18 mayo 201708:23
Hace treinta años y medio el Club Deportivo Bidasoa dejó de jugar sus partidos de la División de Honor de balonmano en el Frontón Uranzu. Ya entonces, en las retransmisiones ligueras hablaban del «vetusto frontón Uranzu». Poco ha cambiado la instalación desde entonces, más allá de lavados de cara muy básicos. El Bidasoa está alojado en Artaleku desde entonces, aunque sus equipos inferiores y otros clubes de balonmano y baloncesto han seguido usando el Uranzu. También, por supuesto, la pelota, desde chavales hasta profesionales, pese a sus prestaciones obsoletas y su accesibilidad y capacidad de evacuación cada vez más al límite de una normativa de exigencia creciente.
En estas décadas se ha hablado del derribo del Uranzu para construir un nuevo frontón profesional en otro lugar. La avenida Iparralde fue la opción que más cerca estuvo de concretarse, aunque 'cerca' es mucho decir. Finalmente, el Ayuntamiento optó por remodelar el antiguo frontón. Lo que en un principio parecía que iba a ser una reforma para adaptarlo a la legislación, ha ido tomando cuerpo para convertirse en un gran proyecto de «4,5 millones de euros y 16 meses de obra», anunciaba ayer la delegada municipal de Obras, Cristina Laborda. El proyecto está redactado y corregido conforme a las indicaciones de Juegos y Espectáculos del Gobierno Vasco. «Falta que nos den la autorización definitiva para poder licitar los trabajos», explicó.
Más que una nueva 'piel'
En el proyecto, que Laborda dio a conocer ayer junto con el responsable técnico del área, Pedro Lapazaran, llama la atención cómo se transformará el aspecto exterior del frontón. La infografía anexa refleja algunas de las características de lo que será el aspecto exterior del nuevo Uranzu. Ahora mismo, evidencia desde fuera «las distintas ampliaciones que se fueron haciendo y no tiene aspecto de ser un único edificio», como sí parecerá tras la obra.
Su planta también cambiará. Aunque se mantendrán el frontis, porque «tanto el Kurpil como varios pelotaris nos han indicado que es muy bueno», señaló Laborda, se prevé una considerable modificación en el lado de las gradas. «La fachada hacia la calle Juncal es curva y planteamos hacerla en línea recta, lo que permitirá ampliar la estrecha acera actual», apuntó la edil. Tendrá, eso sí, un saliente a la altura del primer piso, «como un balcón, que servirá para encajar las gradas». Además, el frontón se extenderá hacia la Sargía con un nuevo módulo que servirá de acceso para el público, trasladando así la entrada principal de la calle Juncal al parque.
Todo el conjunto quedará unificado «con una 'piel' que recubrirá el edificio». Se trata de una solución moderna, «un material tipo aluminio aunque diferente. Será una fachada que se integrará con el parque y el entorno, que cambiará en función de la luz del exterior y que permitirá algunos juegos de luces que transmitirán la sensación de que es un edificio vivo», avanzaba Laborda. «Será difícil que los ciudadanos se hagan una idea hasta que lo puedan ver».
Bildu propone que haya 'rebote'
La transformación exterior será muy significativa, pero, para los usuarios, no tan importante como la reforma interior. Ese nuevo bloque en la Sargía permitirá modernizar el acceso. «Estará más elevado que la cota que ahora hay en esa zona, de forma que se entrará directamente a las gradas, no a la altura de la pista». Para aumentar el aforo en los partidos de pelota (hasta los 728 espectadores) sin perjudicar la práctica del balonmano, buena parte del graderío será retráctil. A este respecto, el grupo municipal de EH Bildu proponía ayer que las telescópicas del fondo de la cancha incorporen al frente una pared de metacrilato que sirva de rebote en el uso como frontón y se recoja con ellas para no afectar al balonmano. Para este uso queda un aforo de 333 plazas en la bancada fija del lateral.
Con la obra, el frontón aumentará sus salas de uso polivalente, pasando de la actual a cuatro, tres de ellas en un tercer piso que volará sobre el 'frontón txiki', que verá así reducida su altura pero que mantendrá el resto de sus dimensiones y también será renovado manteniendo la vocación de uso abierto que tiene ahora. Por supuesto, se renovarán instalaciones eléctricas y de agua, iluminación, etcétera. Y, desde luego, los servicios y vestuarios, que tienen mucho, muchísimo, de aquel calificativo de «vetusto» que la televisión atribuía al frontón en los ochenta.