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«Se trataba de estudiar lo que sueñas, esa idea me cambió por completo» PDF Imprimir E-mail
Escrito por Administrator   
Domingo, 28 de Febrero de 2021 17:32

Noticia publicada en Diario Vasco,el doomingo día 28 de Febrero de 2021.

«Se trataba de estudiar lo que sueñas, esa idea me cambió por completo»

La Escuela Superior de Arte Dramático y Danza, Dantzerti, cuenta con el buen saber hacer de este intérprete irundarra Iagoba Veiga Huarte Jefe de estudios de Arte Dramático y profesor en Dantzerti

Iagoba enseña, aprende y viceversa en Dantzerti, donde sigue indagando en el universo de la voz ligada a la interpretación. /
Iagoba enseña, aprende y viceversa en Dantzerti, donde sigue indagando en el universo de la voz ligada a la interpretación.

Qué importante es perseverar, perseguir tu sueño o aquello que verdaderamente te hace feliz. No lo digo yo y tampoco me gusta que lo diga Mr. Wonderful. Lo dijo Federico García Lorca. Mucho más bonito que Mr. Wonderful y con mucha más razón que yo. Estando en la Residencia de Estudiantes, en una de las cartas que envió a casa, Federico escribió esto: «yo es que he nacido artista, como el que nace guapo, como el que nace cojo. Dejadme las alas en su sitio, que yo os respondo que volaré bien (...) si me devolvéis a Granada me ahogo». El joven Lorca quería estudiar. Quería actuar. Quería escribir. Quería ser artista. Quería perseguir su sueño. Y volar. Qué suerte tuvimos. Menos mal que, al menos, durante un tiempo le dejaron las alas en su sitio. Menos mal que otros jóvenes artistas también mantuvieron y mantienen sus alas en su sitio (¡y que viva la cultura!) Iagoba es uno de ellos. Voló, vuela bien y, además, ahora enseña a jóvenes estudiantes a mover sus alas. Porque tanto si uno nace guapo, cojo o artista tiene derecho a perseguir su sueño.

–«¡Que no es ninguna fonda!» tuvo que defender Lorca cuando estaba en la Residencia de Estudiantes. ¿Te pasó lo mismo?

–(Risas) No tanto. En mi cuadrilla no fue ninguna sorpresa, lo vieron como algo natural, pero en casa sí fue como un pequeño jarro difícil de beber. Siempre me han apoyado, pero llegué con las ideas muy claras y la decisión tomada e intentaron protegerme.

«Tenía una imagen de lo que es ser actor, pero esta profesión va mucho más allá y es mucho más» INTERPRETACIÓN

–Por eso de estudiar algo de 'fundamento'...

–¡Eso es! Algo que tuviera más salida. Eran otros tiempos. Ahora hay más recursos y sabemos más. Echo la vista atrás y lo entiendo. Entiendo que otras carreras tuvieran 'mejor fama', por decirlo de alguna manera. Pero mi familia lo asumió en seguida porque vio que yo lo tenía muy claro.

–¿Qué sucedió para que te atrapasen las artes escénicas?

–Creo que fue una pequeña obra que hicimos en el cole, en Toki Alai. Fue una cosa pequeña que luego enseñamos al resto del alumnado y yo recuerdo disfrutarlo muchísimo. No sé, tuve una sensación particular y la idea de dedicarme a ello me rondó en la cabeza de ahí en adelante.

–¿Continuaste probando?

–También desde txiki canté en el coro Ametsa y más adelante participé en un cortometraje de la Escuela de Cine y Vídeo de Andoain. Ahí es cuando me di cuenta de que necesitaba estudiar, de que necesitaba recursos para verdaderamente interpretar.

–¿Y dónde estudiaste?

–En la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga. Aquí también entiendo la preocupación de mi familia. Me fui con 21 años. Una edad maravillosa, pero a otra ciudad lejos de casa.

–Y tampoco era una fonda...

–(Risas) A mi alrededor sí sentía que despertaba curiosidad lo que estudiaba. Estamos acostumbrados a materias más comunes y en mis estudios todo tenía que ver con la labor de ser actriz o actor. Pero ahí me di cuenta que se trataba de estudiar lo que sueñas. Y eso me cambió por completo.

«Tengo claro que la ubicación o el sitio en el que más se puede aprender es enseñando» DOCENCIA

–¿Qué pasó?

–Uno tiene una imagen de lo que es ser actor o de lo que es la interpretación. Tenemos un ideario, pero, gracias a la formación, se abren caminos muy interesantes. Esta profesión es mucho más y va mucho más allá. Descubrí que había mucho por estudiar e investigar. Se abren caminos que ni siquiera te planteas. Yo nunca pensé que podría ser docente de la voz, por ejemplo.

–¿Qué o quién te removió las tripas o las cuerdas vocales?

–Ya traía el haber estado en un coro, pero en la escuela, el primer año, teníamos muchas horas de voz. Nuestra profesora, Mari Paz Redoli, trajo como invitada a una grandísima dama del teatro y de lo vocal que es Esperanza Abad y conocerla me hizo conectar con su idea. Algo me atrajo y muchas de mis formaciones se han enfocado hacía la voz.

–Además de seguir estudiando, supongo que llegarían los primeros trabajos profesionales...

–Sí, y siempre he tenido mucha suerte. Me siento afortunado porque siempre he tenido la oportunidad de trabajar. Lo primero llegó gracias a las relaciones que tejimos en la escuela. En mi caso, empecé con un teatro infantil de títeres y un compañero director.

–En mi imaginario siempre hay muchos castings, ¿es así?

–En parte sí. También he hecho castings, claro que sí. Y también son una experiencia de la que se aprende. Pero trabajar con un equipo que conoces y en el que confías es maravilloso.

–Ahora estás al otro lado, enseñas a estar sobre las tablas y que la voz es lo más grande.

–Te lo habrán dicho más docentes, pero tengo claro que la ubicación o el sitio en el que más se puede aprender, es enseñando. Para mí es un privilegio estar en Dantzerti y ver a la gente con tanta ilusión y frescura. Verlos evolucionar es toda una lección. Y la voz, ¿qué te voy a decir? Lo comunica todo, por eso es tan importante aprender qué queremos comunicar y qué no.

–¿Las clases te dejan tiempo para el escenario o una visita a Irun?

–¡Por supuesto! Sigo ligado a algún que otro proyecto en Madrid y a Irun voy siempre que puedo. Ahora menos y lo noto. Echo de menos a la cuadrilla que siempre ha sido un apoyo muy importante para mí. Y a mi familia, claro.

–Después de todo, el jarro no era tan difícil de beber...

–(Risas) En más de una ocasión mi madre y mi tía se acercaron a Madrid a verme actuar. ¿Qué puede haber más bonito que eso? Pocas cosas, la verdad. Cuando tomé la decisión, sé que lo hice por respetarme. Por perseguir un sueño. En ese momento pensé que prefería arrepentirme a no hacerlo. Hoy en día, si echo la vista atrás, me digo a mí mismo: «¡menos mal! Menos mal que lo hice». Era lo que me llenaba y estoy feliz por estar haciéndolo.

 
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