«Hay más tráfico de drogas que clientes», denuncian comerciantes en la frontera de Santiago

Alrededor de cuarenta hosteleros, comerciantes y vecinos del entorno de la frontera de Santiago han denunciado esta mañana la inseguridad y la indefensión que padecen en la zona «tanto de día como de noche».

La situación no es nueva, sino que «llevamos muchos años» en los que en este entorno «abundan personas que campan a sus anchas en el mercadeo de sustancias nocivas para la salud y prohibidas por la ley. La mayoría de ellos son habituales en ese oficio» y, «más o menos, viejos conocidos de las patrullas policiales», han afirmado Natalia Solbes y Manu Mangas, ambos comerciantes, en representación de la comisión que ha convocado la movilización. « Las disputas entre ellos mismos y los altercados con viandantes son muy frecuentes, y sólo procuran mala fama a la zona».

La gravedad de la situación «va in crescendo. Llega un momento en que esto no se puede aguantar. Hay más tráfico de drogas que clientes» en los comercios. «Hay inseguridad, robos, trifulcas. No hay un día en que no se llame a la policía. El sábado por la mañana, por ejemplo», ha contado Natalia Solbes, «tuvimos que llamarles tres o cuatro veces. Clientes habituales nos han hecho saber que ya no vienen aquí por el miedo que les da. Aparcan el coche», a pocos metros de las tiendas, «y en ese trayecto les ofrecen droga dos o tres veces». Están en peligro, denuncian los comerciantes y vecinos de la zona, «tanto la economía como la integridad de las personas».

Si bien la Policía acude cuando se solicita su presencia, «pueden hacer su labor hasta cierto punto. Ellos», quienes se dedican al menudeo de droga, «se saben todas las argucias. Se preocupan de no tener nada encima cuando les pillan». Pero, en cualquier caso, la situación que padecen quienes desarrollan su día a día en la frontera de Santiago es insostenible: «aquí hay que trabajar en grupo, empezando por las autoridades, que son las primeras que tienen que cumplir con su cometido. Hay que poner medios para que pueda haber un trabajo físico, de patrullar, para no dejarles campar a sus anchas. Y, por otro lado, de investigación para que esto se pueda acabar». Los comerciantes tienen claro que quienes trapichean en la zona «están organizados. Cada uno tiene su labor y saben cómo hacerlo para que no les cojan con nada. Y son viejos conocidos tanto de la Ertzaintza como de los municipales».

Esta grave problemática se suma a las dificultades que están sufriendo comerciantes y hosteleros a consecuencia de la pandemia. Calculan que alrededor de un centenar de personas trabajan en los establecimientos del entorno. «Antes del Covid-19 ya teníamos estos problemas y muchos clientes estaban dejando de venir». El acoso es no sólo a quienes acuden a realizar sus compras, sino a los propios comerciantes: «nos roban, pero como la cantidad no supera un determinado importe, no podemos hacer nada. ¿Qué hacemos, nos enfrentamos a ellos nosotros mismos? Chillan, te amenazan, te insultan... No nos dejan trabajar».

Los comerciantes, hosteleros y vecinos han querido desvincular totalmente esta problemática de los flujos migratorios que se viven en la frontera desde hace un par de años: «no tiene absolutamente nada que ver», ha subrayado Natalia Solbes. « Este problema es anterior. Las personas migrantes van a a lo suyo y no dan ningún problema».