4 octubre 201501:29
De la nueva biblioteca apenas se han visto las obras, al estar en el subsuelo. Ni tampoco el arduo trabajo que ha supuesto el traslado desde Ikust Alaia al CBA, pero han sido meses cargando libros, etiquetando y colocando el mobiliario. Mertxe Tranche, Amaia Romero, Elisa Sagüés, Iván Lucas, Eider Marcos, Purificación García, Maite Aramburu y Raúl Grande componen la parte más humana del traslado.
«El primer día que bajé aquí esto era un mar de cajas. Todo, todo lleno. ¿Y dónde poníamos el primer libro? No sabíamos por dónde empezar», recuerda Mertxe Tranche. Pero antes que eso, hubo que vaciar Ikust Alaia, «lo primero fue la sala de préstamo, que no estaba en el propio edificio sino en un local cercano». Por supuesto, la tarea no se reduce a meter libros en cajas y sacarlos: «Ha habido un trabajo previo. Tuvimos que desmagnetizarlos porque, con el traslado, se han cambiado las alarmas de todos los ejemplares». Una vez vacía la sala de préstamo, «nos pusimos con Ikust Alaia».
«Hay que tener muy en cuenta que los libros no se pueden desordenar», puntualizan. «Las cajas van todas en orden, numeradas e indicando todo lo que hay dentro. Colocar todo en el mismo orden facilitaba mucho las cosas» en el nuevo CBA. Y más tareas, «se ha querido aprovechar el traslado para hacer el cambio de etiquetas y tejuelos» de los libros. Y en eso, Iván ha sido el rey ». El joven confirma que «todos los días me encargaba de poner las etiquetas, alarmas...». «Y todos los días nos ganaba y era el que más hacía».
En total, han movido de un lugar a otro 60.000 libros y casi 1.500 cajas de revistas
Porque a parte de etiquetar los libros había que colocar las nuevas alarmas en todos y cada uno de los 60.000 ejemplares de la biblioteca; tantos como habitantes tiene Irun. «Y las revistas, que tenemos una hemeroteca bastante completa». «Sólo sacar las revistas costó dos semanas de trabajo... Han sido casi 1.500 cajas». Eso, en lo que se refiere al traslado de las revistas. Pero en total «se compraron 10.000 cajas». Según algunas estimaciones cada miembro del equipo ha movido «unos 5.000 kilos al día». «¿Tanto? ¿En serio? No puede ser». «Os lo digo yo, que lo he calculado...».
Los trabajadores del equipo del traslado señalan que prácticamente todo el mobiliario de Ikust Alaia «se ha reutilizado. Las estanterías se han aprovechado para el depósito, otras cosas se reutilizarán en la Igazte...».
Al preguntarles por sus primeras impresiones en el nuevo espacio, señalan ventajas como que «aquí no hay escaleras. Todo está accesible, no hay que andar con pesos para arriba y para abajo, tenemos más ordenadores, más cuartos de baño, una zona para tomar café o un tentempié... Es un espacio mucho más cómodo para trabajar. Desde luego, no parece que esté en el subsuelo con toda la luz que hay. Y la amplitud de metros...». Todo son ventajas, pero también es cierto que se echará un poco de menos «esa 'xarma' de Ikust Alaia...».
No les cabe duda de que lo mejor de estos meses de trabajo «ha sido el equipo de gente que nos hemos juntado. Hemos tenido mucha suerte con eso y nos lo hemos pasado muy bien».
La parte que no se ve
Además de los que se ven, la biblioteca dispone también de un depósito que cuenta con «fondos donados por Elfidio Alonso, otros de Mourlane Mitxelena y también una serie de libros que no están expuestos a la vista del público, pero que se pueden pedir. Todo eso está en una sala aparte», pero también dentro del CBA. Antes del traslado «estaban en el archivo municipal».