Perspectiva artística del futuro a orillas del Bidasoa

Los profesionales de la cultura, artistas, programadores y técnicos, reclamaban esta semana atención sobre su crítica situación. El sector cultural tiende ser el más sacrificado en periodos de crisis, pero en esta ocasión, por las limitaciones y restricciones, el daño está siendo enorme en todo el espectro laboral de esta industria.

«Sabemos que es un sector que está sufriendo», afirmaba el alcalde, José Antonio Santano, esta semana. «Este Ayuntamiento ha decidido hacer actividades. Tendrán que estar controladas, bien dimensionadas, pero las vamos a hacer». Es necesario, no sólo porque la cultura es un valor al que no cabe renunciar, también desde la perspectiva económica porque «muchas microempresas y autónomos del sector están pasando serias dificultades. No queremos olvidarlos, forman parte de nuestras prioridades y cuando hablamos de economía local, también estamos hablando de esas pequeñísimas empresas que trabajan en este sector». Por eso, decía Santano, «estamos haciendo cosas y vamos a seguir haciéndolas».

En la voluntad de desbloquear el frenazo, el área de Cultura ha promovido una programación cultural de otoño que se presentará en breve y que «no se distingue de la de cualquier otro año», decía el director del área, Josean Ruiz de Azua, antes de enumerar ante los miembros de la Comisión Informativa las diversas propuestas de distintas disciplinas que se celebrarán hasta final de año.

Feria al borde del río

Necesariamente tendrán que adaptarse formatos, aforos y medidas de prevención, pero eso no debe impedir que en la ciudad ocurran cosas. Ayer, bajo organización del área de Cultura y Bitamine Factoría, la orilla local de la desembocadura del Bidasoa vivió la quinta edición de la feria de arte contemporáneo y memoria histórica Ribera. Fue un verdadero regalo encontrarse con artistas a pie de calle, verlos trabajar en lo suyo, que hicieran disfrutar a los asistentes, que les hicieran pensar, que incordiaran lo que pueda quedar de confort mental. Meditación con música al pie de las Laias de Narzabal, sumida en el rumor del Bidasoa; el Equilibrio en la muga, planteado en los términos conceptuales de Oier Gil e Iker Eizagirre en el remozado puente Avenida; teatro, si se permite este reduccionismo, para enfrentar la nostalgia y un fagot para llevar la danza a la orilla del río.

Jaime de los Ríos montó su propuesta en una campa casi marismeña de Osinbiribil y ofreció allí Recorridos filogenéticos a los previamente inscritos. «Basándome en situaciones que se dan en la naturaleza me he planteado unos algoritmos sin componente informático», explicaba el artista a los participantes en una de las visitas. «Con espejos enganchados a palos mediante muelles he buscado el efecto del mar en calma, que también se da en bancos de peces; un cierto movimiento provocado por reflejos que van cambiando»; en su instalación, espejos que reflejan luz o no, es decir, 'unos' y 'ceros' físicos. «Es una obra que necesita contemplación y busca expresar ese significado filogénico, que ha estado en todas las civilizaciones, que está en los animales, en las plantas, en el mar, cuando escuchas a los pájaros, en la belleza en la naturaleza. No es algo semántico, es un lenguaje sin palabras, intuitivo».

Dos murales por el futuro

Una artista local, aunque afincada en Madrid, Ane Domínguez, es quien se encuentra detrás de la firma Maldita Lettering. Ella con apoyo de estrechos colaboradores «para poder completar el trabajo en el día», se encargó ayer del mural bajo la variante en el lado de Osinbiribil. «El tema de la feria este año era el futuro y yo he puesto la palabra 'egokitu' como elemento central». Adaptarse, que es lo que esa palabra significa en euskera, es lo que nos toca «porque vienen cambios. Pero va a ser un mural alegre, muy positivo. Lleva una ilustración de un niño, porque debemos mantenernos siempre curiosos, y de una nave, como símbolo de tener siempre la menta abierta para hacer camino venga lo que venga». La idea de fondo «es dar color a este momento en el que el futuro parece tan gris».

Enfrente Mikel Remak, artista donostiarra, planteaba su propia lectura sobre el futuro con «unos paisajes abstractos y una figura en medio que quiere transmitir tanto la incertidumbre que nos está tocando vivir como una esperanza en un futuro mejor».

Él trabajaba solo y no pudo rematar ayer la obra. «Es un mural de grandes dimensiones que se ve de cerca por quienes pasan por al lado y de lejos por quienes pasan por enfrente. Eso requiere trabajar en dos escalas, amplia y de detalle, y decidí hacerlo así y no simplificar, aunque me suponga venir más días».