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Noticia publicada en Diario Vasco,el domingo día 13 de Marzo de 2022.

Valor arquitectónico, histórico y cultural

A la espera. Unas lonas que reproducen su aspecto original cubren desde esta semana la casa-taller en la que vivieron durante una década Jorge Oteiza y Néstor Basterretxea

La casa-taller, tal y como se construyó bajo el mando del arquitecto Luis Vallet a partir de las aportaciones de Néstor Basterretxea.

IÑIGO MORONDO Domingo, 13 marzo 2022, 11:28

Los movimientos en la antigua casa-taller de Oteiza y Basterretxea, en la avenida de Iparralde, han despertado viejas conversaciones sobre si merece la pena restaurar ese inmueble de finales de los 50. Un estudio de la delegación en Gipuzkoa del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, en 2016, ya advertía del «desconocimiento del valor simbólico y patrimonial del edificio» que, unido al «alto nivel de degradación del entorno y de la propia casa» ha derivado «en una opinión social negativa». En aquel documento, el Coavn defendía que es «una de las pocas obras racionalistas» del entorno y, «además, ha sido testigo de la vida y del trabajo de dos artistas como Oteiza y Basterretxea». Consideraba que ese «valor intrínseco del edificio», si se consigue «poner en valor y es transmitido, puede ser una oportunidad para acelerar su recuperación y ampliar su impacto en la sociedad».

El historiador irundarra Fernando García Nieto ha investigado en profundidad esta casa-taller. Destaca que cumple «los cinco principios de la arquitectura de Le Corbusier: construida sobre pilotis, techo aterrazado, planta libre, ventanas rectangulares/pared acristalada y diseño libre de fachada sin función estructural». No hay muchos ejemplos tan claros en esta zona. «La idea partió de Sáenz de Oiza, que se embarcó con Oteiza y Basterretxea en el proyecto, pero se tuvo que ir a Madrid y entró Luis Vallet de Montano Echeandía». Represaliado tras la guerra, el arquitecto irunés había empezado a trabajar de nuevo de la mano de René Petit en construcciones de estilo «historicista y costumbrista. Ésta era su oportundad de volver a la arquitectura moderna que le había fascinado 30 años atrás», cuenta García.

Con dos artistas tan efervescentes como clientes, no fue un trabajo sencillo. «Vallet de Montano fue muy permisivo e intentó incorporar sus peticiones», que venían sobre todo de Basterretxea quien, gracias a una beca, cuando residía en Argentina, había «asistido a clases equivalentes a las de arquitectura técnica», recuerda la doctora en Bellas Artes irundarra Katrin Alberdi, cuya tesis doctoral giró en torno a este artista.

Cuando en 1958 se mudaron allí, Oteiza se inventó el número de su casa. Le puso el 33. Según cuenta Basterretxea en uno de sus escritos, le preguntó «¿por qué el 33? Porque es la edad con la que murió Cristo, me contestó. Consecuentemente, el número del portal de mi casa resultó ser el 35». Hoy están numeradas con el 35 y el 37 pero ni la vieja ni la nueva numeración parecen encajar muy bien con la fila impar de la avenida de Iparralde.

Espacio trascendente

La década en la que vivió en Irun fue de absoluta transformación para Basterretxea. «Pasó del dibujo a la tridimensionalidad», señala Alberdi. «A partir de ahí se le empieza a considerar un escultor aunque él siempre se vio como un dibujante. Empezó dibujando y murió dibujando y todas sus obras, las esculturas también, empezaban con dibujos sobre papel y cartulina». En la casa taller sintió la necesidad de que sus dibujos dejaran de ser planos y llegó a la escultura, «seguramente influido por tener de vecino a un escultor con una personalidad tan arrolladora», aporta García.

 

Rafa Ruiz Balerdi, Remigio Mendiburu, Jorge Oteiza, Puig (arquitecto, no miembro), Eduardo Chillida, Néstor Basterretxea y José Antonio Sistiaga en una reunión del Grupo Gaur en la casa-taller.

 

Rafa Ruiz Balerdi, Remigio Mendiburu, Jorge Oteiza, Puig (arquitecto, no miembro), Eduardo Chillida, Néstor Basterretxea y José Antonio Sistiaga en una reunión del Grupo Gaur en la casa-taller. / Fernado Larruquert

Oteiza también dio pasos clave de su carrera en la casa-taller. No sólo escribió los textos de su libro 'Quousque tandem..!', también impulsó el nacimiento del Grupo Gaur, que tuvo allí su primer encuentro, inmortalizado por el fotógrafo local Fernando Larruquert.

El declive

Aún vivían allí los dos artistas cuando decidieron tabicar el bajo porticado y generar locales. Fue un primer movimiento de rentabilidad inmobiliaria. Después llegaron otros, anteproyectos que el hermano de Néstor, Ander Basterretxea, presentó al Ayuntamiento para construir, primero, un enorme edificio residencial y, más tarde, un espacio comercial de frontera. El problema era que Oteiza y Basterretxea ya no estaban agusto en un espacio donde la actividad aduanera y el tráfico se habían disparado y trataron de rentabilizar su marcha.

Aquellos proyectos no salieron y, con las dos viviendas ya desocupadas, lo que si vino fue el incremento del espacio comercial de los bajos y otros cambios que, junto a la falta de mantenimiento, terminaron por esconder casi por completo el valor arquitectónico e histórico del edificio.

 

Gaspar Montes Iturrioz, Benjamín Palencia, Eduardo Chillida, Luis Vallet, Menchu Gal, Manuel Montes Iturrioz y Jorge Oteiza en Hondarribia. Luis de Uranzu. / Luis de Uranzu (Luis rodríguez Gal)

 

Hace ya dos décadas que vienen escuchándose voces que claman por la recuperación de su aspecto original. Gillermo Zuaznabar, fue el primero cuando publicó en 2001 el libro 'Jorge Oteiza, animal fronterizo'. Que el Plan General de 2015 del Ayuntamiento lo incluyera como patrimonio con figura de protección fue un paso trascendental y que la Fundación Docomomo le concediera el pasado año su placa como 'edificio paradigmático de la arquitectura moderna', una muestra clara de la deuda que en este punto tiene la ciudad consigo misma.

Las lonas que esta semana ha colocado el Ayuntamiento esconden las actuales vergüenzas y, al mismo tiempo, exponen en tamaño real la estética ligereza de la que presumía la casa en origen. El consistorio no ha dado detalles sobre un posible proyecto de rehabilitación y muy pocos sobre los usos futuros. Sólo refiere la «posible adecuación como centro cultural» ligado «a las vanguardias» y a la etapa de Oteiza y Basterretxea en Irun, «un espacio de creación y difusión del arte contemporáneo».

 
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