Noticia publicada en Diario Vasco,el sábado día 12 de Marzo de 2022.

El impacto de Basterretxea y Oteiza en el Irun de los 60

Los años en la casa taller de la avenida Iparralde no fueron solo trascendentes en las respectivas carreras de Oteiza y Basterrtxea. Su presencia en Irun agitó, y de qué manera, la ciudad a todos los niveles. Basterretxea colocó en la avenida de Navarra, y allí sigue actualmente, su primera obra de exterior, 'Fuente-Iturria'. Fundó la empresa Biok con Gabriel Susperregi y José Luis Muñoz, donde dio rienda suelta a su dibujo para el diseño de moderno mobiliario, y con Fernando Larruquert creó la productora cinematográfica Frontera Films ( 'Pelotari', 'Alquézar, retablo de pasión', 'Ama Lur').

Oteiza venía de ser premiado en la Bienal de Sao Paolo en 1957 «y era uno de los más prestigiosos artistas del momento en España», comenta Fernando García. «Era muy creativo y muy polémico» y en la ciudad impactó desde ambas facetas. Escribió artículos en el semanario El Bidasoa que dirigía Emilio Navas. En algunos reflejó sus teorías artísticas, en otros abordó diferentes frentes culturales, como con el titulado 'Banda de Música, incultura musical'. En la misma revista fue entrevistado un par de veces por Javier de Aramburu.

Más que notable fue la aportación de ambos al Cine Club Irun, fundado en 1958 y en cuyas sesiones fueron asistentes habituales y participantes activos. «Algunas de las intervenciones de Oteiza se recogieron en la prensa de la época», recuerda Gurutz Albisu, estudioso del cine irunés. «Oteiza diseñó el logotipo de la asociación» y Basterretxea, por su parte, se encargó de los carteles y del trofeo de las Jornadas Internacionales de Cine, así como del cartel de la Semana del Arte que el Cine Club organizó en 1961. «Hubo teatro, conciertos y una exposición de arte en el Hotel Colón», señala Albisu, «en la que participaron, entre otros, Montes Iturrioz, Menchu Gal, Enrique Albizu, Eduardo Chillida y, por supuesto, Jorge Oteiza y Néstor Basterretxea».

La muestra refiere que Jorge Oteiza entendió el Cine Club Irun como «un primer paso en su reclamo de la creación de una Casa de la Cultura» en la ciudad desde la que se impulsara y difundiera todo tipo de arte.