9 junio 201708:41
Servicios de Txingudi ha elegido Txingudi Ikastola para dar cuenta de su programa ZiSare, en el que este curso han participado siete centros escolares de la comarca y un total de 875 alumnos de Primaria y Secundaria. Mediante esta iniciativa, Servicios de Txingudi pretende un tripe objetivo. Por un lado, «sensibilizar sobre que separar la materia orgánica evita llevarla al vertedero, generando abono en vez de residuos»; por otro, «dar a conocer el sistema de autocompostaje de principio a fin», y, por último, «permitir ver en la práctica procesos biológicos que los alumnos están estudiando en clase», explicó la gerente de la empresa pública, Leire Zubitur.
Además de los centros de Primaria y Secundaria de Txingudi Ikastola, este año La Salle EP, La Salle ESO, Eguzkitza ESO, Toki Alai ESO y El Pilar DBH han participado en ZiSare. «Es un colegio y un total de 275 alumnos más que en la primera edición, la del pasado año, que fue muy exitosa», detalló Zubitur.
De principio a fin
Mediante ZiSare, Servicios de Txingudi provee a los centros de todos los materiales necesarios y el asesoramiento de la educadora ambiental Amaia Erize, tanto presencial, con visitas mensuales, como online, a través del blog del programa en el que todos los centros cuentan su experiencia y al que puede accederse desde txinzer.com.
Los alumnos realizaron ayer una representación práctica de cada una de las fases del proceso de autocompostaje que realizan durante el año. Previo pesaje, volcaron en el autocompostador una muestra de residuos de los 'hamaiketakos' que se recogen separados. Añadieron materia seca en una cantidad que era la mitad del peso de lo orgánico y mezclaron. Mostraron cómo miden los distintos parámetros para ver el estado del compost (humedad, temperatura, PH) y explicaron cómo, llegado el momento, toman muestras para ponerlas bajo el microscopio que, conectado a un ordenador, les permite ver el 'trabajo' de los microorganismos que descomponen y transforman la materia. Con un tamiz separan el abono de un sobrante de materia seca que se reutiliza como aporte para la primera fase del proceso. El abono encuentra su uso en la pequeña huerta en la que ya crecen tomates, cebollas y otras hortalizas.
«Es muy importante trabajar con las nuevas generaciones porque los estamos implicando en dar respuesta a los retos y problemas que surgen en la ciudad», concluyó Zubitur.