El servicio de apoyo a adolescentes Gaztedi atendió el año pasado a 72 jóvenes irundarras. La entidad, que desarrolla su trabajo en distintas localidades de Gipuzkoa, cuenta con una oficina de atención en el barrio de Olaberria desde el año 2013. Además de adolescentes de Irun, a esta sede llegan también jóvenes de otras localidades del territorio.

Motivo de la demanda

Consumo de droga 19

Conflicto intrafamiliar 16

Dificultades escolares 12

Baja autoestima 5

Horarios descontrolados 4

Ansiedad/depresión 3

Divorcio traumático 3

Aislamiento social 2

Agresividad 2

Bullying 2

Bajas habilidades sociales 1

Fobias 1

Comportamiento auto-lítico 1

Del total de adolescentes irundarras atendidos, 11 eran chicas y 61 chicos. Respecto a las edades, la mayoría tenían catorce (18), quince (25) o dieciséis años (21). También recurrieron a Gaztedi dos jóvenes de doce años, cinco de trece y uno de diecisiete.

En Gaztedi se ofrece a las personas que lo necesiten asesoramiento psicológico, a través de «distintos profesionales: terapeutas familiares, educadores, psiquiatras, psicólogos... que trabajan en coordinación», explica Iñigo Pazos, terapeuta de Gaztedi. El objetivo es «ofrecer una ayuda desde el punto de vista terapéutico, sistémico y psicoeducativo, y también a través de otros recursos que ponemos en marcha dependiendo del caso». Ejemplo de estos últimos es el grupo de tiempo libre de Gaztedi, el apoyo escolar o actividades como la Donosti Cup «en el terreno deportivo».

En cuanto a las causas que motivaron el recurrir a esta entidad, la mayoritaria en 2015 fue el consumo de droga, con 19 de los casos. Desde Gaztedi alertan sobre «la banalización» que existe en torno al consumo de estas sustancias.

Entre las atenciones realizadas por Gaztedi el año pasado también se detectaron dos casos de bullying. Aunque la cifra sea baja, esta problemática conlleva «situaciones muy duras y complicadas». Iñigo Pazos señala que en estos casos, además, «quienes lo sufren deben superar primero el miedo a hablar, y sólo el hecho de contárselo a su familia es un gran avance».

Las causas enumeradas son «la demanda con la que acude la familia a este servicio», explica Iñigo Pazos, pero «cuando posteriormente hacemos un análisis más en profundidad, podemos reformular la situación y que quizá la causa inicial no sea la más central». Muchas veces, el motivo que lleva a las familias a Gaztedi puede ser «un síntoma». Por ello, «hacemos un plan integral con todos los chicos que vienen: nos fijamos en el área social, cognitiva...».

El desarrollo de las atenciones y el seguimiento realizados por Gaztedi el año pasado ha sido satisfactorio: 58 de los casos tratados en 2015 se han cerrado tras cumplirse positivamente los objetivos marcados en un inicio. Otros 11 casos permanecen activos. En cuanto a la duración de las intervenciones, la mayoría rondó el medio año: 17 se prolongaron durante seis meses, 15 durante siete meses y 13 a lo largo de cinco meses; pero también hubo intervenciones de dos meses (2), tres meses (4), cuatro (9), ocho (4), nueve (6) y dos intervenciones que se prolongaron durante un año o más tiempo.

Iñigo Pazos reconoce que para mucha gente no es fácil dar el paso de recurrir a un servicio terapéutico o de apoyo como el que ofrece Gaztedi, «las familias sienten ciertos miedos. Al venir aquí, están aceptando que tienen determinadas dificultades. Pero, con el paso del tiempo, creemos que la asociación es cada vez más visible y que tiene una imagen positiva y cercana. Como les decimos a muchas familias, nosotros no somos jueces y aquí no viene nadie obligado». Muchas de las personas que acuden a Gaztedi lo hacen por la recomendación de alguien cercano que ha utilizado el servicio y lo aconseja.

Quienes quieran contactar con Gaztedi pueden hacerlo llamando al 682.06.70.78, a través de la web www.gaztedi.eus o en las oficinas sitas en la calle Perujaran, 9, en Olaberria.

Los responsables del servicio en Irun quisieron agradecer el apoyo de los centros escolares de la ciudad, gracias al cual «podemos trabajar de una manera coordinada». También agradecieron la colaboración del Ayuntamiento de Irun, la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco.

«Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio». El irunés Gorka Moreno, director del Observatorio Vasco de Inmigración Ikuspegi, recordó esta frase de Einstein el pasado jueves, durante su visita al ateneo Kabigorri, donde pronunció la conferencia 'Estereotipos y prejuicios hacia la inmigración extranjera. ¿Qué hay de (in) cierto?' En su charla, Gorka Moreno compartió con los asistentes los datos del observatorio que dirige para comentar, de una manera reflexiva y crítica, algunos de los estereotipos sobre la inmigración instalados en nuestra sociedad y para ver «qué tienen de verdad o de mentira o de medias verdades o de verdades no contextualizadas».

-No todos los estereotipos se sustentan en mentiras. Algunos se sustentan en verdades. Algunos son ciertos o medio ciertos. Pero es necesario poner en duda algunas ideas, tanto de los discursos implacables («todos los inmigrantes son malos, delinquen y nos roban el trabajo») como de los impecables («todos los inmigrantes son buenos y nosotros somos los malos, porque somos unos racistas»). Ambos discursos son totalmente maniqueos y pierden el contacto con la realidad. Lo que hacen esos discursos es reforzarse mutuamente, en lugar de generar acuerdos. En el debate, tenemos que evitar esta confrontación e ir hacia los grises, aunque hay gente reacia a la que nunca vas a poder convencer con datos, porque en la actitud hay un componente racional y otro afectivo y éste les pesa más.

-Hay varios estereotipos, pero a éste le he llamado 'la madre del cordero'. Cuando hablamos de prestaciones sociales y económicas, el abanico es muy amplio, pero el debate se ha focalizado en torno a la RGI. Hay otro tipo de ayudas y de políticas sociales que tienen un gasto muy superior y en el que el uso del colectivo inmigrante es residual. Por ejemplo, el gasto en pensiones o el gasto sanitario es bien importante dentro del presupuesto y en ambos, el gasto del colectivo inmigrante está por debajo de su peso en la sociedad. Es, sencillamente, por un tema de edad. Los inmigrantes, al ser jóvenes, hacen un uso muy limitado de la atención sanitaria. El 80% del gasto de Osakidetza va destinado a enfermas y enfermos crónicos, que en su mayoría son personas mayores de 65 años. Los mayores de 65 años son un 22% de la población autóctona y un 2,1% de la población inmigrante. En cuanto a las pensiones, podríamos decir que el colectivo inmigrante es un negocio para la Seguridad Social, porque aporta mucho más de lo que se lleva. Frente a todo esto, la RGI no deja de ser una partida pequeña.

-La inmigración no ha sido, afortunadamente, un tema central en el debate político. Es un tema goloso que la clase política no ha sacado en la campaña de las elecciones generales y se agradece, porque eso determina muchas veces el comportamiento de la sociedad. Sí lo sacó, en cambio, el exalcalde de Vitoria en las municipales. La realidad de la RGI es que en torno a un 35% de las personas perceptoras son de origen inmigrante y en torno a un 65% son autóctonas. Por tanto, hay más personas autóctonas que inmigrantes que perciben la RGI. Es verdad que si miramos los datos sobre el peso de la población inmigrante en relación con la RGI, vemos que es mayor que su representatividad en la sociedad. ¿Por qué? Porque son más pobres y más vulnerables y su riesgo de exclusión social es mayor que el de la población autóctona. En las políticas contra la exclusión social, es lógico que reciba más la gente que está en situación de vulnerabilidad. Decir que los inmigrantes reciben más la RGI que los autóctonos es como decir que la gente de Sestao tiene ventaja sobre la de Neguri a la hora de recibir la RGI.

-Ése es uno de los estereotipos que se asientan en medias verdades. Si analizamos un colegio en el que hace quince años no había inmigrantes y un colegio en el que ahora hay muchos inmigrantes, veremos que las notas han descendido. Pero ¿han descendido porque han llegado los inmigrantes? Hay un elemento importante y es la correlación directa del nivel educativo de los alumnos con la situación económica y cultural de sus padres. Es la familia la que condiciona. En la mayoría de los casos, los inmigrantes que vienen al País Vasco se sitúan en los escalafones más bajos. Lo que está ocurriendo es que, por un lado llegan más niños y niñas de clases bajas, en este caso inmigrantes, y las clases medias deciden sacar a sus hijos e hijas, que eran los que sacaban mejores notas, de esos colegios para llevarlos a centros concertados. Los que se quedan son el alumnado autóctono de nivel económico más bajo y los inmigrantes.

-Si miramos aquellos delitos que producen más alarma social, como el robo, podemos ver un mayor porcentaje entre el colectivo inmigrante, igual que podemos encontrarlo entre el colectivo autóctono más precario. Es un tipo de delincuencia que está muy asociada a la exclusión social y a la vulnerabilidad. Las tasas de este tipo de delincuencia son superiores a las de la población autóctona. Pero si cogemos las clases bajas inmigrantes y las clases bajas autóctonas, las tasas son similares. A las personas que dicen que con la llegada de los inmigrantes, la tasa de delincuencia ha empeorado y la inseguridad ha aumentado, tenemos que responderles que no, porque los datos así lo indican. La Er-tzaintza publica, año tras año, las tasas de delincuencia y en estos últimos diez años, cuando ha llegado un mayor número de inmigrantes, la tasa de delincuencia ha descendido. Ahora, si hay gente que prefiere que le robe alguien de Oiartzun a que le robe alguien de Rumanía, ese ya es otro tema.

-Ahí sí que puede haber estereotipos que tengan una base más o menos verídica. No tenemos datos fiables para afirmarlo más rotundamente. Seguramente es una percepción personal, pero hay colectivos de inmigrantes en los que puede haber mayor machismo y violencia de género.

-Los perfiles más reacios son de personas mayores, sin estudios y con ingresos económicos bajos y los más tolerantes, los de personas jóvenes, con estudios universitarios e ingresos medios-altos. En general, la población vasca tiene un índice de tolerancia alto, sin grandes diferencias con el de otras comunidades autónimas y superior al de algunos países del norte de Europa. En 2015 hemos alcanzado un índice de 58,04, que es una de las notas más altas en clave evolutiva de los últimos años. Por otra parte, el modelo de integración que tenemos es que no hay modelo, pero no nos ha ido mal. En Francia, se aplicó el modelo asimilacionista y han tenido problemas. No ha funcionado. Aquí, el medio de integración ha sido el mercado laboral y hasta en los peores años de la crisis no ha habido mayores problemas. Creo que podemos ser moderadamente optimistas. Yo, al menos, soy de los que veo la botella medio llena.