La pandemia de la Covid-19 ha hecho que la rutina de cada uno haya cambiado por completo: teletrabajo, mascarilla, distancia interpersonal, aforos reducidos... Todo ello para intentar protegerse y evitar la propagación del virus. Son las autoridades sanitarias e instituciones las que han puesto sobre la mesa estas medidas y es la ciudadanía la que debe cumplirlas.

Aunque la Covid-19 pueda afectar a cualquier persona, son las mayores las que más temen caer contagiadas por el riesgo que supone. En Irun, los centros dirigidos a este grupo de ciudadanos, trabajan para que, al menos por un momento, puedan desconectar y olvidarse de la realidad. En la ciudad, varios barrios como Belaskoenea, Puiana, San Miguel y Behobia ofrecen a sus vecinos actividades diarias, en especial esta semana, ya que el 1 de octubre fue el Día Internacional de las Personas Mayores. En este último centro, Raquel Calvo es la monitora, quien explica que primero se les pregunta a los usuarios «qué les apetece hacer y si se puede, se lleva a cabo». Hay actividades que, en el caso de que el tiempo acompañe, las realizan en la plaza Bicentenario de la Segunda Batalla de San Marcial. «Todas cumplen con la normativa de distancia, aforo, higiene...».

DATOS

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personas pueden participar como máximo en las actividades que organizan los centros de Irun. Bingo, baile... Todo para poder desconectar.

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El primero de este mes de octubre se celebró el Día de las Personas Mayores. Desde el Ayuntamiento de Irun han preparado varias actividades durante la semana.

Calvo cuenta que «viene mucha gente, en grupos de 10 personas como máximo, pero otra tanta no viene por miedo, porque son propensas a contagiarse; al final son personas de riesgo». Al igual que el resto de centros, «poco a poco» irán retomando la actividad. «Al menos ahora intentamos hacer un mínimo».

Maribel Puente acude todos los días que puede al local de Behobia. «Esto no lo consideramos como un centro, sino como un apartado de nuestra casa», valora. «Venimos contentos, que es lo principal. La experiencia es fabulosa y vamos aprendiendo cosas que se nos habían quedado atrás». Cuenta que estar en casa se hace duro: «Te aburres, ves la tele y todo son malas noticias. Entonces vienes, hablas con una, luego con otra, haces actividades... y se te van otras cosas de la cabeza».

Otro de los centros para personas mayores que ofrece actividades durante la semana es el de Puiana. Antes de jugar al bingo, Marce Marín comenta que ella sale «lo justo a la calle», ya que le da respeto entrar en sitios cerrados y concurridos. «Todo ese miedo lo tenemos y no nos lo vamos a quitar».

Dolor por no ver a los nietos

Antes de la pandemia, Marce Marín hacía vida con «todas las amigas. Nos reuníamos, lo pasábamos genial; era una gozada, pero ahora toda esta situación nos lo ha cortado todo». En estos tiempos, al menos, trata de aprovechar las actividades que realizan en Puiana. «Nos viene bien para desconectar un poco. Hacemos memoria, bingo, relajación... Nos viene muy bien».

Junto a ella está María Rosario Díez. Admite que está algo más relajada que al principio de la pandemia, pero sigue siendo duro. En su caso, el único contacto que tiene con sus nietos es mediante el balcón y la calle. Únicamente poder verlos desde una cierta distancia. «Mis hijos han decidido que, para prevenir, no esté con ellos y hay que acatarlo». Cuenta que le duele que a su nieto de 15 meses le hayan tenido que llevar a la guardería en vez de poder dejarlo con ella. Una situación que muchos abuelos y abuelas viven día a día.

Marce Marín añade un testimonio parecido, pero con la suerte de poder estar con sus ocho nietos. «En el confinamiento se me hizo duro no verlos en persona, solo mediante videollamadas. Ahora estoy con ellos, pero con mascarilla, sin poder achucharlos...».

Durante estos meses, tanto Marce Marín como María Rosario Díez han tenido que acudir al médico para citas rutinarias. En la actualidad, el teléfono y el ordenador son un aliado para las consultas. «Es un lío, nosotras no entendemos mucho de eso», comentan.

En este sentido, la tecnología es una pieza fundamental para realizar cualquier tipo de gestión administrativa. Muchas de las personas mayores no tienen la destreza de los jóvenes para poder hacerlas. Como ejemplo, el Club Deportivo Bidasoa, en la vuelta a Artaleku de los aficionados, ha creado una plataforma para poder realizar cambios en los datos personales y anular la entrada de aquel socio que le ha tocado acudir al partido y que así otro socio se pueda aprovechar. Desde el propio club explican que han llamado a los socios de mayor edad para ayudarles. «El objetivo es no dejarles atrás y que tengan oportunidad de acudir a Artaleku».

Lo que es cierto es que los mayores de la ciudad se pueden quedar atrás en este tipo de gestiones, pero no pierden la sonrisa. Son el motor de las familias.