Pedro Meaurio (Donostia, 1940) es historia viva de la aviación. Doctor en ingeniería aeronáutica, piloto, fue ingeniero de mantenimiento en el aeropuerto de Hondarribia entre 1965 y 1979, cuando el aeródromo estaba «dirigido por un coronel militar». También tenía a su cargo el mantenimiento de los aeropuertos de la zona norte. Después pasó a dirigir durante 20 años el aeropuerto de Palma de Mallorca (1979-1999), uno de los más importantes de Europa por volumen de viajeros. «Lo cogí con siete millones de pasajeros y lo solté con 24». Luego dirigió el aeródromo de Málaga (1999-2003) y acabó siendo director de Aena en la zona Este (2003-2006), que abarca aeropuertos desde Zaragoza, Gerona, Menorca, Ibiza, Valencia... Firme defensor de la gestión pública de los aeropuertos, apuesta por la entrada de representantes de las compañías y los pasajeros en los consejos asesores.

- Me formé en Madrid en la escuela de ingenieros, pero donde aprendí de verdad fue en Fuenterrabía. Era un mundo tan compacto y pequeño que nos entendíamos muy bien. Allí aprendí hasta el morse, a sustituir al meteorólogo para comprobar la cantidad de agua que había caído, a sustituir al controlador que se había marchado al puente de Santiago porque tenía una tienda... Aprendí mucho más que en la escuela de ingenieros. Respondiendo a la pregunta, se puede decir que en lo básico el mundo de la aviación está muy estancado. Así como tenemos ahora trenes y barcos de alta velocidad, los aviones siguen volando a la misma velocidad que antes. En 1968 se pasó de hélices a reactores y ahí se ha quedado.