Kilómetros de documentación

Físicamente está casi escondido, bajo la villa Ikust-Alaia que alberga la Biblioteca municipal, pero su uso, tanto en lo físico como a través de internet, demuestra año tras año que el esfuerzo del Archivo municipal por visibilizarse y servir a los irundarras está teniendo éxito.

Durante 2014, el servicio continuó engrosando sus fondos documentales, que suponen ya más de 1.500 metros lineales, sin tener en cuenta la fototeca, la biblioteca o la apasionante hemeroteca. Es custodio de toda la información municipal, remitida por las diversas áreas del Ayuntamiento, que su personal se encarga de ordenar y clasificar para que sea accesible cuando se necesite. Y el mismo proceso se realiza hacia atrás en el tiempo, con carpetas y papeles de mediados del siglo pasado que se incorporan a fichas informatizadas, se corrigen y actualizan «para que cuando haga falta, estén disponibles», explica la archivera, Sagrario Arrizabalaga.

Ella y Antonio de las Heras son quienes se encargan de esas labores y de otras muchas que se realizan en ese bajo de Ikust-Alaia. «Hay gente que cree que estamos aquí limpiando el polvo de viejos libros con un pincel». Nada más lejos. Cada vez más, la informática se ha ido convirtiendo en una herramienta básica de su trabajo con dos claros objetivos: encontrar y facilitar a la mayor brevedad aquella información que se requiere (por un departamento del Ayuntamiento, un investigador, un particular...) y permitir el acceso remoto a través de internet.

«El Archivo es un servicio muy valioso cuya demanda es creciente, como vemos en los datos de 2014», destaca el delegado de de Sociedad de la Información, Pedro Alegre. «Está muy extendida la imagen del trabajo en sus instalaciones, consultando directamente el material, pero lo cierto es que la actividad del Archivo ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y tenemos un servicio muy accesible para todo el público a través de la web», remarca.

De hecho, la página del Archivo volvió a ser en 2014 el portal temático municipal que más visitas registró, aumentando un 28,16% la cifra de usuarios y un 24,31% la de consultas realizadas. La 'culpa', principalmente, la tiene su fototeca digital, un repaso histórico en imágenes con más de 56.000 fotografías a las que se han incorporado más de 4.700 a lo largo del ejercicio pasado. «La mayor parte corresponde a los fondos que el artista Felipe Iguiñiz cedió a la ciudad», señala Arrizabalaga. Pero hay mucho más. «La familia Zaragüeta Camino, Álvaro Ripa, Ricardo Campo y Gorka Álvarez nos han traido impresionantes colecciones de fotografías y postales históricas que vamos incorporando a la web en la medida de lo posible». Es un trabajo inacabable que no es óbice para seguir proponiendo más colaboraciones. «Muchos particulares nos traen fotos muy interesantes. Por ejemplo, de las décadas 80 y 90, instantáneas tomadas a edificios cuya demolición se anunció y de los que hoy no queda rastro» y que el Archivo se muestra encantado de recibir y poner al alcance del resto de los ciudadanos en su web. Más allá del uso normal de ese servicio online, determinados eventos revolucionan los datos de consulta. «Ahora que el Real Unión celebra su centenario, es habitual que se registren muchas entradas ligadas a fotografías históricas del club y sus jugadores», explica la archivera.

El siglo de vida del Real Unión ha provocado también una demanda de documentación «para preparar actividades dentro del programa», no tanto por parte de ciudadanos particulares como desde el propio consistorio. «Sí hemos tenido hace poco una consulta de un investigador de Madrid, aficionado a los campeonatos de España de fútbol, que quiere registrar fechas de nacimiento y defunción de los jugadores. Llamó porque no encontraba en ningún lado la información de Pepito Echeveste y Emery. Del primero encontramos enseguida, por los registros de Blaia. Del segundo no, y pensé que Unai Emery es de Hondarribia y que igual no habría nada de su abuelo en el archivo de Irun. Pero nos pusimos en contacto con un familiar que encontró un recordatorio de los que se repartieron a su muerte y allí estaban los datos», cuenta Arrizabalaga.

Peticiones como ésta «no son habituales», admite, «pero se dan más de las que pueda parecer». Normalmente, los investigadores que acoge el archivo son profesores o alumnos universitarios e historiadores. «Desde que se empezó con las certificaciones de eficiencia energética y las Inspecciones Técnicas de Edificios, también hay muchos arquitectos y aparejadores en busca de documentación sobre las construcciones». También han notado el taller de genealogía que se ha puesto en marcha en la AVV de Meaka. «Vienen muchos en busca de información sobre ancestros, dónde están enterrados y otros datos. Además, una o dos veces al año, les hacemos una visita guíada que normalmente les suele sorprender porque la mayoría de la gente no sabe todo lo que hay en el Archivo ni el trabajo que hacemos aquí».