Juantxo Villarreal: «Mi etapa como entrenador del Bidasoa fueron años de sacrificio, lucha y felicidad» |
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Domingo, 14 de Diciembre de 2014 22:22 |
Noticia publicada en Diario Vasco sección Bidasoa,el domingo día 14 de Diciembre de 2014. Juantxo Villarreal: «Mi etapa como entrenador del Bidasoa fueron años de sacrificio, lucha y felicidad»
14 diciembre 201400:11
Nació en la cercana localidad de Errenteria en el año 1947 pero, desde ayer, también es 'Irunés de toda la vida'. Juantxo Villarreal Olazabal recibió esta distinción que concede anualmente el Casino de Irun a personas que, sin ser naturales de la ciudad, hayan realizado una labor significativa en la misma. En el caso de Juantxo Villarreal, el Casino ha valorado su trayectoria como entrenador del Bidasoa durante los 22 años que ocupó dicho puesto. El ascenso a la División de Honor, la Copa de Europa del año 1995, la consecución de la Recopa... Fue una época de triunfos para el equipo que el entrenador recuerda ahora como «una obra redonda», de la que destaca especialmente el trabajo desempeñado por todos los integrantes del club deportivo, y también el cariño que recibió desde la ciudadanía irundarra.
-El de 'Irunés de toda la vida' es un título informal, pero imagino que ilusiona igualmente el recibirlo...
-Por supuesto, he recibido este reconocimiento con ilusión, sorpresa y agradecimiento, como no podía ser de otra manera. Al fin y al cabo, todo lo que hacemos nosotros, quienes trabajamos en el deporte de alta competición, está directamente relacionado con el estado de felicidad, relativa pero felicidad a fin de cuentas, que generamos en la masa social que nos rodea. Éste es un reconocimiento en ese sentido y, por lo tanto, muy de agradecer. Sí quiero resaltar que la labor que se desempeñó en el Club Deportivo Bidasoa fue un trabajo coral, de mucha gente que ha sido importantísima para esta entidad, y de alguna manera quiero representarles a todos ellos al recibir este reconocimiento, aunque el título sea personal. No puedo menos que tener en el recuerdo a toda la gente que me acompañó en aquella etapa.
«Irun y Bidasoa han sido tan importantes en mi vida que me considero una persona de aquí»«El recuerdo de mi etapa como entrenador del club es el de una obra muy redonda»
-¿Cómo comenzó su vínculo con la ciudad de Irun, y más concretamente con el Club Deportivo Bidasoa?
-El año anterior a comenzar a trabajar en Irun, en 1974, el equipo del Bidasoa estaba siendo entrenado por un amigo mío, Carlos Iglesias. Por aquel entonces yo estaba estudiando la División de Honor, en relación con el Arrate de Eibar. Pero no era el entrenador de este equipo, sino que estaba como ojeador y muchas veces venía a 'espiar' a los rivales del Arrate precisamente a Irun, al frontón Uranzu. Coincidiendo con que Carlos Iglesias iba a dejar de entrenar al Bidasoa, me propusieron asumir ese puesto.
-Y lo desempeñó durante los siguientes 22 años. ¿Cómo recuerda aquella época?
-Fueron unos años muy intensos, de sacrificio, lucha, pelea y felicidad. Nos juntamos un grupo fantástico de trabajadores, capitaneados por Beñardo García que fue quien nos lideró. Además del trabajo que llevamos a cabo, también tuvimos esa pequeña suerte que hay que tener para conseguir los títulos que logramos.
-Usted fue uno de los protagonistas de la época más gloriosa del Club Deportivo Bidasoa.
-El recuerdo de aquellos tiempos es el de haber conseguido llevar a cabo una obra muy redonda. No obstante, se ha hablado muy generosamente de que yo ascendí al equipo, pero no se habla de que el primer año yo bajé al equipo... Y a mi me gusta decirlo, porque quiero reconocer el mérito a las personas que tuvieron fe en mi y me permitieron subsanar, al año siguiente, el error de aquel descenso. Es algo que valoro mucho, porque esto en el mundo del deporte, y más ahora, no es nada frecuente. Cuando un entrenador hace una cantada como la que hice yo, se cambia y fuera... Por eso es tan importante para mi ese año, cuando entre todos conseguimos ascender al equipo en un momento en el que la directiva hizo un gran acto de fe confiando en mi.
-Pero después de aquello, llegaron los éxitos.
-Por eso hablaba de obra redonda... Empezamos descendiendo, ascendimos y pasamos unos años afianzándonos en la tabla... Para luego llegar a la consecución de ocho títulos importantes de carácter nacional e internacional. Si a eso añades que yo, además, terminé mi papel cuando fuimos campeones del partido de la final de la Recopa en Hungría... Antes de aquel partido yo ya había decidido cerrar mi etapa como entrenador del club. Y ahora, cuando lo ves con perspectiva, parece un cuento del que te han dejado elegir el final. Así fue. Por eso hablo de una historia muy redonda, en la que todos crecimos: la directiva, el club, los jugadores... Hasta conseguir las cosas que conseguimos. La sensación que queda es extraordinaria.
-¿Qué significa para usted Irun?
-Para mi, Irun y Bidasoa han sido algo tan importante en mi vida que me considero una persona de aquí, de la comarca; sin desmerecer mi origen de Errenteria.
-¿Qué es lo que más valora de esta ciudad y la experiencia que ha vivido en ella?
-Destaco, sobre todo, dos cosas que fueron fundamentales para poder conseguir lo que conseguimos con el Club Deportivo Bidasoa: en primer lugar, el gran respeto y cariño con el que el público nos 'soportó' en los malos momentos, que haberlos los ha habido. En una gestión a larga distancia, uno siempre pone en evidencia sus capacidades. En ese sentido, yo me he sentido siempre muy amparado. La segunda cosa es la relación con la prensa, sobre todo con la más próxima. Al igual que el público, la prensa también ha sabido estar a las duras y a las maduras, y remar en la misma dirección que el club. Eso ha sido muy importante.
-¿Y sus mejores recuerdos vinculados a Irun?
-Tengo grabadas unas imágenes muy emotivas de cuando conseguíamos algún título y paseábamos por el paseo Colón en el autobús... Siempre me fijaba, desde la ventanilla, en la alegría que le producíamos a la gente, el cariño con el que nos recibían... Eso me terminaba de emocionar, porque me quedaba la sensación de que habíamos hecho algo bueno. Sin ninguna pretensión de creer que hemos resuelto algún problema vital de los iruneses, pero sí que hemos dado momentos de alegría.
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