Hace unas semanas, en pleno shock por la entrada en tromba del Covid-19, hablábamos con Félix Manso y Sonia García sobre el futuro incierto de los negocios de hostelería. Ambos andaban entonces, y siguen, haciendo números y hablando a diario con la asesoría para ver de qué manera su pequeño restaurante de Ibarla podría hacer frente a una situación tan complicada e incierta. «Tenía demasiadas horas libres para dar vueltas a la cabeza», dice Félix. «Tenía que hacer algo para mantenerme ocupado. Nuestra situación es difícil, pero pensábamos también en la gente que ha perdido hasta el trabajo precario que tenía y ni siquiera tiene con qué alimentarse. Nos planteamos ayudar de alguna manera. Yo, lo que sé hacer es cocinar y miramos a ver qué ayuda podíamos dar a través de la cocina».

Sonia Garcia se puso en contacto con entidades públicas y ONGs y, a través de Cáritas de Hondarribia y del Banco de Alimentos, encontró la vía para poder prestar esa ayuda. Desde la semana pasada, la cocina del restaurante Félix Manso Ibarla se abre durante unas horas de manera solidaria. «De momento, estamos preparando raciones de legumbres con productos que nos traen del Banco de Alimentos», explica Sonia. «Félix cocina, preparamos los tuppers, vienen a recogerlos y luego son repartidos por Cáritas de Hondarribia entre familias vulnerables o personas que, por distintas circunstancias, no pueden cocinar este tipo de platos. Siempre hay familias necesitadas, pero nos dicen que con la crisis del coronavirus el número está aumentando. La semana pasada preparamos 150 raciones de lentejas y esta semana, 174 de alubias».

El restaurante ha recibido «llamadas y mensajes de un montón de gente solidaria que quiere colaborar entregando productos. Lo agradecemos, pero nosotros no podemos recoger género», advierte Sonia. «Esa ayuda tienen que hacerla llegar por otras vías. Nosotros sólo ponemos el tiempo, la mano de obra y la cocina».

Esta no es a primera vez que el restautante Félix Manso Ibarla colabora con alguna causa solidaria. «Siempre hemos estado identificados con este tipo de acciones. Nos sentimos bien haciéndolo, colaborando de alguna manera en lo que se pueda», añade Félix.

La situación, tras las últimas noticias sobre la desescalada, sigue siendo complicada para los hosteleros. «Nos pasamos los días mirando papeles, hablando con la asesoría y con los colegas», cuenta Sonia. «Hay días que eres más optimista, porque te apoyan los clientes, la familia, los amigos y dices: un día menos, vamos a salir adelante. Otros días, te vienes abajo y te preguntas: ¿pero cómo vamos a salir de ésta? En un restaurante pequeño como el nuestro, si tenemos que quitar mesas, vamos a trabajar poquísimo. Otra cosa es que haga buen tiempo y podamos trabajar con las dos terrazas. Nos preocupa mucho cómo vaya a reaccionar la gente cuando pueda salir a comer fuera. Nos da mucho miedo pensar en la situación de abrir la persiana, con lo que eso supone de pagar todo lo que hay que pagar y que la gente se retraiga y se quede en casa. Nos hacemos tantas preguntas....»