«Un símbolo de memoria histórica y un modelo singular para resolver conflictos y edificar la paz». Así definen los alcaldes de Irun y Hendaya, José Antonio Santano y Jean-Baptiste Sallaberry, respectivamente, a la Isla de los Faisanes, sobre la que comparten soberanía amistosamente. Frontera flotante entre sus ciudades, ha sido testigo durante siglos, en la desembocadura del río Bidasoa, del paso de tropas entre España y Francia, firmas reales de tratados, canjes de prisioneros e infantas españolas y francesas, disputas entre pescadores, actividades de contrabando, salida de exiliados e incluso de tiroteos entre guardias civiles y miembros de ETA.
Los dos alcaldes han estado varias veces en el islote. Santano lo ha visitado mientras practicaba piragüismo y Sallaberry iba de niño para jugar. Confiesan que desconocen la razón del nombre Isla de los Faisanes, aunque no descartan la teoría de que se deba a un error de traducción del francés al español antes del siglo XVII, y con el paso de los años se haya convertido en una 'leyenda urbana'. Ambos regidores reconocen con humor que nunca ha habido faisanes en la isla, aunque sí otro tipo de aves. Sonríen cuando se les recuerda que en 1843 visitó la zona Víctor Hugo y escribió: «No hay faisanes en la Isla de los Faisanes; a lo más una vaca y tres patos, sin duda comparsas alquilados para hacer el papel de faisanes para los visitantes». El islote es conocido en euskera como Konpantzia y en francés como Île de l'Hôpital.
Con una extensión de unos 2.000 metros cuadrados -un tercio de un campo de fútbol- y una altitud máxima de seis metros, no figura en muchos mapamundis, pero sí es conocida por el estatus jurídico especial de derecho internacional que se acordó en el Tratado de Paz de los Pirineos de 1659 -rubricado un año después en la propia isla por los reyes Felipe IV y Luis XIV-, y ratificado luego en el Convenio de Bayona de 2 de diciembre de 1856, y de 27 de marzo de 1901. La figura por la que se rige la isla es la del condominio -territorio cuya posesión es compartida por dos Estados o más-, y la Isla de los Faisanes se considera el más pequeño del mundo, de lo que se sienten orgullosos los regidores.
Durante seis meses la isla pertenece y es administrado por España y el resto del año por Francia. El pasado 1 de febrero, ambos Estados realizaron el traspaso de jurisdicción. La Comandancia Naval de San Sebastián recibió de manos francesas el documento de transferencia por el que asume el mantenimiento del territorio flotante, aunque en la práctica éste corre a cargo de los ayuntamientos de Irun y Hendaya.
Exportar la fórmula
Santano y Sallaberry remarcan que el acuerdo de condominio no ha generado ningún conflicto entre ambos ayuntamientos. Éstos se encargan de cortar la hierba y cuidar los árboles dos veces durante el semestre correspondiente. Un monolito con la inscripción «En recuerdo de las conferencias de 1659 en las que Luis XIV de Francia y Felipe IV de España, por una feliz alianza, pusieron fin a una larga guerra entre las dos naciones», es la mayor prueba de la importancia histórica de la isla.
Ante la pregunta de qué ocurriría si la isla contara con una extensión mayor y, sobre todo, estuviera habitada, los alcaldes reconocen que las cosas podían ser diferentes. «Para empezar, tal vez se debería aplicar otra legislación», afirma Santano. «No vamos a hacer la guerra por la isla. El Bidasoa es desde hace mucho un sitio de paz», indica sonriente el alcalde de Hendaya, mientras su colega de Irun lo ratifica gestualmente. «El condominio es una buena entente, ni para ti ni para mí. Supone una decisión casi salomónica», recalca el regidor irunés.
Ambos indican con humor que «a lo mejor exportamos una fórmula válida para el derecho internacional que se puede aplicar en otros litigios sobre soberanía». Añaden que «el condominio podría aplicarse, tal vez, en el caso de la isla de Perejil, que enfrenta a España y Marruecos, por no estar habitada, pero en el caso de Gibraltar viven ingleses y sería complicado que el peñón cambiara de soberanía cada seis meses, más que nada por cuestiones políticas, jurídicas, sociales y económicas».
Los alcaldes lamentan que en los últimos años la Isla de los Faisanes haya saltado a los medios de comunicación por un hecho ajeno a su singularidad histórica y política: el caso Faisán. Un bar situado cerca del puente de Behobia adoptó el nombre del islote y su dueño fue detenido en 2006 al verse implicado en un supuesto chivatazo policial que impidió una operación de las fuerzas de seguridad contra la presunta red de extorsión de ETA. «Es una fama inconveniente para la isla y estoy seguro de que será pasajera y quedará en una anécdota», dice Santano.
Relacionado con esta cuestión, lo cierto es que la Isla de los Faisanes fue testigo, sobre todo en la década de los años 70, del paso clandestino de miembros de ETA de Francia a España. Por ejemplo, el 10 de septiembre de 1974 agentes de la Guardia Civil sorprendieron ocultos cerca del islote a varios etarras que habían partido desde Hendaya en una barca. Se produjo un intenso tiroteo, en el que no se produjeron víctimas, y los miembros de ETA se vieron obligados a volver a la zona francesa.
POLÍTICA
«Muestra de dónde venimos y a dónde queremos llegar»
12.03.12 - 02:34
El alcalde de Hendaya resalta que la Isla de los Faisanes «muestra de dónde venimos y a dónde queremos llegar».El hecho histórico más importante del que fue testigo ocurrió en 1660, cuando Felipe IV y Luis XIV ratificaron el Tratado de Paz de los Pirineos, con el que se puso fin a la Guerra de los Treinta años, y acordaron el matrimonio del rey francés con la infanta María Teresa de Austria. Se levantaron y decoraron varios pabellones, y de la parte española se encargó el pintor Diego Velázquez, y de la parte francesa, el capitán Charles de Batz-Castelmore, el conde de Artagnan que inmortalizó Alejandro Dumas. En 1970 se propuso construir un museo que incluyera un pabellón idéntico al que se edificó en 1659, con tapicerías, mobiliario y documentos de la época. Santano y Sallaberry consideran que hoy día sería difícil llevarlo a cabo por la crisis económica y las dificultades técnicas y burocráticas. «Como mejor está la isla es así, es una joya de la historia y de la naturaleza», indica el alcalde irunés, aunque no oculta que se podían hacer más actividades en la isla, aparte del certamen de danza anual, y utilizarlo como reclamo turístico.