La Junta de Gobierno Local, a propuesta del departamento de Cultura, aprobó la pasada semana un gasto de 34.670 euros, correspondiente al periodo comprendido entre los meses de septiembre a diciembre de 2017 para la contratación de la Agrupación Cultural Banda de Música Ciudad de Irun.

Asimismo, acordó la contratación de trabajos artísticos y técnicos de la Banda irunesa, con un presupuesto máximo de 348.365 euros, desde la fecha de formalización del nuevo contrato hasta el 31 de diciembre de 2020.

Esta fórmula de contratación supone un nuevo paso en la relación del Ayuntamiento con la Banda de Música Ciudad de Irun. A partir de ahora, se pasa de un formato que hasta la fecha era anual a una propuesta de contratación que se extiende hasta 2020. El objetivo es «dar mayor seguridad y estabilidad a todas aquellas actividades que la Banda desarrolla en base a este contrato», señalan desde el Ayuntamiento.

El Centro de Interpretación del Bidasoa (antiguo edificio de la Aduana, junto al puente internacional) acoge hasta el 30 de septiembre la exposición 'Recuerdos de la frontera', que ha organizado el Consorcio Transfronterizo Bidasoa-Txingudi. La muestra recoge una colección de fotografías históricas, que retratan diferentes épocas de la vida transfronteriza, en su paso por los puentes internacionales, el río Bidasoa y la bahía de Txingudi.

Varias secciones componen la exposición: los refugiados de la Guerra Civil; la ocupación nazi de Hendaia; los años de racionamiento y contrabando; la evolución histórica de los puentes de Behobia y Avenida, con el informe técnico de la reparación de este último, y una serie de artículos de época con ilustraciones.

A través de esta muestra, se puede seguir la historia de las principales corrientes migratorias de los últimos años. La primera de ellas, la provocada por la Guerra Civil española. «A finales de agosto del 36, entre 15.000 y 20.000 personas atravesaron la frontera tras la caída de Gipuzkoa en manos rebeldes», señala el texto que acompaña las fotografías de los refugiados. «Entre julio y octubre del 37, con la conquista total de la cornisa cantábrica por las tropas franquistas, alrededor de 120.000 personas abandonaron la península, la mayoría por vía marítima, ya que el paso fronterizo entre Irun y Hendaya permanecía bajo control rebelde».

Pero los movimientos de población no acabaron con la Guerra Civil. Los puentes y el río fronterizo siguieron siendo protagonistas del paso clandestino de personas durante la Segunda Guerra Mundial. Diferentes redes de evasión lograron poner a salvo a miles de judíos, miembros de la resistencia, agentes secretos y pilotos aliados, que huían de la Francia ocupada por la Alemania nazi. La Red Comète fue una de las organizaciones más activas.

Tampoco con el fin de la Segunda Guerra Mundial cesaron los movimientos de la población. Entre finales de los 50 y principios de los 60, los pasos fronterizos fueron atravesados por el grueso de la emigración económica española, que buscaba en Europa un futuro mejor.

Para recopilar todos estos 'Recuerdos de la frontera', ha sido necesaria la colaboración ciudadana. La mayoría de las imágenes y documentos expuestos han sido cedidos de forma desinteresada por personas y entidades privadas. El verano pasado, el Consorcio Transfronterizo, hizo un llamamiento a la ciudadanía para que colaborara en el proyecto, aportando testimonios orales y escritos y fotografías y objetos.

«Esta exposición no hubiera sido posible sin la inestimable colaboración de muchos particulares y entidades», señalan desde el Consorcio. La organización ha querido agradecer, especialmente la colaboración de José Mari Castillo, Jean Paul Pallud, Georges Pats-Nougues, Gilbert Loockx, Amelia Nieto, Fernando García y Esther Margarita Álvarez.

Un emotivo texto escrito por la hondarribiarra Esther Margarita Álvarez Olaso, cuyo padre, republicano, fue hecho prisionero, da testimonio del terrible y durísimo momento en el que tuvo que cruzar la frontera con su madre y hermanos: «Un día de septiembre de 1937, cuando tenía 6 años, pasó la aviación alemana, creo, y nos ordenaron que nos refugiáramos en las murallas... Recuerdo como si fuera ayer todos los llantos de los niños asustados. Cuando salimos de los refugios, nos dijeron que teníamos que abandonar el pueblo para irnos a Francia. Corrimos hacia el Puntal, sin coger nada de casa, como muchas otras familias. Había muchas lanchas con hombres remando y trasladando a las mujeres y a los niños a Hendaia. Parecía que no había lanchas para todos. La gente estaba asustada y todos empujaban para huir del horror. Al final, pudimos pasar al otro lado. En Hendaia, nos llevaron a la estación, nos dieron mantas para dormir allí y al día siguiente, nos asignaron diferentes destinos...».