Daniel García (Capitán piloto de transporte del Ejército del Aire): «He pasado de estar con la bici en el aeropuerto a estar sobré él en avión» |
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Euskaratzeko lanean ari gara. Noticia publicada en Diario Vasco sección Bidasoa,el viernes día 12 de Mayo de 2017. Daniel García (Capitán piloto de transporte del Ejército del Aire): «He pasado de estar con la bici en el aeropuerto a estar sobré él en avión»El irundarra Daniel García ve el mundo desde las alturas, a los mandos de un avión.
12 mayo 201708:40
En esta entrevista vamos a mirar al cielo. O mejor, vamos a subir al cielo. Confíen, a los mandos está Daniel García. El irundarra sabe cómo elevarnos más de 1.700 metros para que podamos disfrutar de la sensación de volar. Daniel la conoce bien, es Capitán piloto de transporte del Ejército del Aire. Vistió la camiseta amarilla del Bidasoa-Irun siendo un chaval, pero prefirió enfundarse el uniforme y cumplir el sueño de pilotar un avión. Ese vuelo, el de sus sueños, comenzó aquí, en el aeropuerto de Hondarribia.
-¿Cómo un aeropuerto tan pequeño ha podido construir un sueño tan grande?
-¡A mí de pequeño no me parecía pequeño! Me encantaba ir con la bici hasta el aeropuerto para ver los aviones. Despegar, aterrizar o en parado, me daba igual.
-¿Cómo cambiaste el manillar de la bici por los mandos de un avión?
-Con paciencia y constancia. De pequeño era un sueño, pero cuando me llegó el momento de decidir qué quería estudiar, tuve claro que tenía que apostar por ese sueño. Me informé para tomarme más en serio esa vocación y encontré el Centro de formación de oficiales y pilotos del Ejército del Aire.
-Aterricemos aquí un segundo, ese centro no está en Irun...
-No... Vivía en la calle Alzukaitz cuando con diecisiete años me mudé a Alcalá de Henares con mi familia. Por trabajo trasladaron a mis padres y los cuatro, con mi hermano, nos fuimos a Madrid. Estuve dos años en la capital preparando la oposición para entrar en la academia. El segundo año me presenté, aprobé y me trasladé a Murcia, a San Javier, ahí está la academia en la que estudié y en la que ahora soy instructor.
-¿Cómo se aprende a pilotar un avión?
-Con mucho esfuerzo y dedicación. En total han sido cinco años de estudios. Los dos primeros son solo de teoría, hasta el tercer año no se toca un avión. Bueno, sí, pero solo por fuera. En tercero es cuando se pilota por primera vez.
-Despegamos otra vez, ¿cómo fue tu primera vez a los mandos de un avión?
-Increíble. Fue una mezcla entre ilusión y responsabilidad. Ilusión porque es el momento en el que ves que tu sueño se cumple. Responsabilidad porque la academia no es una autoescuela, lo que tenemos entre manos es un avión y la exigencia para aprobar es mayor.
-¿Con qué tipo de avión se aprende a volar?
-Un Pillán, es una avioneta pequeña en la que se hacen cincuenta horas. En cuarto, cambiamos de avión e hicimos 120 horas. Son dos años de muchos nervios también. Como te decía, la exigencia para aprobar es grande y si no lo haces no puedes elegir la especialidad el próximo año.
-Explícate, ¿qué especialidades existen?
-Las horas de vuelo y la nota no son las mismas si quieres ser piloto de combate, por ejemplo.
-Si no pasas de curso, ¿qué haces?
-Hay otras opciones. Puedes ocupar otros puestos como el de controlador aéreo o paracaidista.
-La de paracaidista es otra forma de volar, sí, pero tú pudiste escoger especialidad...
-Sí, tenía que escoger entre ser piloto de aviones de transporte, de combate o helicópteros, si no recuerdo mal. Según la especialidad te marchas a un lugar diferente a hacer el último año. Yo escogí piloto de aviones de transporte y me fui a Salamanca, a la base aérea de Matacán.
-¡Y a volar!
-A seguir volando sí. También hice un intercambio de cuatro meses en Francia.
-Espera, ¿también tenéis Erasmus?
-Algo así, sí. Yo fui a Francia, es una experiencia que aún se mantiene. Ahora, por ejemplo, hay unos alumnos americanos por aquí.
-Vaya, ¿el lenguaje para volar es universal?
-Sí. La aviación se caracteriza, en cierto modo, por hacer los mismos movimientos en los mismos lugares, las mismas comunicaciones en los mismos momentos... Es la manera de evitar errores.
-¿Y qué se siente al volar?
-La sensación física es parecida a cuando eres pasajero, pero si pilotas la responsabilidad que tienes sobre los hombros es enorme. Imagínate, eres el responsable del avión.
-Yo ni me lo imagino, ¿y tus amigos? ¿lo entienden?
-(Risas) Bueno, al principio era algo más curioso, ahora ya están acostumbrados. Aunque tengo amigos a los que les interesan más estos temas y me hacen muchas preguntas.
-Vamos, que sales de la base aérea de San Javier para venir a la 'base aérea de Irun'...
-Sí, a mis amigos de toda la vida de Irun aún les sigue despertando curiosidad mi trabajo. Hoy en día con tanta tecnología es muy fácil estar conectados y contarnos cosas, así que intento tenerlos al día.
-Supongo que historias como la de 'Maverick' en Top Gun incrementarán la curiosidad de tus amigos.
-El cine es así, tiene héroes en todas las profesiones. Es cierto que mi profesión requiere de un cierto valor, en ocasiones nos enfrentamos a situaciones de riesgo, pero el trabajo no es tan individual como en las películas. Aquí el trabajo en equipo es muy importante.
-¿Qué tipo de situaciones te ha tocado vivir?
-He estado en dos misiones. Una en Afganistán y otra, la más reciente, en Djibuti. Han sido situaciones diferentes, la verdad.
-¿Cuál ha sido tu trabajo allí?
-En Afganistán mi puesto era el de controlador aéreo avanzado, desde ahí nos comunicábamos con aviones de la OTAN en caso de que algún convoy o miembro del ejército español sufriera un ataque por parte de los talibanes. En Djibuti el trabajo ha sido diferente, he hecho de intérprete francés.
-Hace falta valor para volar, pero también para estar en tierra.
-Así es, en ambas misiones me ha tocado estar en tierra. Ahora que estoy como instructor, vuelo más.
-¿Cómo llevas ser ahora el profesor y no el alumno?
-Es diferente, pero con los alumnos revivo muchas de las sensaciones y preocupaciones que tuve yo en mis primeras veces en un avión.
-¿Las 'turbulencias' de este vuelo han merecido la pena?
-Sin duda. Qué mayor satisfacción puede haber que decir que repetiría cada paso sin pensarlo.
-¿Queda algo del pequeño que iba al aeropuerto de Hondarribia?
-Creo que tengo la misma ilusión, pero ahora no voy en bici, puedo estar sobre el aeropuerto en avión.
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