10 enero 201612:40
La religiosa Milagros Sanz, colaboradora en Rwanda de la ONG local Behar Bidasoa, ha aprovechado el final del año 2015 para expresar en datos el resultado de la acción solidaria de esta entidad y de todos los ciudadanos que la apoyan. Sanz quiso compartir con todos ellos «la satisfacción que da ver cómo las iniciativas del promotor de todo lo que hay en Kabuga, el padre José Ramón Amunarriz, van creciendo, van cuajando y van tomando rostro de mayoría de edad».
AYUDA EN KABUGA-2015
230
son ya las viviendas dignas para familias pobres, gracias a las 13 construidas el pasado año.
Necesidades básicas. Behar Bidasoa mantiene un comedor social para los menores más necesitados, un centro de salud que atiende a una media de 40 personas diarias y un programa de asistencia a «70 familias pobres entre los pobres» que reciben alimento y medicinas. 170 familias campesinas asociadas mejoraron sus cultivos y producción ganadera.
Formación y estudios. 140 niños y niñas iniciaron su aprendizaje en las 2 escuelas infantiles; más de mil cursaron sus cursos de Primaria y Secundaria y 150 estudiantes pudieron estar internos en la Escuela Profesional. 72 chicos y chicas pudieron ralizar un bachillerato superior gracias a las becas recibidas.
Otros. Infraestructuras (luz, agua) y equipamientos (biblioteca), apoyo a refugiados burandeses, familias de acogida para huérfanos...
Sanz destacó de especial manera las 230 viviendas para las familias más necesitadas que se han construido ya en Kabuga gracias a la colaboración de Behar Bidasoa «pero también de mucha gente aquí, que pone todo su trabajo y esfuerzo en reciprocidad, poniendo, aquí y allí, cada uno lo mejor de sí mismo».
Comida y educación
Más allá de las casas, sus otras menciones especiales fueron para los proyectos de autosuficiencia alimentaria y los de formación. De entre los primeros, destacó «la cooperativa de mujeres, que siguen luchando para que ellas y sus hijos puedan comer dos veces al día» y «las asociaciones de campesinos que intentan compaginar agricultura y cría de ganado, como dos objetivos de rentabilidad para sus pequeños campos». Explicaba que la colaboración entre ellos y el uso eficaz de los recursos van ayudando a dar pasos para paliar la «escasez de alimentos y los va acercando a poder comer dos veces al día, que aunque nos cueste entenderlo, aquí es todo un logro».
En cuanto los aspectos formativos, subrayaba Sanz las becas de estudios que han servido para «desarrollar y promocionar la cabeza de 38 chicas y 34 chicos jóvenes, con posibilidades pero sin medios. Los resultados empiezan a ser tangibles, porque algunos han terminado sus estudios y ejercen sus profesiones en el campo de la educación, de la sanidad, de lo social o de las administraciones públicas, ayudando a sus familias y a las de otros».