Noticia publicada en Diario Vasco,el jueves día 6 de Enero de 2022.

Seguro que la mayoría de los bidasoarras están disfrutando hoy de su recompensa por haberse portado bien a lo largo del año. Agustín Alzaga Martínez también ha debido de ser muy bueno siempre, puesto que durante su trayectoria como bailarín el azar ha querido que se encontrara a menudo en el lugar indicado en el momento correcto. Pero no todo es suerte en esta vida, y en su carrera mucho han tenido que ver el trabajo, el esfuerzo y la constancia, que le han permitido abrirse camino en un mundo que no resulta accesible para cualquiera.

–Agus, aún no has cumplido los 30 años, pero llevas ya mucho tiempo dedicado a la danza.

–Sí, di mis primeros pasos en Irun con Sonia del Barrio cuando tenía seis años. Al principio era tan solo una afición. Pero seguí y seguí y vi que podía ser lo mío. Cuando tenía 16 Sonia fue sincera y me dijo que aquí no podía evolucionar más, así que tuve que pegar el gran salto.

–Un salto que te llevó hasta Burgos.

–Sí. Me fui a la Escuela Profesional de Danza de Castilla y León a cursar las enseñanzas profesionales de Danza Clásica, que compaginé con el Bachillerato. Por la mañana iba al instituto y por las tardes recibía las clases de danza. Y estudiaba por las noches.

–Una vida sacrificada...

–Sí, pero sarna con gusto no pica.

–¿Cuántos años requieren los estudios profesionales de Danza?

–Seis, pero en un momento dado hubo un punto de inflexión. Yo siempre me había dedicado a la danza clásica, pero me llamaba mucho la contemporánea. Y a mitad de los estudios me ofrecieron la oportunidad de seguir en el mismo nivel, pero en contemporánea. Así que me cambié. Ese salto me daba la opción de trabajar en compañías, crear, realizar colaboraciones...

–Y efectivamente todo eso es lo que has hecho después, en distintas etapas.

–Sí, empecé en la compañía Dantzaz de Errenteria nada más terminar los estudios.

–¿Cómo fue ese salto de la Escuela al mundo laboral?

–Muy bueno. Dantzaz era una compañía joven, con Adriana Pous y Fernando Sáez de Ugarte a la cabeza, que siempre han intentado que la compañía esté en todos los escenarios posibles. En ese tiempo nos movimos por Euskadi, Madrid, Galicia, Barcelona...

–Hasta que Dantzaz te abrió las puertas de Italia.

–Sí, tras un estreno en el Victoria Eugenia, el coreógrafo del Balletto Teatro di Torino (BTT) Marco de Alteriis me ofreció un contrato en esa compañía. Así que cerré todo bien con Dantzaz y me fui a Turín con 22 años, para unirme a la gira que estaban haciendo por el norte de Italia. Después trabajamos en nuevas creaciones y me dieron la oportunidad de dar clases en la Escuela de la compañía.

–Año y medio más tarde diversas circunstancias te trajeron de vuelta a casa.

–Así fue; regresé con la idea de seguir bailando, pero a otro nivel. Para no perder la forma física volví a Dantzaz como oyente, es decir, no era parte de la compañía pero podía ir a las clases, a ensayos... Y como el trabajo no paraba de crecer, empezaron a contar conmigo. Así que me vi otra vez en una gira europea. En ese tiempo la compañía trabajó con coreógrafas como Myriam Pérez Cazabón y Oihana Varela. Y yo trabajé con ellas tanto desde Dantzaz como de forma independiente.

–Además de crear con ellas, también comenzaste a hacerlo por tu cuenta.

–Sí. Y al mismo tiempo empecé a dar clases en la Musika eta Dantza Eskola de Hondarribia.

–En este punto de tu carrera hay otras dos personas que fueron muy importantes.

–Ana Barrantes y Ion Estala, de la compañía Node. Ellos me dieron la oportunidad de realizar mi primera creación, ofreciéndome espacio, edición de vídeo, publicidad...

–El resultado fue 'El.lla', tu primera creación, a la que siguieron tres más.

–Eso es. Para 'El.lla' necesitaba un apoyo externo, así que acudí a una gran compañera como es Miren Lizeaga. Mi segunda creación fue 'Rew', que la hice junto a mi chico, Jean Baptiste, y que interpretamos en el Festival de Candences de Arcachon. Después llegó 'Fetopía', con la que abrí el festival LABO XL que Node organizó en Tabakalera. Y por último 'Nómada', que ya la he mostrado, pero aún está en proceso de creación.

–Se puede decir, en general, que tus creaciones son siempre bastante íntimas y, de alguna manera, reivindicativas.

–Mis piezas parten siempre de la necesidad, de si estoy bien, mal, si necesito decir algo... Muchas veces es introspección pura. Y las hago para que la gente me vea, disfrute y, si quiere, comparta. Busco provocar algo en los espectadores, aunque no sea bueno, incluso si me dicen que no les gusta, ya he provocado algo en ellos.

–Actualmente, ¿en qué estás centrado?

–Principalmente en la enseñanza. Además de en Hondarribia, hace años comencé a dar clase en Studio 84 en Donostia, y es donde continúo hoy en día. Con la llegada de la pandemia aparqué un poco la parte de creación.

–Pero es algo que entra en tus planes futuros.

–Sí. De momento voy a continuar como profesor, eso seguro, pero también me quiero seguir moviendo como creador. Sea como sea, lo que tengo claro es que quiero seguir siempre vinculado con la danza.