6 julio 201400:13
José Ignacio Iruretagoyena suele decir que «nací, crecí y sigo viviendo en el Instituto Bidasoa». Empezó a estudiar en el centro con 12 años, y un día después de terminar su maestría, a los 18, empezó a dar clases allí. Posteriormente cursó, sin dejar de trabajar, estudios de ingeniería. En 1974 asumió el cargo de director del Instituto Bidasoa, función que sigue desempeñando en la actualidad. Toda una vida dedicada a la Formación Profesional (FP), que se vio reconocida recientemente con la concesión del primer Premio Especial de FP de Euskadi a toda una trayectoria. Lo recibió de manos del lehendakari, Iñigo Urkullu, durante un congreso de FP celebrado en el Kursaal donostiarra.
-Felicidades por el reconocimiento. ¿Qué ha supuesto para usted recibirlo?
-Es un premio que revierte en el Instituto Bidasoa. No considero que sea mío, sino del colectivo de compañeros que año tras año han trabajado conmigo, personas que se han volcado totalmente y han confiado en mi. Sin ellos no habría sido posible.
«El premio es del colectivo de compañeros que han trabajado conmigo»«Hay que ser dinámicos y proactivos; y no estar a la defensiva sobre lo que nos viene»
-Háblenos del congreso en el que le fue concedido el premio.
-Asistieron más de 700 personas, todas ellas profesionales de la FP, y llegados desde 42 países diferentes: Estados Unidos, Alemania, Finlandia, Japón... El objetivo de esas jornadas era reflexionar sobre la adecuación de los centros de FP a los retos de cara a futuro.
-¿Y cuáles son esos retos?
-Tenemos que adecuarnos, ser dinamizadores. Aplicar nuevas formas de gestión, nuevas modalidades para la inserción de los alumnos en centros de trabajo. Hay que apostar por tecnologías emergentes a las que tenemos que acercarnos. Por ejemplo, cuando hablamos de mecánica, la impresión 3D para el diseño; los robots industriales, la nanotecnología, la biomedicina, drones, domotización y edificios inteligentes... Tenemos que ir incorporando esas nuevas tecnologías a la formación profesional. No debemos encasillarnos en la FP antigua: se seguirá manteniendo porque es necesaria, pero hay que prestar atención a tecnologías que nos permitan dar respuesta a los retos actuales. Hay que ser dinámicos y proactivos; y no estar a la defensiva sobre lo que nos viene. Tenemos que adelantarnos a las circunstancias, en definitiva.
-En su caso, ¿cuál es el secreto para pasar tantos años en un mismo puesto, y seguir desempeñándolo con la misma ilusión que el primer día?
-En primer lugar, me gusta, y mucho, mi profesión; hasta el punto de la obsesión por el trabajo. Además, para desempeñar un cargo de este tipo siempre hay que estar un poco expectante, comprobar la sensibilidad de las personas que hay a tu alrededor, aunar esfuerzos para llevar las cosas adelante... Todo eso se consigue a base de confianza mutua. Si sigo aguantando, y seguiré hasta que me jubile, es porque siempre he considerado que las administraciones, todas con las que hemos trabajado, nos han respaldado. Estamos agradecidos porque siempre se han volcado en que las cosas fueran adelante.
-De todos los proyectos que ha podido llevar adelante a lo largo de estos años, ¿cuál es el que más le enorgullece?
-Desde que asumí el cargo de director, siempre me he sentido orgulloso de ser una escuela de alumnos de familias humildes, que incluso llegaban tras no haber sido admitidos en otros centros, y con los que trabajamos de forma intensiva para que salieran adelante. Cuando terminaban sus estudios, las empresas se los rifaban. Algunos fundaron sus propios negocios... Por otra parte, también destacó que en el año 2003 fuimos el primer centro de FP de todo el estado que recibió la Q de plata del Gobierno Vasco; así como el Premio Nacional de Calidad. No había ningún centro en todo el estado que tuviera ambos reconocimientos.
-El Instituto Bidasoa es un centro de referencia en la formación profesional. ¿Cómo se ha conseguido este prestigio?
-El año pasado, a nivel nacional, fuimos el centro que más proyectos de innovación sacó adelante. Ocho en total, cuatro como coordinadores con otras comunidades y otros cuatro como colaboradores. Este año estamos con nueve proyectos a nivel de Euskadi. Yo siempre pregunto a los profesores: 'Y a parte de dar clase, ¿qué más habéis hecho?'. Hay que ir más allá, darle un carácter diferenciador al centro. Como escuela, queremos seguir por esa línea. También se nos ha concedido profesorado liberado para otros cometidos como la investigación. Asimismo, estamos implicados en nuevas tecnologías como la domotización...
-Mencionábamos los retos a los que se enfrenta la Formación Profesional. En el caso del Instituto Bidasoa, ¿cómo los afrontan?
-En estos momentos estamos muy metidos en lo que es el sistema dual alemán: el alumno está en la empresa trabajando durante un 50-75% de su jornada laboral y se le paga de acuerdo con el convenio, tiene su seguridad social... El resto del tiempo está en el centro. Este sistema está teniendo mucha aceptación. También estamos dentro de un proyecto que se llama Asmaola+: trata sobre innovación aplicada a la empresa. Normalmente, las pymes no tienen departamentos de I+D+I; suficiente tienen con el día a día y con sacar adelante el producto. Esas pymes no pueden recurrir a los centros tecnológicos, que habitualmente abarcan proyectos de grandes empresas. En Asmaola+ estamos posibilitando el dar respuesta a todas esas pymes en cualquier problema que puedan tener. Es decir: cualquier pyme tiene que saber que la prolongación de su empresa es nuestro centro, y que podemos darles respuesta. A nivel de espacios, equipamientos, personas... En realidad, es una forma de mejorar el espacio relacional entre empresa y escuela; de establecer un espacio común de encuentro en el que podamos estudiar la viabilidad de determinados proyectos que se plantean.
-¿Qué resultados han obtenido de este proyecto?
-A lo largo del curso 2013-14 dimos respuesta a 16 empresas de la zona. Y si se nos plantea algo que nosotros no somos capaces de llevar a cabo, podemos conocer a algún otro centro que pueda hacerlo y derivarles allí. Ahí estamos, en esas dinámicas, de forma que en alguna medida podamos ser referentes como centros de FP para las empresas del entorno, para que acudan a nosotros.