Euskaratzeko lanean ari gara.
Noticia publicada en Diario Vasco sección Bidasoa, el jueves día 16 de Febrero de 2012.
Ricardo Alberdi. :: LA VERDAD Hoy hace 30 años que murió Ricardo Alberdi. Quienes no hemos conocido al sacerdote irunés, encontramos su estela en casi todas las asociaciones ciudadanas relacionadas con el compromiso social. Allá donde se trata con personas desamparadas o excluidas, donde se ayuda a quienes peor lo están pasando y donde se trabaja por conseguir un mundo más justo, siempre hay alguien que menciona a Ricardo Alberdi. Esta tarde, a las siete, se celebra en la parroquia de Santa María del Juncal una misa en su memoria. El párroco, Fernando Jiménez, conocíó a Ricardo Alberdi «cuando estaba en el Seminario de San Sebastián. Tendría yo unos 22 años. Él era entonces profesor en Salamanca y venía de vez en cuando a dar cursillos o charlas. Era un hombre tremendamente preparado a nivel académico y con una capacidad de comunicación fuera de serie. Sabía comunicar muy bien al alumno los temas más difíciles. Al mismo tiempo, era un hombre entregado, un hombre coherente. Vivía en consecuencia con lo que creía y decía». Agustín Ugarte, presidente de la ONG Behar Bidasoa, tiene muy presente a Ricardo Alberdi. «Los primeros fundadores de Behar Bidasoa somos sus discípulos», dice. «Para nosotros, fue nuestro maestro, en todos los sentidos. Fue un hombre de mucha elocuencia y de mucha categoría intelectual. Se volcó con las Escuelas Sociales y ahí están sus homilías y sus charlas. A la vez, fue un hombre muy austero, muy humilde, con una dedicación absoluta a los más indefensos, a los más necesitados». «Ahora que estamos hablando del tema del decrecimiento económico, recuerdo una charla que dio en el año 80, hablando de la solidaridad. Decía que habría que pensar en trabajar menos horas para ganar menos dinero y para que mucha más gente tuviera trabajo». Marilén Ceberio, miembro del Foro Ciudadano y de la comisión de Inmigración, recuerda a Ricardo Alberdi como «un hombre íntegro, muy coherente, un cristiano comprometido con la realidad social. Yo le descubrí en las JOC(Juventudes Obreras Católicas). Desde entonces, he seguido con el compromiso social. La filosofía de Ricardo Alberdi y la de las Escuelas Sociales era formar a la gente para que participáramos en la vida social, luchando siempre por un mundo más justo. Yo le estoy muy agradecida, porque esa es una manera de vivir que te llena».
BIDASOA 16.02.12 - 02:22 - NICOLÁS AGUIRRE | Ha sido por su talento, por su apostolado, por su entrega al mundo del trabajo en todos sus ámbitos desde niveles universitarios hasta zonas netamente obreras, uno de los iruneses más relevantes de la segunda mitad del siglo pasado. Su prestigio y personalidad, bien fundamentados, rebasaron ampliamente su Irun natal para ramificarse por todo el país. Conocimos a Ricardo Alberdi en Enero de 1940. Vistiendo el uniforme de oficial de infantería, se encontraba en una de las aceras de la avenida de Navarra, en las cercanías del cuartel aleccionando a unos soldados en el manejo de un cañón antitanque. Poco después, sería funcionario por oposición en la Caja de Ahorros de Guipúzcoa. Se le tenía como un joven de profundas inquietudes sociales y culturales. En 1947, a los 28 años de edad, ingresó en el Seminario de Vitoria. Poco antes, había quedado disuelto un largo noviazgo con una joven irunesa por la mutua y libérrima voluntad de ambos que a la luz de la Fe entendían que la vida religiosa como Misionera Mercedaria de Berriz, para ella, y el sacerdocio para él eran los caminos adecuados para canalizar y vivir sus dos vocaciones. En 1953 es ordenado sacerdote. No ceja en su misión cerca del mundo obrero aun durante sus seis años de seminarista; pero es a partir de su ordenación cuando su apostolado va alcanzar una dimensión difícilmente abarcable. Funda las Escuelas Sociales y cofunda con su hermano José Mari la editorial Ethos, vivero de incontables opúsculos de documentado y valioso contenido social. Su labor docente es intensa: la Facultad de Sociología León XIII, en Madrid, el Instituto Superior de Ciencias Morales, también en Madrid, son centros, entre otros, en los que su palabra se recibe con reflexiva admiración. Pero es dentro del mundo obrero donde su labor doctrinal y su ejemplo, son tenaces y fructíferos. Escribe libros de innovadores perfiles sociales; da frecuentes charlas sobre marxismo y comunismo en los que ve aspectos positivos, pero los cuales ante una actitud cristiana, realmente evangélica, deben quedar, si no relegados, sí superados. Lo que persigue es que la Fe cristiana repercuta en la realidad social. Creyentes, sí, pero en lucha para que la sociedad cambie. Su prestigio, su competencia hacen que el arzobispo de Pamplona le ofrezca el cargo de obispo auxiliar de la diócesis navarra. Lo rehusa por una premisa moral sin trueque posible: «Que sea elegido por todos el que haya de presidir a todos». No le van los nombramientos a dedo por muy episcopales que sean. Ahora se cumplen los 30 años del fallecimiento de un hombre entero vital e intelectualmente, vocacional defensor de la verdad, de una altísima ejemplaridad en las ideas y de la propia vida. Tenía 62 años.
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