El área de Urbanismo pretende acercarse a los ciudadanos y el primer paso debía ser poder comunicarse con ellos. Por eso se entendió necesario desde un principio crear una imagen de marca que recogiera los principios y agrupara las acciones. Para ello, el consistorio recurrió a Kunsthal, «un centro de formación, que está en Irun, que colabora con el Ayuntamiento, que cuenta con arquitectos que saben de urbanismo y con artistas», dicen en Urbanismo sobre el porqué de esta alianza.

El arquitecto y profesor de Kunsthal, Ricardo Ruiz, es parte del equipo de la escuela de diseño que se encargó de crear esa imagen para la iniciativa. Él, que ha trabajado en proyectos como el del parque Gain Gainean, participó de ese grupo junto a Jesús Arrecubieta (arquitecto), Gaizka Zuazo (paisajista), Susana Zaldívar (artista plástica), Eduardo Piédrola (diseñador gráfico), Borja Legarda (creativo publicitario) y Mikel Antero (realizador). «Para mí, el urbanismo es una herramienta de trabajo y mi labor ha sido buscar la traducción para hacerlo comprensible para mis compañeros, que no son expertos en esta materia», dice Ruiz.

«Yo entendí el urbanismo como el conjunto de normas que rigen la evolución de la ciudad», explica Zaldívar, la artista creadora del logo. «Lo plasmé como pilares rígidos, sólidos; la protección, el estudio predeterminado... lo masculino. Por otro lado, esta nueva línea de urbanismo la entiendo en femenino, interpretada como la indulgencia y la comprensión de una madre, representada por líneas horizontales que conectan los pilares». Así apareció lo que la artista definía como «un pentagrama irregular, que ni tiene cinco líneas, ni son paralelas», pero en el que, «cual notas, se colocan los actores de la ciudad: parques, comercios, industrias... y sobre todo las personas». Surgieron escenas que se completaron «con texturas y colores» y otros elementos plásticos que se incorporaron hasta completar el logotipo que se puede ver en la fotografía principal de esta página.

«Una parte del proyecto era generar una marca reconocible que sirviera para identificar los proyectos que se están realizando y evidenciar que son todos parte de un plan», señala Eduardo Piédrola. «Puede presentarse en color o en blanco y negro; por partes o completo y se puede leer de forma sencilla (es la ciudad, Irun) o como la complejidad propia de una ciudad (muchos elementos que se relacionan).

La aprobación del Plan General de Ordenación Urbana, el pasado mes de enero, incorporó una novedad diferente. Por primera vez, las normas para regular el planeamiento de la ciudad incluían premisas presentadas en su día como 'perspectiva de género', una innovación que no encontró espejo en el que mirarase. Desde el principio se trató de aclarar que aunque sí atendía cuestiones de seguridad en los espacios públicos y privados, pretendía ir más allá de solucionar puntos negros, quería, «humanizar el urbanismo», dijo el delegado del área, Miguel Ángel Páez.

Denominarlo 'perspectiva de género' tiene su razón de ser. «En el urbanismo se usa un prototipo de ciudadano como referencia: un hombre, de edad media, sano y que se mueve en coche a trabajar. Queremos romper con eso y pensar en los distintos ciudadanos: mujeres, mayores, niños; gente que trabaja en casa, que no tiene coche», explica Naiara Zabala. Ella es uno de los técnicos del área municipal de Urbanismo, arquitecta y principal impulsora de este cambio de paradigma. «El urbanismo es complicado, regido por muchas leyes. Es la herramienta con la que se construyen las ciudades y tiene que ser serio, formal, muy técnico; debe garantizar que las cosas se hagan bien». El problema es que en ese camino, «usamos un lenguaje técnico, poco comprensible para el que está fuera del sector. Hablamos de estándares, aprovechamientos y PERIs. Es difícil entender ese lenguaje y los ciudadanos pueden tener la sensación de que hayamos perdido la perspectiva de que la ciudad se hace para quienes la habitan. Pero no estamos encerrados en nuestro despacho mirando planos y dosieres, ajenos a la realidad; vivimos la ciudad».

Así surge esa nueva forma de enfocar el urbanismo que, una vez aprobado el Plan General, «ya se empieza a ver». La recién renovada plaza Urdanibia va en esa línea: «acceso cómodo al transporte público, fuente, zonas de descanso a la sombra, medidas para evitar la creación de puntos negros». Los cambios afectan también a las promociones residenciales. «Estamos trabajando con promotores que van a construir viviendas próximamente para que cumplan las condiciones: cuartos en los portales para carros de niños y sillas de ruedas, más balcones, zonas públicas que inviten a su uso (habilitando espacio para locales, por ejemplo), muros acristalados en los portales...»

Pero el cambio de paradigma a la hora de afrontar qué debe ser el urbanismo como herramienta al servicio de la ciudad «no puede ni debe terminar con la aprobación del Plan General», advierte Zabala. De ahí que los responsables del área hayan querido sacar adelante la iniciativa 'Irun ciudad amable'. En ella se agrupan la llamada 'perspectiva de género' y otras acciones y planes desarrollados desde el área y en colaboración con otros departamentos del Ayuntamiento (el Plan de Movilidad Urbana Sostenible o PMUS, el programa Urban Sasoi de fomento de la actividad física, la Agenda Local 21). Sobre todo, pretende ser el espacio para seguir avanzando.

Hay muchos proyectos en ebullición, «pero no podemos dejar de atender lo que es básico en el trabajo del área. Sigue habiendo mucho trabajo técnico todos los días, así que no es fácil avanzar, pese a la implicación del jefe del área, Mikel Gargallo, y del delegado, Miguel Ángel Páez, que se han ilusionado con 'Irun ciudad amable' y lo impulsan con decisión, y pese al esfuerzo de muchas personas de este departamento y de otros del Ayuntamiento, que están trabajando con entusiasmo, dedicándole muchas horas de su tiempo libre». Sin embargo, la base es sólida y ya hay más ideas concretas en marcha.

Pronto se dará a conocer un proyecto concreto desarrollado desde el Museo Oiasso dentro de su programa Ondare Bizia e incorporado también en este 'Irun ciudad amable'. Afirma Zabala que «Oiasso persigue también esa idea de salir de su espacio de trabajo definido y abrirse a la ciudad, en este caso, a través del juego en las calles para poner en valor y reconocer nuestro patrimonio», en una propuesta denominada Jolas Eguna. En la misma línea de que «los ciudadanos hagan suyas las calles mediante juegos y actividades», se prevé una acción similar en colaboración con el Gazteleku y con Deportes para este 2015 y en la que el protagonismo recae en un barrio y sus vecinos, esta vez vinculándolo más al ejercicio físico.

En una línea diferente, pero también clave en el desarrollo de 'Irun ciudad amable' «queremos crear un certificado para aquellos edificios que cumplan con todas las características de la perspectiva de género del Plan General». Esas normas deben cumplirse «o justificar los motivos por los que no se ha podido». Para premiar a los promotores que sí lo hagan «queremos crear un 'sello' que distinga los edificios con esos estándares de calidad. Para crearlo queremos contar con arquitectos, aparejadores, promotores, constructores, inmobiliarias... Que sea algo de todos», comenta.

Porque, aunque ha quedado para el final, lo cierto es que la piedra angular de la ciudad amable son las personas y su participación. «Nos interesa mucho que haya un contacto cercano con los profesionales del sector que vaya más allá de ponerles unas equis a los expedientes que nos entregan. Y nos interesa, muchísimo, la relación con el resto de ciudadanos. Sabemos que el urbanismo es muy técnico y que puede resultar complicado, por eso nos estamos esforzando en encontrar la fórmula adecuada. Abriremos algún tipo de suscripción para que se apunte todo el que tenga interés y a partir de ahí organizar jornadas formativas, reuniones... Compartir conocimiento en todas las direcciones en un diálogo abierto que nos sirva a todos».