La duodécima edición de Bioterra, la feria de productos ecológicos, bioconstrucción, energías renovables y consumo responsable celebra hoy en Ficoba su tercera y última jornada. Aunque el balance se realizará esta tarde, el éxito de público saltaba ayer a la vista desde primera hora de la mañana. Miles de visitantes recorrieron los 167 expositores instalados en la feria e hicieron uso de algunos de ellos como zonas de descanso y relax.

Productos naturales y materiales de bioconstrucción son los protagonistas de Bioterra, pero también están presentes las nuevas tecnologías con aplicaciones medioambientales. Una interesante muestra puede encontrarse en el stand del Instituto Bidasoa, donde llaman especialmente la atención los trabajos realizados por la impresora 3D. Carcasas para instrumentos musicales, varias quillas y una reproducción de la torre Eiffel son algunas de las puiezas que se exponen.

«Utilizamos un programa que permite dibujar con volumen y transformar ese dibujo en un formato que lee la impresora», explicaba Imanol Calderón, responsable de la emopresa Fast 3D Bidasoa. «Empleamos diferentes materiales: uno biodegradable que proviene del maíz, otro flexible y otro más resistente. Una vez elegido el material y con los parámetros que queremos, construimos la pieza. Salvo el biodegradable, los otros materiales son reutilizables y podemos convertir el desecho en bobina para imprimir».

Detrás de la impresora 3D, sobre varios paneles, el IEFPS Bidasoa ha instalado un sistema domótico de la empresa ABB de Oiartzun para viviendas convencionales. «Desde el videoportero, puedo controlar la instalacion eléctrica de la vivienda. Puedo encender y apagar las luces, subir y bajar las persianas o extender un toldo. Y puedo hacer lo mismo desde una tablet o desde un móvil. Puedo simular que estoy en casa, cuando estoy fuera», explica Alberto Arrizabalaga, jefe del departamento de electricidad del centro de FP. «Un sistema como este supone un ahorro en la tarifa eléctrica».

El Instituto Bidasoa llevó también a Bioterra un dron. El profesor Daniel Tena fue el encargado de explicar a los visitantes las aplicaciones de esta tecnología «a la agricultura de precisión. El dron lleva cámaras multiespectrales y termográficas que permiten hacer estudios y buscar aplicaciones ambientales. En lugar de abonar todo el campo por igual, podemos saber qué zonas necesitan una dosis concreta».

Tanto su publicación como el programa Schumacher College y el centro The Small School, que él dirige, son referentes en el mundo de la ecología. Nacido en Dungargarh (India) y residente en Devon (Inglaterra), Satish Kumar se convirtió en su juventud en apóstol de la no violencia. En 1962 se embarcó en la 'Marcha de la paz', un recorrido de 12.000 kilómetros a pie y sin dinero, entre las tumbas de Gandhi y J.F. Kennedy, con paradas en las capitales de las principales potencias con armas nucleares (Washington, Londres, París y Moscú). Quería llevar al corazón de los líderes el mensaje de la paz como forma de vida y desde entonces, sigue trabajando en ello.

«Para mí, es un gran placer haber venido al País Vasco y, especialmente, acudir a Bioterra», decía ayer Satish Kumar, unas horas antes de pronunciar su conferencia en el auditorio de Ficoba. «En la actualidad, movimientos como el de Bioterra son muy importantes, porque nuestra relación con la naturaleza está en verdadero peligro y el futuro de la economía depende de cómo tratemos a la madre tierra. La economía no es sólo una cuestión de dinero, sino que también tiene que ver con los recursos naturales. Todo lo que tenemos procede de la tierra: la comida, la ropa, nuestras casas... La tecnología es como el recipiente del pastel, pero el pastel es la tierra. Es una tierra viva, no es una tierra muerta y tenemos que cuidarla. Iniciativas como la de Bioterra son urgentes e importantes . El movimiento crece, cada vez tiene más adeptos y es una alternativa a la economía tradicional». Kumar asegura que la razón por la que hemos llegado a la actual crisis económica «es que hemos dado la vuelta a las cosas. Hacemos que la ecología dependa de la economía, cuando debiera ser al revés».

El editor de Resurgence&Ecologist advierte sobre las trampas del lenguaje del mundo capitalista actual, «porque es muy inteligente a la hora de utilizar los términos, siempre en su propio beneficio. Ha ocurrido con 'sostenible', 'verde', 'responsabilidad social'... Dicen: 'Vamos a hacer una industria sostenible', pero no son honestos, porque no hay un compromiso real».

Satish Kumar no se muestra optimista con respecto a la voluntad de los gobiernos para colocar la ecología por delante o al menos a la par de la economía. «Desgraciadamente, no creo que la tengan. Pero sí es verdad que los gobiernos se pueden ver forzados a cambiar sus políticas por los movimientos de las personas y por eso son tan importantes».

Los ciudadanos pueden ejercer su poder, pero las multinacionales no van a dejar de presionar por muy fuertes que sean los movimientos civiles. «Pero las multinacionales tienen ese poder porque precisamente nosotros vamos y consumimos sus productos», precisa Kumar Satish. «Si realmente las personas les retiráramos nuestro apoyo y fuéramos a consumir productos locales, las multinacionales perderían su poder. Se trata del poder que tienen las personas para cambiar las situaciones».

La educación actual tampoco está enfocada hacia la justicia social. «El problema es que las escuelas y las universidades nos dicen que lo que hay que hacer en esta vida es conseguir un buen trabajo en una gran empresa y ganar mucho dinero. No hablan de cuidar la naturaleza, los cultivos, los animales, porque parece que las personas que se dedican a eso son las que carecen de estudios. Si trabajas en un banco ganas 1.000 euros al día y si trabajas en una granja ganas 100. ¿Por qué es más importante alimentar cifras en un ordenador que cultivar lo que vamos a comer? Se trata de dar dignidad a los trabajos relacionados con el cuidado de la tierra. Tenemos que educar cabeza, corazón y manos. También los periódicos tienen que educar y deberían decir la verdad: que la única manera de que florezca la economía es cuidando a la madre tierra».

El movimiento ecologista, que marca la vida de Satish Kumar, es un movimiento que piensa en global, pero actúa en local. «Tratamos de construir desde lo local, porque si los cimientos de lo local no son suficientemente fuertes, no se van a sostener en lo global», asegura.

Y es un movimiento no violento. «No respaldo a movimientos que apoyan la lucha armada», afirma el ecologista. «Los movimientos a gran escala se tienen que ver a largo plazo y tienen que ser no violentos, porque en ellos tiene que participar todo el mundo jóvenes, mayores, hombres, mujeres y niños, alfabetizados o no. El movimiento ecologista es un movimiento no violento. No se trata de cambiar sólo el sistema, sino el corazón y la mente de quienes serán los líderes. Lo que hay que cambiar es la conciencia, el pensamiento, no matar a una persona porque piensa de una manera, porque saldrá otra que piensa igual».

Satisk Kumar conoce Oriente y Occidente. Si tuviera que quedarse con la mejor cualidad de cada sociedad, «cogería la felicidad de Oriente, que se deriva de la espiritualidad y la capacidad innovadora de Occidente. Si consiguiéramos casar una con la otra, obtendríamos la felicidad. La capacidad de estar contento es una calidad espiritual, pero no es suficiente y la innovación es una calidad científica, que tampoco es suficiente. Quiero llevar la ciencia a Oriente y la espiritualidad a Occidente.