Voces sabias para oídos divertidos Imprimir
Escrito por Administrator   
Martes, 08 de Octubre de 2019 22:28

Noticia publicada en Diario Vasco,el martes día 8 de Octubre de 2019.

Voces sabias para oídos divertidos

Voces sabias para oídos divertidos

PEQUEÑOS Y MAYORES HAN COMPARTIDO EXPERIENCIAS, TALLERES Y CONOCIMIENTO EN LOS CENTROS SOCIALES DE LA CIUDAD, DURANTE LA SEMANA INTERGENERACIONAL

MARÍA JOSÉ ATIENZAIRUN.Martes, 8 octubre 2019, 08:51
Hay una rayuela pintada en el suelo, chapas y canicas sobre las mesas del local y pompones de lana y barquitos de papel recién hechos. Son los juguetes de ayer, los que utilizaron los actuales usuarios del centro social de Anaka-Puiana personas mayores que nacieron sabiendo la regla de las tres erres de la ecología (reducir, reciclar y reutilizar).
«Se aprovechaba todo, hasta se daba la vuelta a los abrigos, fíjate tú», dice Lourdes Rodríguez, de 75 años. «Ahora tenemos que volver a lo de antes: las botellas de cristal y envolver con papel.Estamos haciendo mucha basura y eso no puede ser. No puede terminar bien».
«Cuando éramos niñas jugábamos al toco, a la comba, a las tabas, a las cartas... Poco más había», recuerda Carmenchu Martínez, de 81 años. «Y yo, contenta, porque tenía bicicleta. Andaba mucho en bici por el barrio, cuando no estaban más que las villas y todo lo demás era campo y caminos».
Carmenchu ha contado a sus vecinos más pequeños cómo fue su infancia en 'Juegos de ayer y de hoy' y 'El corro de los abuelos', dos de las actividades programadas en el cenro social de Anaka-Puiana, junto con una exposición de fotografías antiguas, para celebrar la Semana del Mayor.

Fotos intergeneracionales

«La idea era hacer una actividad intergeneracional, para que en el Día Internacional del Mayor hubiera una transmisión de conocimiento y de valores», explica Noelia Arenas, dinamizadora del centro. «Lo comentamos aquí, con los usuarios y una señora nos dijo que ella nunca había tenido infancia, porque tuvo que trabajar desde niña y que siempre había echado de menos el juego. Y pensamos... pues nunca es tarde. Decidimos dedicar un día a los juegos de entonces, para que los mayores volvieran a jugar y los pequeños vieran cómo se utilizaban las cosas que había en casa para hacer juguetes; para que vieran que no era como ahora, que vas a la tienda y te los compras».
Niños y mayores compartieron la semana pasada juegos, talleres y experiencias en los centros de Luis Mariano, San Miguel, Palmera-Montero, Iraso y Behobia y en los apartamentos de Lekaenea. El Ayuntamiento de Irun y las asociaciones Makila, Izarbide, Sorosartxa, Gure Altxor y Nagusilan organizaron el programa, con la participación de centros escolares y haurtxokos de la ciudad. Este año, además, se ha celebrado el concurso 'Descubre la historia viva de Irun y sus barrios'. Los participantes han recorrido la ciudad en el tren verde, con paradas en varios locales de mayores, donde han recibido información sobre cada zona para, al final, responder a una serie de preguntas.
«De niñas jugábamos al toco, a las tabas, a las chapas, a las cartas, a la comba... Poco más había»«Tenemos que acompañar a los mayores, escucharles y aprender de ellos, porque saben muchas cosas»
Lourdes Rodríguez ha sido una de las concursantes y se lo ha pasado «muy bien. He aprendido muchas cosas», dice. «Yo pensaba que Bartolomé de Urdinso era un médico y resulta que era un general».
En el centro Palmera-Montero, donde se ha apuntado a la actividad'Photocall intergeneracional', Lourdes cuenta que de niña jugaba «al toco, a la chirumba, a la comba, al boche... Jugábamos con botones y cajas de cerillas. Había muy poca cosa». A la edad de 14 años, empezó a trabajar. «Me vine sola desde Martiago, un pueblecito de Salamanca, donde nací, para trabajar de niñera interna. Hubo un año malo de cosecha en casa y dije: me voy. Conocía aquí a una chica de mi pueblo y vine a través de ella. Me trataron muy bien en la casa. Yo traía poquita ropa y me compraron un abrigo, unos zapatos y un paraguas. Todavía recuerdo las primeras 60 pesetas que le mandé a mi madre. ¡Qué agujero habría tapado la pobrecica mía con aquello!»
Mayi, de 7 años, se sienta junto a Lourdes. Forma equipo con ella en la actividad 'Photocall', organizada entre el centro de mayores y el haurtxoko de Palmera-Montero. «Vamos a decorar unos marcos entre todos, para que luego se hagan unas fotos», explica la coordinadora, Juncal Alfonso. «Nos gusta la idea de abrirnos al barrio, de traer el haurtxoko al centro de mayores y de que ellos vengan a nuestro local».
Antes de ponerse en faena, Lourdes y Mayi han visto juntas algunas fotos antiguas. En una de ellas, aparecen una laias. «No sabía lo que eran», dice la pequeña. «Lourdes me ha enseñado que se usaban para mover la tierra y sembrar».
A Mayi le gustan los dragones «porque pueden volar y echar fuego por la boca, aunque no existen» y los abuelos, «porque son muy majos y me tratan bien». Pero dice que los jóvenes «a veces tratan bien a los mayores, pero otras veces no».
Lourdes está de acuerdo. «Ahora hay mucho cuento y mucha falta de respeto», asegura. «Un día, mi padre me mandó a por las vacas a la dehesa y le arrugué el morro. A la vuelta, me pegó un sopapo y no volví a arrugar el morro más.Y no me ha pasado nada. Ahora vas en el autobús, hay tres chavales sentados, entra una señora mayor o una madre con niños y no se levanta ninguno. Un día les llamé la atención a unos chavales por eso y como si nada, pero el conductor les dijo que les había dado una buena lección».

«Mucha soledad»

También se queja Lourdes de que «hay mucha soledad» entre las personas mayores. «Hay personas que no se mueren de viejas, se mueren de pena y de angustia y eso no puede ser. Ahora la gente va mucho a lo suyo. Yo he tenido una tienda cuarenta años en la calle Larretxipi y allí nadie estaba solo. Había comestibles, carnicería, pescadería, almacén de vinos... Todos nos conocíamos y nos ayudábamos y los niños se criaban juntos. No eran todos tus hijos, pero como si lo fueran. Pero pusieron los pivotes y se acabó. Se acabó el comercio y se acabó la vida de barrio. Mi abuelo estuvo en América, en la fábrica Ford de Ohio. Se marchó en el año 13 ó 14. Mi abuela decía que estaba 'en ojío'. Hace más de 50 años, mi abuelo decía que aquí iba a pasar lo de allí; que los barrios se iban a quedar sin tiendas. Todo lo que viene ahora ya se vivió allí cuando vivía mi abuelo. Así que, mira... tenemos que escuchar y aprender de los mayores, que saben muchas cosas y acompañarles para que no estén solos».