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Noticia publicada en Diario Noticias de Gipuzkoa,el martes día 1 de Marzo de 2022.

Un viaje de 26 horas entre Irun y Ucrania

josé luis lorenzo 01.03.2022 | 01:03

Aitor Ruiz de Angulo y su esposa Svieta, los héroes de esta historia.
Aitor Ruiz de Angulo y su esposa Svieta, los héroes de esta historia.

Aitor Ruiz de Angulo y su esposa Svieta regresan de Ucrania con casi 6.000 kilómetros a sus espaldas y con seis familiares rescatados del infierno que se vive en aquel país trAs la invasión de rusia

2.800 kilómetros son los que separan Irun del paso fronterizo de Kroscienko-Smolnica, una de las fronteras que Polonia tiene con Ucrania. Hasta allí se desplazaron este pasado viernes en coche Aitor Ruiz de Angulo y su esposa, Svieta, vecinos de la localidad irundarra con un único objetivo: reencontrarse con su familia ucraniana y rescatarla del infierno en el que se ha convertido aquel país tras la invasión rusa. "No había otra posibilidad que hacerlo como lo hemos hecho", sostiene Aitor, uno de los protagonistas de esta historia. Cinco días después, casi toda la familia ya ha emprendido el camino de regreso a casa después de la odisea vivida. "Cuando llegue a casa voy a vender el coche", confiesa en un tono jocoso Aitor. Junto a él y su esposa, viajan en el coche de vuelta a Irun su cuñada, el hijo pequeño de ésta y otras dos mujeres, una de las cuales es la novia del hijo mayor que se queda. Los progenitores, que fueron los últimos en cruzar la frontera, volarán hoy mismo desde Cracovia, donde se encuentran alojados en casa de unos amigos. En Ucrania se quedan el marido y el hijo mayor de su cuñada. "Sabemos que están bien, pero no mucho más. Son militares y tampoco pueden dar mucha información", reconoce Aitor.

"Todo es un desastre", asegura este irundarra, ya más tranquilo una vez conseguido el objetivo de la misión. "No se ve a ningún hombre cruzar la frontera. Solo mujeres y menores de edad", comenta. Su coche es uno de los miles de vehículos apostados al otro lado de la muga esperando la llegada de familiares. "Hay matrículas de toda Europa, de Italia, de Holanda, de Lituania, de España... Es una espera que se hace interminable", sostiene Aitor. "Los padres de mi mujer, su cuñada, su hijo pequeño y las otras dos mujeres pasaron tres días en el coche. Al final, los más jóvenes decidieron salir a pie, mientras que mis suegros se quedaron en el coche. Están pasando la frontera muy despacio. Los coches se mueven cada día cinco kilómetros y los que lo hacen a pie han tenido que esperar 30 horas para pasar", relata Aitor, que también ha contado con la inestimable ayuda de su hermano Iosu, que vive en Wolsburgo. "Teníamos que pasar por allí y nos ha ayudado. En la ida, los últimos 900 kilómetros los hizo él. Menos mal porque más de un día sin parar se iba a hacer complicado", señala.

No olvidará tampoco la solidaridad que se han encontrado en tierras polacas. "Hacía mucho frío, seis grados bajo cero, incluso nevando y la gente se ha volcado, entregando mantas, comida caliente", agradece este irundarra casado con Svieta desde 2003, pero cuya historia comenzó mucho tiempo atrás. Svieta fue una de las niñas que llegaron a Irun tras el mayor accidente nuclear de la historia cuando, en la madrugada del 26 de abril de 1986, el reactor número cuatro de la central de Chernobyl explotó. Casualidades de la vida, tal y como él confiesa, "yo nací en Mosku, en el hospital que había ahí".

Una vez en Irun será el momento de tomar decisiones. "Si se alarga esta situación, no sabemos, ni ellos ni nosotros, qué vamos a hacer. Esperamos que no se alargue mucho y mientras tanto vivirán con nosotros. Nuestra casa no es muy grande para vivir muchos, pero hay un montón de gente dispuesta a ayudarnos, como uno de nuestros vecinos, que nos ha dejado su casa porque él esta trabajando en el extranjero", agradece. "Lo que todos queremos es que esta guerra se acabe cuanto antes", desea.

un viaje de 26 horas. Esta fue la ruta que siguieron Aitor y Svieta desde Irun hasta llegar al paso fronterizo de Kroscienko-Smolnica.

 
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