El Ayuntamiento de Irun ha destinado 10.000 euros, en concepto de ayuda de emergencia, a las personas damnificadas por el incendio del campo de refugiados de Moria, en la isla de Lesbos (Grecia). A través de la ONG Zaporeak, la ayuda se empleará en la compra de alimentos frescos y agua para cocinar y repartir 4.000 raciones diarias entre los refugiados más vulnerables.
«Cada año, el Ayuntamiento de Irun reserva una cantidad de su presupuesto para activar en caso de que se produzcan situaciones de emergencia», explicaba ayer la delegada de Cooperación al Desarrollo, Rebeca González. «En este caso, la petición ha llegado desde Zaporeak, que lleva años haciendo una gran labor, atendiendo las necesidades de miles de personas en Lesbos».
La situación de los refugiados en la isla griega se ha complicado más, si cabe, desde la madrugada del 9 de septiembre, cuando un incendio arrasó las tiendas de campaña e instalaciones en precario de Moria, el mayor campamento de refugiados de Europa, donde cerca de 14.000 personas migrantes vivían en condiciones de hacinamiento e insalubridad.
«El Ayuntamiento y el pueblo de Irun siempre han mostrado solidaridad con Zaporeak y empatía con los refugiados»«En Lesbos están mal, pero no quieren volver atrás, porque atrás no hay más que amenazas, violaciones y conflictos»
El coordinador general de Zaporeak, Javier Ruiz Redín, explicó la situación en la que se encuentran hoy en día los refugiados que salieron de Moria y agradeció la ayuda del Ayuntamiento y el pueblo de Irun. «Estamos en una situación de emergencia y toda ayuda nos hace falta», dijo. «Este ayuntamiento fue uno de los primeros que nos concedió ayuda, allá por 2016 y el pueblo de Irun siempre ha mostrado su solidaridad con Zaporeak y su empatía con los refugiados. Aquí tenemos un grupo de voluntarios fijos, que también ha estado en Grecia».
«No puede empeorar»
Cada vez que viajaba a Lesbos, Javier Ruiz pensaba «que aquello no podía empeorar, pero la realidad me ha demostrado que sí. En Moria repartíamos 2.100 raciones diarias de comida saludable a personas vulnerables, muchas con enfermedades crónicas, que nos enviaba una ONG médica».
A partir del incendio, se creó una situación de descontrol, en la que 10.000 personas se quedaron sin cobijo. Se suspendió el reparto de comida del catering que había dentro del campo de refugiados y Zaporeak tomó la decisión de aumentar a 4.000 sus raciones diarias de alimentos, en tandas de mañana y tarde e incluyendo agua.
Tras el incendio que arrasó Moria y en apenas una semana, se construyó «un nuevo campo de refugiados, cuya situación tampoco es la idónea. Siguen hacinados, las tiendas no tienen suelo, están sobre la tierra y el invierno va a resultar muy duro», añadió el coordinador de Zaporeak.
El reparto oficial de comida en el nuevo campo resulta insuficiente y poco saludable y aunque las autoridades no han ayudado, sino todo lo contrario, a Zaporeak en su reparto de raciones, «allí seguimos», añade Javier Ruiz.
En este momento, está reduciéndose el número de refugiados en Lesbos. Quienes no han perdido sus documentos en el incendio y han conseguido el asilo están siendo trasladados a la península. «Pero las personas que ya tienen papeles, no pueden entrar en un campo, ni en un piso de acogida y Atenas se está llenando de refugiados que viven en la calle», denuncia Javier. «No es fácil encontrar trabajo y menos conseguir un piso».
Jesús Aizpurua, voluntario irundarra de Zaporeak tuvo, hace un año, «la oportunidad de ir a Lesbos y ver la situación. Ya era mala entonces, pero la de ahora es aún peor». A pesar de todo, los refugiados «sólo miran adelante. Ellos no quieren revivir lo que pasaron. Lo pasan mal allí, pero prefieren continuar que ir hacia atrás. Atrás no hay más que amenazas, violaciones y conflictos».
