Jesyca Costa, como coordinadora del programa, expresó su «satisfacción» con el trabajo realizado. «Personalmente, puedo decir que ha sido muy gratificante. El ir ayudando a estas personas poco a poco ha permitido que ellos mismos vieran los resultados, y nos lo demostraban: confiaban más en nosotros, comprobaban las mejoras logradas en su día a día... La verdad es que eso es algo muy bonito», aseguró.

Esta circunstancia permite afirmar que «hemos logrado nuestro objetivo principal», que era «mejorar la calidad de vida y el bienestar de estas personas en situación de fragilidad». Asimismo, «hemos obtenido información como para seguir mejorando el programa piloto». Las «valoraciones tan positivas» que han realizado los usuarios del servicio son uno de los motivos de que Hurkoa vaya a continuar con el programa. Además, «hemos detectado que hay necesidades que seguir cubriendo».

Jesyca Costa enumeró algunos ejemplos de las tareas «del día a día» que desempeñan los trabajadores sociales en el marco de este programa de acompañamiento: una vez se conocen las necesidades de cada usuario, «se realiza un plan de atención individualizado». En función del mismo, el trabajador puede realizar acciones como informar al usuario sobre los recursos o prestaciones económicas a los que puede acceder, acompañarle a sus consultas médicas, buscar opciones para cubrir su tiempo libre, como acudir a un centro social; ayudarle con gestiones como la renovación del contrato de alquiler o las relacionadas con su comunidad de vecinos; contactar con su farmacia habitual para que preparen su medicación semanal o supervisen su botiquín...

El Ayuntamiento ha renovado el convenio de colaboración con la Fundación Hurkoa para dar continuidad al programa de acompañamiento social a personas mayores. El proyecto piloto, «pionero en todo Euskadi», se puso en marcha en septiembre de 2016 y ha concluido con «una valoración muy positiva», por lo que «apostamos por renovar el acuerdo», explicó el delegado de Bienestar social, Sergio Corchón.

El gerente de Hurkoa, José Ignacio del Pozo; la coordinadora del programa, Jesyca Costa; y la responsable de Atención Primaria de Bienestar social, Mila Holgado, anunciaron junto al delegado la renovación de ese convenio a través del que se seguirá prestando un acompañamiento social a los mayores de 68 años de la ciudad «que se encuentren en una situación de fragilidad», señaló Sergio Corchón.

Bajo esa definición de fragilidad puede haber múltiples circunstancias y variables: «situaciones de dependencia, desprotección, exclusión, desamparo, aislamiento...», enumeró el delegado. A través del programa impulsado por Hurkoa se ofrece a esas personas un servicio de acompañamiento «adaptándose a las necesidades» de los usuarios. «Es un trabajo que se hace de forma coordinada con otros servicios que tiene el Ayuntamiento de Irun», como el de atención domiciliaria o los centros sociales de mayores.

Esa labor de acompañamiento social que desempeña Hurkoa está dirigida a «personas autónomas, pero que necesitan ayuda con su vida cotidiana», explicó José Ignacio del Pozo. El gerente de Hurkoa, una fundación creada por Cáritas para defender y atender a mayores o personas con enfermedad mental, explicó que en el caso del programa puesto en marcha en Irun se ofrece apoyo «a mayores que viven solos». Los usuarios, además, son hombres y mujeres que «empiezan a tener problemas para la gestión de algunas parcelas de su vida» y que presentan «situaciones de necesidad social, de aislamiento, soledad...», añadió Mila Holgado.

La responsable de Atención Primaria subrayó el «carácter preventivo» del servicio: «nuestro objetivo es que las personas permanezcan en su hogar, en su entorno». Para ello, y teniendo en cuenta los «condicionantes» citados, «necesitan apoyos». Los usuarios deben aceptar «voluntariamente» que se les preste esta ayuda, y los trabajadores sociales que la ofrecen deben «seguir el ritmo de lo que la persona nos pide. No se trata de suplantar el poder y la autonomía de estas personas», sino que «es un trabajo de acompañamiento intenso pero siempre desde el respeto a las decisiones que ellas adoptan». Un trabajador social de Hurkoa «se acerca a los domicilios de las personas» y asume la función de ser «una figura facilitadora» en distintas parcelas de la vida del usuario. Hurkoa desarrolla un plan de atención individualizada para cada persona, que contempla actuaciones en cuatro ámbitos principales de intervención: social, sanitaria, jurídica y económica. La labor que se realiza tiene un «carácter comunitario», por lo que, en cada caso, se contacta con entidades o servicios implicados en la vida cotidiana del usuario, como su farmacia habitual, centro de salud, gestor bancario...

José Ignacio del Pozo quiso destacar también «la sensibilidad del Ayuntamiento de Irun hacia las situaciones de vulnerabilidad, de personas que están pasándolo mal. El esfuerzo de querer llegar más allá de lo que la propia cartera de servicios obliga o de lo que por ley le toca a un ayuntamiento es de agradecer», aseguró.