15 noviembre 201400:07
Amaya Arberas es una soprano donostiarra que hace carrera musical en Nueva York. Se dice de ella que empezó tarde su camino profesional como cantante, aunque su relación con el canto arrancó a los seis años y ya nunca terminó. Este fin de semana participa como Frasquita en la representación de la ópera Carmen que el Amaia acoge hoy y mañana, a las siete de la tarde, producida por la incansable Asociación Lírica Luis Mariano.
–¿Cómo se decidió a ser cantante profesional?
–Siempre me ha fascinado el mundo de la música y desde pequeña, mis recreos los pasaba con el coro de mi colegio, San Bartolomé. Entré en el Orfeón Juvenil, en la Coral Santa Cecilia y más tarde, en el Orfeón Donostiarra. Empecé la carrera de canto compatibilizándola con Trabajo social. Me mantuve siempre ligada a los coros, pero la decisión real llegó cuando me fui a Estados Unidos.
–¿Por qué allí?
–Un profesor de aquí, José Ramón Arteta, me animó, me dijo que estaba preparada y que me vendría bien. Fue una apuesta fuerte irme sin saber qué me iba a encontrar en Nueva York
–¿Y qué ocurrió?
–Hice un máster de canto con una profesora que me iba muy bien vocalmente, hice audiciones con gente de la Metropolitan Opera House. Ellos me fueron encauzando:con quién trabajar repertorio, con quién técnica... Me empezó a salir trabajo allí, pero también aquí. Iba y venía mucho, pero mi centro de referencia era Nueva York y por eso decidí quedarme finalmente allí. El año pasado, conseguí, por fin, la residencia gracias a mi carrera artística.
–Pero sigue trabajando mucho a este lado del charco.
–Trato de adecuar mi calendario laboral para venir dos veces al año, en verano y en estas fechas. Allí echo de menos a la familia y me gusta venir a verla y hago coincidir las visitas con alguna actuación para que los viajes sean una mezcla de visita familiar, vacaciones y trabajo.
–Ha participado, en Estados Unidos y en España, en zarzuelas y óperas, pero ¿había hecho Carmen antes de ahora?
–No, es la primera vez y me hace ilusión. Es una de mis óperas favoritas, musicalmente muy completa.
–¿Le ha gustado esta producción?
–Entre que es Carmen, que es en casa, que los compañeros son muy buenos y se ha creado muy buen ambiente, desde luego que sí.
–¿Por qué debería la gente acercarse a verla este fin de semana?
–En primer lugar, es un acto cultural y en estos tiempos hay que reivindicar la cultura. Además, es una buena ópera, con buenos cantantes y buena puesta en escena; un espectáculo de nivel que creo que hará disfrutar a todos los que vengan.
–A los cantantes líricos se les reconoce sobre todo por las óperas y zarzuelas, pero las actuaciones y conciertos son de muchos tipos.
–Yo hago muchos recitales, es verdad. Me gustaría hacer más ópera y zarzuela, pero lo más importante es que no me falta trabajo y que es un trabajo que se adecúa bien a mí. Los cantantes ‘entrenamos’ mucho, somos ‘atletas de la música’ y ejercitamos nuestros musculos y los cuidamos a diario. Todo ese trabajo, incluso el prestigio que puedas haber ganado en años de hacer las cosas bien, se pueden estropear si en un momento te ofrecen algo que no te va bien y lo aceptas. Yo, ahora mismo, no haría Tosca ni en el mejor teatro del mundo. Tienes que ajustarte al repertorio que te va bien y yo he tenido la suerte de poder hacerlo.
–¿Recuerda alguno de sus recitales de forma especial?
–Por el formato, los que he hecho con piano y guitarra, que no se suelen combinarse con el canto lírico al mismo tiempo. Lo hice en Estados Unidos y me gustó el resultado, así que después lo hice también en Gipuzkoa. Por el escenario, destacaría mi premiere en Carnegie Hall, que tiene una acústica maravillosa que hace al cantante sentirse muy cómodo. Fue una experiencia buenísima. Y no me olvido de otros que para mí significan muchísimo, como el Victoria Eugenia o el Kursaal.