8 enero 201600:40
E.A. Después de más de dos meses de espera, el 26 de noviembre me atienden en dermatología. La doctora me dice que abandone el tratamiento que me estoy aplicando en unos eczemas y me cita para el 15 de diciembre.
El mismo 15 de diciembre, me llaman del hospital y me dicen que la doctora está enferma, y que mi cita pasa al 22 de diciembre. Ni hay sustituto, ni me puede atender ningún miembro de su equipo. En ningún momento me preguntan cómo estoy, si puedo aguantar una semana más con esos horribles picores...
Pongo el marcador en 7 y empiezo a descontar los días. 6, 5, 4, 3, 2, 1... Riiiing, riiiing... Es 21 de diciembre. Cojo el teléfono y me dicen que la dirección del hospital no permite el traslado de mi cita del 15 al 22. Y que mi nueva cita será el 11 de enero.
El 24 de diciembre puse una queja en atención al paciente, porque considero que cuando se establece una cita se adquiere un compromiso por ambas partes. No voy a ser yo quien diga cómo debe el hospital del Bidasoa cumplir con ese compromiso, pero lo que sí digo es que los pacientes no nos merecemos este trato.
Mi nueva cita es el 11 de enero. ¿Qué pasa si la doctora se vuelve a poner enferma? ¿Quién me garantiza que a la tercera va a ser la vencida? Creo en un servicio de salud público que sea universal y de calidad. Pero por mi experiencia debo decir que la mediocridad se ha instalado en la dirección de este hospital. Esto ya no es lo que era. ¡En vaya manos estamos!
