José Ignacio Iruretagoyena recibirá la Medalla de Oro de la ciudad

José Ignacio Iruretagoyena Amiano se jubiló el miércoles, después de medio siglo entregado en cuerpo y alma al Instituto Bidasoa y a la Formación Profesional de la comarca. Los compañeros del centro que ha dirigido durante cuatro décadas no tardaron ni 24 horas en mostrarle públicamente su agradecimiento y admiración. Ayer mismo, le rindieron un sentido homenaje, al que asistieron familiares, amigos, colegas, alumnos, padres, empresarios y responsables políticos, que llenaron el salón de actos del IEFPS Bidasoa.

Genio y figura, 'Irure' no esperó sentado su homenaje, sino que, sin dejar de moverse por el estrecho pasillo que dejaban las sillas colocadas para la ocasión, fue acomodando a los rezagados que no encontraban hueco, hasta que alguien le pidió, por favor, que se estuviera quieto, porque el acto tenía que comenzar.

Con 'Irure' de por medio, los formalismos sobran y es sobre todo por eso, además de por su talento, capacidad de trabajo y carácter conciliador, por lo que se le quiere tanto. Quienes organizaron el homenaje de ayer lo conocen bien, porque el acto estuvo plagado de guiños humorísticos y palabras sencillas, que son las preferidas del ya exdirector del Instituto Bidasoa. «Esto no es un adiós», dijo el jefe de Estudios del centro, Joxerra Aguirrezabalaga. «Es un homenaje bien merecido. Se lo debemos. Se lo debe el centro, la Formación Profesional y la ciudad».

Secretario del Instituto Bidasoa

Viceconsejero de FP

Alcalde de Irun

A Fernando Delgado, secretario del instituto, le correspondió la compleja tarea de resumir, en unos minutos, la vida de Iruretagoyena. A través de un muy aplaudido power point, Delgado hizo un repaso de la trayectoria personal y profesional de un hombre «al que no le gusta sentarse y ver pasar las cosas. Lo que le gusta es hacer que sucedan», dijo. «Él ha crecido y vivido en este centro, que es y seguirá siendo suyo. Aquí solo encontrará gratitud y grandes amigos».

Jubilado, pero menos

El viceconsejero de Formación Profesional del Gobierno Vasco, Jorge Arévalo, asistió al acto, celebrado «en un día de alegría, porque despedimos a alguien muy importante y es un día de tristeza porque perdemos a alguien fundamental para nosotros», señaló Arévalo. «En la vida todo llega, pero yo, con José Ignacio, haría una excepción. Primero, porque necesitamos a gente como él y segundo, porque 'Irure' necesitaría tres vidas para cansarse».

Con 70 años, José Ignacio ha cesado en su actividad docente, pero el Gobierno Vasco se resiste a jubilarlo del todo. «Queremos que haya una conexión entre el profesorado joven y los profesores jubilados, que son los que más saben y es ahí donde le esperamos».

El alcalde de Irun, José Antonio Santano, se reservó para el final del acto una noticia que fue recibida con una ovación. El próximo mes de noviembre, José Ignacio Iruretagoyena recibirá la Medalla de Oro de la ciudad. El pasado mayo llegó al Ayuntamiento una petición del Instituto Bidasoa, respaldada por padres, alumnos, y profesores en la que se solicitaba esta distinción para quien ha sido director del centro durante más de 40 años. «He puesto en común la propuesta con todos los grupos políticos y hay unanimidad. En octubre se celebrará el Pleno y en noviembre, se le entregará la Medalla de Oro de Irun».

Para el alcalde, el mayor mérito del homenajeado «es su capacidad para mantener la ilusión de un principiante. Eso es lo que le hace irrepetible. Es un capital social para la FP y también para Irun, por su colaboración en todos cuantos proyectos sociales y económicos se le han propuesto. No he conocido mayor capacidad de iniciativa y de liderazgo en la ciudad. Es un símbolo del servicio a la comunidad».

'Irure' agradeció las muestras de cariño y aseguró que deja un gran relevo, liderado por Alberto Arranz. Bromeó diciendo que, a estas alturas de su vida, se encuentra con jóvenes que le comentan: «Mi abuelo fue alumno tuyo» y confesó que sus años de docencia y dirección «no me ha supuesto esfuerzo, ni cansancio. He sido feliz y si me hubiesen dejado, habría seguido».

El acto terminó con todos los asistentes en pie, cantándole al homenajeado el Agur Jaunak. ¿Adivinan quién dirigió el improvisado coro?

¡Feliz jubilación, maestro!