8 julio 201400:19
Esta madrugada, Tinduf, lugar argelino que acoge el exilio saharaui, pasaba una noche difícil con 25 grados. Durante el día se alcanzaban casi los 40. Por eso, la suave temperatura de Irun y el sirimiri se convirtieron en una bendición de acogida a los doce niños que llegaron para pasar sus dos meses de verano en buena compañía.
La recepción oficial de las ocho niñas (Aaza, Lala, Maaluma, Minetu B, Minetu M, Nayat, Batul y Mariamr) y cuatro niños (Abdelhadi, Chaiba, Sidahmed, y Mayub), tuvo lugar el viernes a la una del mediodía en el lugar tradicional, la Sala Capitular del Ayuntamiento de Irun. Allí se reunieron las familias con sus respectivos hijos de acogida y una nutrida representación política, encabezada por el alcalde, José Antonio Santano, y con la presencia de la delegada de Cooperación, Maite Cruzado, así como otros miembros de la Corporación Municipal.
Se trata ya de la decimocuarta edición del programa Vacaciones en Paz, a través del cual llegan al País Vasco más de 300 niños de entre 7 y 12 años, todos de origen saharaui. Un auténtico refugio de cariño y felicidad para estos niños con una vida cotidiana tan difícil entre el desierto y el exilio. Los cruces de miradas entre los pequeños y las familias reflejaban una ilusión compartida.
«Cada vez que vengáis a Irun, sabéis que aquí tenéis amigos», señalaba Santano
Todos ellos podrán disfrutar de distintas actividades como cursillos de educación vial, piragüismo, natación, fútbol y entre otras muchas. También, harán excursiones y visitas a lugares cercanos durante los meses de julio y agosto, tras los cuales regresarán a Tinduf.
Tres dimensiones del viaje
Detrás de esta solidaria iniciativa, promovida desde los departamentos de Cooperación, Educación y Juventud del Ayuntamiento, se encuentra la asociación Tadamum. Su secretaria, Miren Olascoaga, recordaba las tres dimensiones del viaje: la lúdico-festiva, la alimentaria y la médico-sanitaria: «vienen para recibir buena alimentación -dice- y aprovechamos la colaboración de Osakidetza para realizarles una revisión general, óptica y dental». Agradeció el esfuerzo de la cooperación municipal y la enorme solidaridad de las familias. Asimismo, relataba anécdotas curiosas como que, para estos niños, «acostumbrados a vivir entre desierto, rocas y viento, abrir un grifo, pulsar un interruptor o ver girar una lavadora, se convierte en magia». Por eso, «abrir el grifo de una bañera acaba siendo su juego favorito», dijo Juan Miguel López, uno de los padres de acogida.
Por su parte, el alcalde, agradeció la labor generosa de Tadamum y, muy especialmente, la de las familias acogedoras, ofreciendo así el apoyo de toda la ciudad: «cada vez que vengáis, sabéis que aquí tenéis amigos», dijo a los saharauis poco antes de entregarles unos obsequios de bienvenida.
De esta forma, se abre un verano de ilusión y esperanza para estos niños cuya sonrisa es todo un regalo.