Esta semana arranca una nueva edición de la Vuelta ciclista al Bidasoa, la carrera de más prestigio del calendario nacional de ciclismo aficionado. Suma ya 45 ediciones, y lo hace con más fuerza que nunca, con un recorrido consolidado, un final de alto voltaje que todos los aficionados se conocen casi al dedillo y que se ha convertido en su seña de identidad. Pero este año se ha endurecido un poco.
Es cierto que se mantienen tres etapas iguales que el año pasado, pero la tercera etapa, la que tiene a Orio como gran protagonista se ha endurecido un poco para seleccionar algo más el ramillete de favoritos de cara a la decisiva última etapa.
Nuevamente tendrá cuatro etapas, arrancando de Irún, llegando a Bera de Bidasoa, Hendaya y Hondarribia y terminando con el ya clásico final en el Paseo Colón de Irún. Tendrá 19 equipos, con importante representación extranjera, destacando el equipo francés La Pomelle de Marsella, y el italiano Colpack, que el año pasado arrasó literalmente y es uno de los conjuntos más potentes de la categoría continental, y con la novedad este año de la Selección de Balona. A estos equipos extranjeros se añaden tres conjuntos gipuzkoanos, los tres del ciclismo aficionado, que aspiran a dar la sorpresa, rodando a sus jóvenes promesas, logrando algún triunfo de etapa y metiendo a algunos ciclistas en los puestos altos de la clasificación general. Se trata del equipo Ampo, Grupo Eulen y el Debabarrena. Sea como fuere, un año más gracias a la Vuelta al Bidasoa las carreteras gipuzkoanas volverán a teñirse de las promesas de ciclismo del futuro, entre el 10 y el 13 de mayo.
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