«Solemos decir que no podemos contar nada, hay que venir y sentirlo»

En realidad se llamaba Kudryavka y era una perrita callejera de Moscú, pero se convirtió en el primer ser vivo que orbitó nuestro planeta. La entrenaron y después la lanzaron al espacio exterior bajo el nombre de Laika. Es una de las perras más famosas de la historia. Cuánto nos enseñó. Igual que Rex. Sin él aún habría muchos casos sin resolver. O que le pregunten a Tintín. ¿Se imaginan sus aventuras sin su fiel compañero Milou? O a Obélix sin Ideafix. Y qué me dicen de Shaggy, ¡qué hubiera sido de él sin el gran Scooby Doo! Los perros son algo más que fieles compañeros, en ocasiones, son incluso grandes maestros. A Maider fue su perrita Argi quien le enseñó el camino que la ha traído hasta Guau Guau, un proyecto basado en terapias asistidas con perros. Con valores tan perrunos como respeto, empatía, confianza y sinceridad, inician procesos de crecimiento personal. En Guau Guau utilizan los 'modos de hacer' de los perros para hacernos reflexionar sobre comportamientos o sentimientos humanos. Con Laika fuimos casi hasta la Luna y con Milou recorrimos el mundo, pero en Guau Guau están las mejores maestras y maestros de cuatro patas.

– Si le preguntáramos a Argi, ¿cómo diría ella que empezó esta historia?

– (Risas) Pues contaría que antes de Guau Guau trabajamos en pisos de acogida de menores y que en los turnos con los chavales empecé a descubrir que la actividad de salir a pasear con Argi daba frutos diferentes. Las charlas de tutoría en el piso eran efectivas, pero a largo, larguísimo plazo. Y una simple salida con Argi daba los resultados que en las tutorías igual trabajábamos durante meses. Con una sola sesión me decían: «¡ah! si esto es lo que hizo tu perra Argi el otro día». Me di cuenta de que lo que yo me curraba durante meses, mi perra lo dejaba claro en una tarde.

– A partir de ahí, Argi se convierte en imprescindible como Milou o Scooby Doo...

– Desde ahí cambié de trabajo, estuve en otros lugares, pero siempre enganchaba el tema de la perra. Cuando había mucho daño emocional en las personas, veía que el estar un rato con mi perra les ayudaba mucho. Te prometo que Argi tenía unas dotes extraordinarias y me di cuenta de que me ayudaba mucho en mi trabajo. Empecé a trabajar en servicios sociales de Donostia y ahí es cuando me convencí de que a todo esto había que darle un formato grupal.

– ¿Cómo?

– Primero poniéndome muy cabezota con mi coordinador. Se lo planteaba una y otra vez. Después de recibir tres años de «no es el momento», recibí un «luz verde».

– ¡Aquí ya no te paró nadie!

– Eso es. Aquí me pongo en contacto con Virginia de 'Dame la patita' de Navarra y ella me pone en contacto con Ana Masoliver, educadora de Gipuzkoa. La mejor de Gipuzkoa. De hecho es ella la que me da la idea de darle el formato no solo grupal de chavales, sino también formato grupal de perros. Empezamos a montarlo y así surge Guau Guau, con un formato grupal tanto de humanos como de perros.

– ¿Cómo son esos primeros paseos de Guau Guau?

– Pues muy enriquecedores, pero estuvieron vigentes en 2018 y 2019. En el 2020, Ana sufre un paro cardíaco y fallece. Entonces recurro otra vez a Virginia porque me había quedado sin mi pata. Virginia me dice que esto es un legado y que tenemos que seguir con esto. Me empuja un poquito y nos ponemos manos a la obra. Así, en 2020 conseguimos formar grupo y juntarnos Virginia, Loli, Miren y yo.

– Menudo 2020...

– Pues sí... Lo arrancamos con esa carga emocional y luego llegó la pandemia. ¡Pero lo superamos! Termina el año y con él nuestro trabajo con el Ayuntamiento de Donostia.

– ¿Y termina Guau Guau?

– Imposible. Tenemos un legado. Tenemos que hacerlo por Ana, así que seguimos adelante por nuestra cuenta.

– Genial. Cuéntanos, ¿qué forma tiene Guau Guau?

– A todo le llamamos proyecto Guau Guau, esa es nuestra esencia. Tenemos 'Gelaguau', que es el que nos gustaría potenciar en Gipuzkoa. Es un programa de actividades extraescolares para chavales de Primaria. Funciona muy bien para la identificación de sentimientos. Luego está 'Urbanguau', que son campamentos de mañana. Con la pandemia y el toque de queda, hacemos sesiones por la mañana y luego cada uno se va a su casa. Nos hemos adaptado, pero la idea era 'Caminguau'. También tenemos 'Familiguau', que surge de una necesidad de los educadores caninos y las casuísticas que se encontraban cuando iban a los domicilios. Una cosa es el problema que pueda sintomatizar el perro y otra cosa es que es un termómetro de la familia. A veces solo tiene el síntoma, pero el problema está en la familia. Así surge esta terapia familiar. Y por último, 'Voluntaguau' nace en Navarra con chavales de asociaciones de forma altruista. Poco a poco ha cogido fuerza y ya es una asociación sin ánimo de lucro con proyectos muy interesantes.

– Qué grandes maestros son los perros...

– Es increíble. Nos dicen mucho, pero hay que saber mirar. Yo tampoco me di cuenta al principio de que mi perra tenía esos poderes. Fue abrir los ojos y ya cambié la perspectiva. ¡No sé qué nos creemos los humanos! Tenemos tanto que aprender... Me doy cuenta de que hay cuestiones que no son cuantificables en Guau Guau. No todo son datos cuantitativos, ni 'likes'. Hay una parte cualitativa que no se puede expresar con palabras. Solemos decir que no podemos contar nada, hay que sentirlo. No importa lo que hacemos, sino lo que sentimos.