7 mayo 201700:11
«Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo/dicen que dijo Arquímedes./Esta es, seguramente, la primera hipérbole científica,/la primera formulación poética/de un principio mecánico./Así se inició la relación/entre dos culturas/tan poco dadas al cortejo mutuo».
Estas ocho líneas forman parte de 'Arquimediana', uno de los 40 poemas que componen 'Un punto de encuentro', el nuevo libro de Jesús Rodríguez, que será presentado el miércoles, día 10, a las siete de la tarde, en el CBA. El principio de incertidumbre, los números irracionales, los protones, los neutrinos y la ley de la termodinámica navegan a favor de corriente en este poemario, en el que Fidias y Darwin pueden tomar juntos el té.
-¿Qué cuenta en 'Un punto de encuentro'?
-Es una apuesta personal que nace unida a lo que podrían ser los grandes principios de la ciencia. Hace ya bastantes años que me introduje en el mundo de la astronomía y la astronomía me llevó a preguntarme cosas sobre la física, la biología, la ciencia en general... El origen del poemario está en la lectura de un libro de ciencia titulado 'Las raíces triviales de lo fundamental', de Jorge Wagensberg, un divulgador científico maravilloso. En ese libro de ciencia, había un poema para enunciar uno de los principios de la física. He reproducido ese poema en la página 50 de 'Un punto de encuentro', con algunas cosas mías añadidas y le he enviado a Wagensberg un ejemplar del libro, dándole las gracias por la inspiración y pidiéndole disculpas por el 'plagio'.
-En los últimos años, en el mundo de la enseñanza, que usted conoce bien, la balanza entre la tecnología y la humanística no ha estado muy equilibrada.
-La parte científica tiene más prestigio como conocimiento real. Eso es así. En el mundo real, las cosas están ahí y la única manera de acercarnos a ellas es a través de la ciencia. Pero las peleas entre el mundo humanístico y el mundo científico no llevan a nada. Ambos mundos son necesarios y se nutren uno del otro. Creo que en este momento, estamos en el buen camino. Hay colectivos importantes en el mundo científico y en el humanístico que trabajan en paralelo. Ahí está Naukas, una plataforma maravillosa. Celebran congresos con ponencias desde el campo del arte, de las humanidades, de la neutrociencia, de la biología... y siempre lo hacen desde una labor de conexión.
-¿Por qué tenemos esos dos campos del conocimiento tan disociados?
-El mundo de la filosofía de la primera parte del siglo XX hizo mucho daño, porque se alejó de la tecnología. Heisenberg y otros tuvieron mucho que ver en ese rechazo. Se echó la culpa a la tecnología de todo lo malo. Parecía como si la tecnología no nos ayudara, sino que nos complicara más la vida y no es cierto. La ciencia puede derivar en cosas estupendas y en otras no tanto. Creamos aviones que nos trasladan y también arrojan bombas. Pero con un simple lápiz podemos escribir palabras maravillosas y también metérselo en el ojo a alguien.
-¿Tiene más poesía una noche despejada de verano, si conocemos el nombre de las estrellas y su comportamiento?
-Ante esa cosa extraordinaria, te deja aún más boquiabierto saber a qué distancia está, cómo funciona, qué está haciendo y cómo surgió la vida desde esa enorme central nuclear. Creo que conocer todo eso es un plus para disfrutar de lo que estás viendo cada día.
-¿A qué lectores recomienda su nuevo poemario? ¿Hay que saber algo de ciencia?
-Creo que es legible por cualquier persona, tanto la que se aproxime por primera vez a la poesía como la que sea más conocedora o lectora experta. Luego, el trabajo está en descubrir por qué se hace alusión a un teorema o a un principio de la física. Mis poemarios tienen un recorrido de principio a fin. Se pueden leer como un artículo de opinión. Hay una introducción, un planteamiento, un desarrollo del problema y una conclusión. Siempre los construyo así. Ya sé que tiene poco que ver con la poesía. Que me perdonen los poetas, pero esa es mi manera.
Jesús Rodríguez, con su nuevo libro, en la entrada del CBA.
/ F. DE LA HERA