más de 50 años y como él hay más personas en esta sala que...» alcanzó a decir antes de que la voz se le quebrara del todo.

Con el protagonista reubicado en su asiento, Etxeburua dio comienzo a la lectura de las palabras de Agustín, que quiso empezar con una cita de Martin Luther King: «Si supiera que el mundo acaba mañana, yo, hoy, todavía plantaría un árbol». Fue la declaración de intenciones de un discurso que incidió en los muchísimos problemas que el mundo padece: mala repartición de la riqueza, agotamiento de recursos naturales, incremento del paro... «no parece que esta sociedad de consumo y ocio llene más nuestra vida; la insatisfacción, la soledad, la violencia, las depresiones, los suicidios, el estrés... aumentan».

Agustín plantó ahí su retoño. «Hay que fomentar valores de solidaridad, justicia, de compartir, de amistad, de agradar, de respetar al diferente y escuchar al necesitado, y, a su vez, abandonar el individualismo y el egoísmo». Alabó el trabajo de tantísimos voluntarios y de tantísimas asociaciones en la ciudad, poniendo el ejemplo de Alberto Torrón y su esfuerzo por aliviar la soledad que llena las residencias de mayores. Señaló el ímpetu solidario del Ayuntamiento de Irun que «en 2007 fuel municipio de Gipuzkoa que más porcentaje de su presupuesto (1,45%) destinó a cooperación cuando mucho nos llegan al aconsejado 0,7, y en 2008 y 2009 ha seguido igual»; alabó a las ONG que trabajan en la ciudad por los «marginados y excluidos» y agradeció el apoyo de tantos y tantos socios de dentro y fuera de la comarca; destacó los numerosos voluntarios locales que trabajan «por un mundo más justo, más humano y solidario», y no olvidó a la «ciudadanía en general, dispuesta a responder cuando se le requiere». Aprovechó la oportunidad para pedir «a los jubilados jóvenes que se animen a dar el paso hacia esta tarea del voluntariado». Si empezaba con una cita, su discurso terminó con un proverbio: «muchas pequeñas personas, en muchos pequeños lugares, haciendo muchas pequeñas cosas, pueden cambiar el mundo».
Última actualización el Lunes, 31 de Mayo de 2010 16:17
 
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