"No hay que esperar a decir 'qué pena que cierra una librería', sino antes hay que decir 'qué bien que lo tenemos y vamos a aprovecharlo" Imprimir
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Lunes, 10 de Agosto de 2020 14:15

Noticia publicada en Diario Noticias de Gipuzkoa,el lunes día 10 de Agosto de 2020.


Ylenia Benito

PROPIETARIA DE BRONTË LIBURUDENDA

"No hay que esperar a decir 'qué pena que cierra una librería',

sino antes hay que decir 'qué bien que lo tenemos y vamos a

aprovecharlo"

ALEX ZUBIRIA / RUBEN PLAZA / 10.08.2020 | 00:13

Ylenia Benito, en la puerta de Brontë, en la calle Mayor de Irun.
Ylenia Benito, en la puerta de Brontë, en la calle Mayor de Irun. Ruben Plaza
Tras tres años de aventura, Ylenia Benito cerrará Brontë liburudenda el próximo día 29, dejando, una vez más, huérfana a Irun de una librería que es mucho más que eso
DONOSTIA – La pandemia ha sido "el último empujón" a una situación frágil. La falta de un apoyo institucional mayor y sobre todo, la imposibilidad de continuar como consecuencia de las medidas de seguridad con el espíritu de Brontë, en el que comprar libros es una más de sus funciones, han llevado a Benito a tomar esta decisión. Afortunadamente, señala, quedan muchas librerías con la misma esencia en Gipuzkoa: "Espero que el cierre sirva al menos para que la gente se dé cuenta que hay que cuidar a las librerías guipuzcoanas".
Imagino que tomar la decisión de cerrar ha ido madurando con el tiempo.

–Sí. Al final han sido muchas cosas. Aunque no puedo buscar un culpable, todo lo que estamos viviendo va justamente en contra de lo que es el proyecto, de una librería donde estar tranquilos, mirar los libros, sentarte, charlar, que haya actividades, presentaciones... En este momento, todo eso no lo puedo hacer, pero ya de antes era un proyecto muy frágil en el que cualquier cosa te podía hacer caer. Pero es también cómo está montada la industria del libro... Son muchas cosas.
Por lo tanto, el coronavirus y todo lo que deriva de él han sido la estocada final.
–Ha sido el último empujón. Como te decía, antes la situación era muy frágil y el futuro siempre es incierto, pero, ahora, para mí, lo es muchísimo más y no puedo arriesgarme porque no tengo dinero para hacerlo. Lamentablemente, esto también son números, somos amantes de las letras, pero los números mandan más y no puedo, ni quiero tampoco, arriesgarme a no se sabe qué. Obviamente estar dos meses de no poder trabajar y quedarse en minus, no en cero, porque si hubiera sido de cero no sería tan malo, ha afectado. Y ahora la situación es otra: no poder hacer las actividades al tener que mantener las distancias, la gente entra a la librería con más prisa para no molestar al que está esperando fuera... Es preferible que antes de que la rueda te aplaste, apartarte y dejarla pasar.
¿Es imposible lidiar con las medidas de seguridad y el espíritu de Brontë?
–Lo es. Brontë es un refugio en el que estar y estar tranquilo. Aquí puedes tocar los libros que quieras, estar el tiempo que necesites, charlar conmigo, ir a una presentación o a un coloquio, relacionarte con una editorial... Ahora hay gente que quiere venir sabiendo que puede estar seguro, pero mira a la puerta y ve una persona esperando para entrar y ya se pone nervioso y no puede estar como querría. En el club de lectura, si éramos doce casi teníamos que sentarnos una encima de la otra en el sofá, ahora eso no lo podemos hacer. Todo eso se ha perdido.

¿Ha echado en falta más apoyo institucional a los pequeños comercios?

–Es algo muy difícil, porque no tengo una terraza que poder ampliar como un bar para tener más clientes y acogerlos con mayor seguridad. Tampoco puedo subirle el precio a la caña. No puedo decirles: "Oigan, entiéndanme. Tengo que ganar un poco más y esto que vale 2,50 euros ahora va a valer 2,80. El libro tiene el precio que tiene y es para todos igual. O al menos casi todos, porque lugares como Amazon tienen unos precios que van en contra de lo que es una librería. Por todo ello, sí creo que las instituciones se están olvidando de que hay sectores que somos mucho más frágiles que un bar o el turismo. Por supuesto que estamos en un momento en el que todos necesitamos ayuda, pero para algunos debe ser de una mayor imaginación. Yo no tengo una terraza, pero necesito ayuda.
Lo que sí que ha notado, más tras anunciar el cierre, es el apoyo de los clientes.
–Eso es lo mejor. En Brontë no tengo clientes, tengo brontëlagunak y son geniales. Ellos han respondido como siempre, estupendamente. Y eso te da un punto de pensar que qué pena que ese apoyo no haya sido suficiente o como que no haya servido del todo. Estos días están siendo una montaña rusa porque viene mucha gente a mostrarte su apoyo y cariño, así que por esa parte estoy súper feliz.
En estos tres años, ¿ha notado gente que antes compraba en Amazon y haya dicho: 'ya que tengo la librería aquí, voy a comprar mejor en ella?'
–(Risas) No lo sé, porque supongo que quien compra en Amazon y viene no lo cuenta. Pero sí que hay gente que comenta que alguna vez ha comprado por Internet pero hoy, al enterarse que estaba la librería, ha querido ayudar. Aún así, no creo que sea algo generalizado.
Garoa, Noski!, Tobacco Days, Hon-tza... el espíritu de Brontë sigue en todas ellas, ¿no?
–Sí. Yo me voy, pero tengo muy claro cuál es mi bando y siempre va a ser una librería. Espero que el cierre al menos sirva para que la gente se de cuenta de que hay que cuidar a estas librerías.En Gipuzkoa tenemos grandes librerías y libreras y libreros. Tinta Cómics, Tobacco Days, la librería Donosti, Garoa... hay muchísimas y confío e que la gente se dé cuenta de que hay que apoyarlas. Y apoyarlas quiere decir ir a ellas y no ir una vez y dos en Internet porque es más cómodo. Es ir siempre y que sepan tu nombre, que tú sepas el de los libreros y que charles con ellos, porque es una experiencia única.
Así, el día de mañana, cuando cierre una no digan 'qué pena', cuando nunca han ido.
–Yo, de hecho, abrí Brontë porque Oskarbi, una librería que llevaba más de 30 años en Irun, cerraba. Me resistía a vivir en una ciudad que no tuviese librería y continuamente he estado diciéndole a la gente que tenían que darse cuenta de que hay ciudades y pueblos que no tienen librerías y que tienen que moverse para ir a una. Tener una librería cerca es tener un tesoro y hay que cuidarlo. No hay que esperar a decir qué pena, sino antes hay que decir qué bien que lo tenemos y vamos a aprovecharlo.
¿Qué balance hace de estos tres años?
–Uf, qué difícil. Pero voy a decir que positivo porque yo he disfrutado muchísimo. Quiero quedarme con lo bueno, con la gente que he conocido, la relación con otras libreras, a ver entablado amistad con otras librerías, el trato con pequeñas editoriales que hacen un trabajo inmenso, con los lectores que se han convertido en amigos con los que he compartido libros, charlas, risas y cervezas en el patio... Creo en esta profesión y en este mundo, así que, aunque ha habido momentos de desilusión, ha habido muchas sorpresas buenas y me voy a quedar con ellas.
Y tras el cierre el día 29, ¿qué?
–Después del 29, a buscar nuevas aventuras (risas). A buscar trabajo, nuevos líos en los que meterme y a seguir en el bando de la cultura. Si puedo seguir en el mundo de la literatura, perfecto, y sino, espero al menos estar cerca. A mí me encontraréis, como decía antes, en una de estas librerías de Gipuzkoa.
"Apoyar al pequeño comercio quiere decir ir a él siempre y no una vez y dos en Internet porque es más cómodo y fácil"
"Creo en esta profesión, así que, aunque ha habido momentos de desilusión, ha habido muchas sorpresas y me quedo con ellas"
"Creo que las instituciones se están olvidando de que hay sectores que somos mucho más frágiles que un bar o el turismo"
"Lamentablemente, somos amantes de las letras, pero los números mandan más y no puedo arriesgarme a no sé sabe qué"