El Gobierno municipal puso en marcha, en diciembre de 2011, el programa 'El alcalde en los barrios'. Se planteó como una iniciativa de acercamiento de los responsables políticos del municipio, encarnados en la figura del primer edil, a los problemas más cotidianos de los ciudadanos de Irun. El formato fue de reuniones abiertas por barrios, en las que el propio José Antonio Santano, acompañado de otros concejales del equipo de gobierno y de técnicos municipales, se presentaría para escuchar y atender las reclamaciones, dudas y sugerencias de los asistentes.
No estaba claro qué iba a deparar, pero dos años después y tras haber completado 14 reuniones y haber cubierto toda la ciudad salvo, de momento, el centro y la Parte Vieja, el Gobierno destaca esta iniciativa como un pilar de participación ciudadana. Ofrece a los munícipes «la oportunidad de escuchar a los vecinos en vivo, sin filtros de ningún tipo, y ha servido para definir muchas de las actuaciones realizadas en estos dos años», decía recientemente el alcalde.
Empezó en Larreaundi
La primera experiencia de este programa fue en Larreaundi. En el colegio Dunboa DBH (antiguamente Santa Elena), se reunieron vecinos del barrio en un número cercano al centenar. «A nuestro entender», dice el secretario de la AVV Larreaundi-Olaberria, Miguel Burguete, «fue una buena idea». El presidente de esta asociación, Roberto Iparragirre, apunta que «nosotros recogemos las quejas de la gente y las trasladamos al SAC o, en algunos casos, directamente al delegado de turno. Pero que viniera al alcalde, lo escuchara él mismo y diera explicaciones fue importante, porque si no, nos toca a nosotros explicar al vecino lo que el alcalde nos ha dicho».
En aquel encuentro hubo muchísimas intervenciones y todas ellas se recogieron en un documento que el Gobierno publicó en la web municipal y que recogía también los compromisos adoptados al respecto. Ya en esa primera respuesta se advertía que no había intención de cumplir con todo. Primero, porque que se daban casos de peticiones que creaban discusión entre los propios vecinos. También porque, como dice Burguete, «a veces a la gente le falta un poco de perspectiva de barrio. Muchos sólo ven el bache de delante de su portal, o su necesidad inmediata, sin pensar en el perjuicio que causaría a otros».
Así, hubo cuestiones a las que el Ayuntamiento no accedió: eliminar aparcamiento en Iñigo de Loyola para ampliar una acera, colocar cámaras públicas de vigilancia, atender problemas en parcelas de particulares y otras cuantas similares. En otros casos, la reclamación se admitió, pero no se ha ejecutado. La mayoría tiene que ver con espacios públicos de ocio. Está la cubrición del frontón del barrio y la construcción de una pista polivalente con canastas y porterías. Otra reclamación no satisfecha es habilitar dos pistas de petanca, que el Ayuntamiento no ha realizado porque por cuestiones técnicas se desaconsejaba hacerlo en el campo de fútbol de San José Obrero y está «pendiente de localizar espacios apropiados». En la AVV ven soluciones posibles «tras las villas de Ribera» o «en la zona del frontón» y no comprenden la demora.
Otra demanda no atendida es adecuar la acera del muro de la calle Berio. El Gobierno alega que tal como está, en hormigón, es «utilizable» y que toda la calle se reurbanizará con «un proyecto ya redactado. Pues, adelante», animan desde la AVV.
Lo que se ha hecho
La primera petición que se escuchó en la reunión fue que la línea de autobús a Hondarribia volviera a parar en la barrio, y así ocurre hoy. También se ha ordenado una parada de autobús para el colegio Eguzkitza y se están ultimando las actuaciones en Arbes para que el autobús escolar de Toki Alai no recorra media ciudad para llegar a Larreaundi.
Está en camino el parque para perros en la zona Este de la ciudad que reclamó un propietario de perros en la reunión, aunque estará en Osinbiribil y quizá no sea lo que aquél quería. Muchos compromisos cumplidos son sobre tareas de mantenimiento o cuestiones mínimas de urbanismo (adecuar parterres, retirar maleza, colocar bancos y papeleras...), aunque hay dos destacables. Uno, la elaboración de un documento de normas mínimas para los locales de ocio de jóvenes «que ha sido útil», según Iparragirre. El otro, estudiar la conveniencia de implantar la OTA, en este caso con el resultado de que no es necesario pintar las rayas de aparcamiento de azul. «Diremos, al menos de momento, que afortunadamente», opinan en la AVV.
