El Sagardo Eguna encaja como un guante en el concepto de fiesta solidaria. Promovida por la ONG local Taupadak, gracias al trabajo de un equipo de más de cien personas entre empresas colaboradoras, sociedades, bares, clubes y AA VV, todos sus beneficios se destinan al desarrollo de proyectos de cooperación en la Amazonía boliviana, así que su condición solidaria está fuera de toda duda. La de fiesta también, porque ayer la plaza Urdanibia volvió a recibir a cientos de irundarras que quisieron probar las sidras de una veintena de productores guipuzcoanos entre los que no faltó el sabor local gracias a la sidrería Ola.

Todo el trabajo que con la mejor voluntad se realiza en los meses previos y especialmente en la jornada de ayer y la víspera estuvo en riesgo. Los chaparrones intermitentes durante la mañana parecieron coger consistencia en las primeras horas de la tarde. Amainó apenas una hora antes del txotx, previsto a las 18.00 horas, pero cuando empezó a escanciarse la sidra la plaza Urdanibia se veía poco poblada. «La verdad es que nos ha sorprendido ver tan poca gente cuando hemos llegado», decía Itziar, que entró en la alameda con sus amigas unos minutos antes de las seis. «Seguro que poco a poco se va animando. Si no, más sagardo para nosotras», dijo entre risas.

Lo cierto es que su optimista previsión se fue cumpliendo y la plaza se llenó de gente enseguida. El cielo pareció entender que no tocaba aguar la fiesta y respetó el desarrollo de la popular fiesta que este año ha cumplido 21 ediciones.

«Para nosotros es una de las mejores del año. Comemos toda la cuadrilla en la sociedad y luego salimos tranquilamente a echar unos tragos. El que quiere 'liarse' después lo hace y los demás, a casa habiendo pasado un buen día», explicaba Eneko.

Entre las virtudes del Sagardo Eguna está precisamente la capacidad para reunir en un mismo evento a distintas generaciones de irundarras. Que haya jóvenes y mayores tanto a un lado como al otro de las barras donde se llenan los vasos invita a pensar que al Sagardo Eguna de Irun le espera además un buen futuro.

«Las actividades de montaña siempre las hemos enfocado más hacia la gente mayor de 18 años. Tengo hijos pequeños y veo que hay un vacío en Irun en general para ellos». Esa es la percepción que tiene Julio Iturre, presidente de Irungo Mendizaleak, que alerta de la escasa atención que reciben los más jóvenes. Ante esta situación el club de montañeros se ha puesto manos a la obra y desde el pasado mes de abril organiza excursiones a enclaves naturales cercanos pensadas especialmente para ellos y con el objetivo de crear cantera y «ofrecerles una alternativa de ocio al margen del fútbol, el baloncesto o el rugby».

Se trata de una situación que acusa la comarca, según el presidente del club, que comenta que en «Hondarribia ocurre algo parecido, aunque sí hay ciertos colegios donde tienen una actividad de montaña pero porque hay padres que lo organizan. Lo que no hay es ningún un club que esté trabajando ese segmento de edad que va entre los 8 y los 14 años». Una realidad que para Iturre es «una pena», ya que se trata de una actividad que «un club puede desarrollar durante once meses y no se hace». Por ello, asegura firmemente que «los jóvenes son los grandes olvidados».

Para encontrar un ejemplo de ello, Iturre comenta que basta con mirar en su propia 'casa': «En la sociedad tenemos actividades para veteranos que entre semana pueden ir al monte. Sin embargo, salvo momentos puntuales, nunca se ha tratado de trabajar con niños e intentar que haya una continuidad». Con esa idea en la cabeza, el pasado mes de abril organizaron dos salidas y la intención es seguir adelante con esta iniciativa. «Sabemos que no se puede arrancar aglutinando tanta gente como ocurre con los mayores, pero me conformaría con lograr que entre diez y catorce chavales participen asiduamente. Ese sería un buen punto de partida». De hecho, está convencido de que si esa pequeña participación de jóvenes se mantiene «seguro que más niños se sumarán».

Disfrutar con los amigos

Uno de los principales atractivos que pueden tener estas salidas es que «no es una actividad para hacer con sus padres, sino con los amigos», destaca Iturre. No obstante, ir sin sus progenitores no significa que vayan solos a la aventura. En las dos salidas que han realizado hasta la fecha en todo momento el grupo ha ido acompañado por «dos monitoras socias del club que tienen experiencia en la montaña y están habituadas a estar con niños». Además de la seguridad, las excursiones están ideadas para que los chavales «cojan confianza poco a poco», por eso los recorridos que se realizan «son en nuestra comarca o en entornos cercanos» y son «fáciles de realizar».

El principal objetivo que persigue Irungo Mendizaleak no es que los chavales «anden por el monte y ya está, la idea es que interactúen con la naturaleza, realizar juegos en ella, conocer las plantas, el entorno, los animales...». En definitiva, lo que persiguen es que los niños y niñas «se den cuenta de que está muy bien la ciudad pero que también hay otra cosa que es el campo. Es algo que se ha perdido hoy en día». En ese sentido, Iturre explica que durante las salidas también está previsto realizar actividades muy ligadas a la montaña como, por ejemplo, la escalada: «Les resulta muy divertido a los niños y tenemos pensado llevarles a pequeñas paredes de unos cinco metros, donde un par de monitores les enseñen a desenvolverse y qué tienen que tener en cuenta a la hora de escalar».

El valle de Olaberria, Jaizkibel o Peñas de Aia son solo algunos de los destinos que visitarán con los jóvenes montañeros. A medida que vayan adquiriendo mayor destreza, el club se plantea «montar un autobús para hacer salidas al Baztan, a zonas de Gipuzkoa o incluso a Bizkaia».

Los interesados en apuntarse a estas excursiones mensuales de Irungo Mendizaleak solo tiene que acudir a su sede (calle Larretxipi, 13) o a través de www.irungomendizaleak.com. Las salidas están abiertas a todos los jóvenes de la comarca y su precio es de 11 euros.