Euskaratzeko lanean ari gara.
Restos de chicles en las aceras, una muestra de incivismo ¿sin remedio?
Aún recuerdo la mejoría que supuso, hace unos años, la renovación de las aceras de Cipriano Larrañaga, por donde paso diariamente camino de casa. La conocida, por algunos, como “calle de la mierda” lucía, para negarlo, unas aceras impecables con baldosas blanquecinas salpicadas de otras coloreadas. Pase usted ahora y asómbrese al comprobar el desaguisado: hay en las aceras, cientos y cientos de manchas redondeadas negras: son restos de chicles que incívicos ciudadanos han arrojado al suelo en su prisa por beber su consumición, bien en la misma acera, bien en el interior de los bares existentes. La enorme acumulación de chicles en las proximidades de sus puertas, así lo parece demostrar. Hace unas semanas, una máquina del servicio de limpieza, realizó un intenso trabajo de pulimento de las aceras, consiguiendo eliminar la pátina que las oscurecía, pero los restos de chicle allí siguen. Quitar las manchas de chicles es tarea difícil de lograr y cara. Según leo, quitar un chicle cuesta, en números redondos, el doble de lo que le costó comprarlo al causante del estropicio. Leo en Internet que las ciudades que han acometido su limpieza utilizan dos máquinas, (y dos operarios), una hidrolimpiadora de agua caliente a presión (en otras informaciones pone vapor de agua), provista de una campana especial y una pistola rotativa, además de productos biodegradables adecuados para la tarea. Otra máquina funciona como potente aspirador para llevarse los restos de chicle. A la vez, se consigue desinfectar el suelo pues la mancha de chicle es un foco de gérmenes.(Las máquinas, según parece, son silenciosas). En Málaga capital, la empresa que se encargó de la limpieza, gastó 31.616 euros para eliminar los restos de 166.400 chicles. Desde Servicios del Txingudi, ¿se ha estudiado a fondo este problema? Porque la imagen de las aceras de la ciudad, Cipriano es solo un ejemplo, por si no fueran bastante las molestas, costosas y frecuentes obras de reposición de baldosas en el Paseo Colón y colindantes, es antiestética y se añade un problema sanitario nunca despreciable. La calle Ermita está quedando bien en su remodelación, tiemblo pensando en cuánto tardará en estar salpicada de manchas negras…La indudable muestra de incivismo que representan los restos de chicle, ¿tendrá remedio? Seamos optimistas, por soñar que no quede…
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