Si van por la calle y escuchan a alguien cantar «ieieee». No se asusten. La culpa la tienen Pablo, las nuevas tecnologías y sus dos metros de altura. Apunten estas palabras, Tik Tok, followers, stories y creador de contenidos. Esto último es una profesión y no del futuro porque ya está aquí y Pablo la está descubriendo poco a poco mientras más de diecisiete mil personas le miran en Instagram y 150.000 en Tik Tok. Cada día, nos da los buenos días, nos cuenta sus rutinas de gimnasio, nos propone juegos a través de Instagram, nos divierte con sus vídeos en Tik Tok y nos canta lo que ya es un himno en sus redes sociales. El «ieie». Su carácter emprendedor y soñador lo llevaron a querer explorar el mundo y salir de su pueblo. Así, de aventura en aventura, Pablo ha viajado de Araia a Irun y se ha convertido en alguien muy querido. Si por la calle oyen el «ieie», gírense, Pablo anda cerca repartiendo buen rollo.

–Pablo, pero la mayoría te conoce como 'Yecben'. ¿Verdad?

–Así es, en Instagram y Tik Tok todo el mundo me conoce como Yecben. ¿Sabes de dónde viene ese nombre?

–Cuéntame, seguro que tienes una bonita historia...

–Es la suma de los nombres de mi familia. Yesenia, Sergio y Ruben hacen la mezcla de Yecben. La 'c' la tuve que poner porque un usuario ya lo tenía con 's'. (Risas) Pero también hay mucha gente que me conoce por el «ieie» que canto a todas horas. «Tu ya me conoces, ieie»... ¿Sabes de dónde viene ese «ieie»?

–¿Otra historia? Cuenta...

–Esto es honor a mi tío. Falleció hace poco, pero él antes siempre me decía que yo iba a ser grande y que iba a triunfar en el mundo de la música. Me pedía que le cantara mis baladas y siempre intentaba imitarme haciendo ese sonido: «ieie». Yo entonces me reía muchísimo, me parecía divertido. Él me decía: «ríete, ríete, pero algún día lo utilizarás y triunfarás». Al poco de fallecer, estaba destrozado porque había perdido a más gente en Venezuela, me grabé un vídeo y desde dentro me salió decir: «Yo soy Yecben, ieieee». Arranqué a llorar, pero una amiga me dio la idea de utilizar ese «ieie» en cada vídeo. Lo hice y se hizo viral. Ahora, hasta en la calle los más jovencitos me cantan para que les salude.

–Yecben y su «ieie» controlado, ¿pero de dónde salió Pablo?

–Yo soy de un pueblo llamado Araya, en el Estado Sucre de Venezuela. Es un pueblo pescador muy pequeñito. De ahí me fui a Caracas, a la gran ciudad. Siempre tuve sueños de conocer más el mundo. Tuve la oportunidad de hacer un casting para modelaje y de ahí enlacé uno con otro. Viajé a Ecuador, Perú, Chile... Y ahorita, aquí en Irun.

–Entonces, ¿empezaste como modelo?

–Sí, eso es. Mi estatura siempre me ha ayudado, la verdad. En las pasarelas disfrute muchísimo. Ahí me subía y caminaba con mi pecho bien parado. Con actitud y pisando fuerte con mi 48 de pie. (Risas)

–Y la faceta musical, ¿cuándo aparece?

–Esto me viene desde la cuna, es de familia. Mi padre es percusionista, es patrimonio cultural viviente en mi pueblo. Mi madre es socióloga y periodista. Tengo esas dos mezclas. El artista loco y la comunicadora social. Desde pequeño estuve con mi padre. Él crea tambores artesanalmente, así que el ritmo ha estado siempre a mi lado. Uno de mis hermanos toca la guitarra y también siempre he querido tocar como él. Aprendí porque me empeñé, pero algo de oído de familia debo tener.

–¿Y qué tipo de música haces?

–De joven, al principio, las baladas me agarraron fuerte. Empecé cantando romántico y la música tradicional de mi público. Luego ya me agarraron las tendencias, es decir: el reggaeton. (Risas) Sí, me agarró el perreo hasta abajo. Con esto sentí que me iba mejor que con las baladas y por ahí me fui.

–Lo que seguro no te viene de familia es lo de ser creador de contenidos, ¿cómo explicamos que te siguen cientos de miles de personas cada día?

–(Risas) Esto fue poco a poco, eh. Todavía hoy me sorprendo, pero sé que me voy a dedicar a esto. Disfruto mucho. No recuerdo la primera foto o vídeo. Creo que fue en Ecuador a raíz de salir en un reality show. Luego también estuve en Míster Real Venezuela y quedé segundo finalista en modelaje. Me gustó lo de estar delante de las cámaras, así que ahí empecé a hacer cosas.

–Y ahora todos te conocen.

–Hay una cosa que me hace mucha ilusión. Mi pueblo, como te dije, es un pueblo pequeño y humilde. Hay un chico que ahora está jugando en las grandes ligas de béisbol, lo ficharon por cinco millones de euros. ¡Imagínate! A mí me ponen a la par que él. Dicen: «miren estos dos chicos que salieron del pueblo, uno pelotero y otro modelo y cantante». Es un orgullo para mí, pero no tengo millones como el otro chico.

–A seguidores le ganas...

–(Risas) Tal vez. No me quejo. Me va genial con las redes sociales. Tengo vídeos que tienen un millón de visualizaciones y disfruto mucho creando dinámicas o juegos para quien me sigue. Es una responsabilidad porque no quiero decepcionar a nadie y quiero responder a toda la gente que me apoya tanto.

–No hemos hablado de tu altura, dos metros.

–Yo no me veo alto. Me veo normal. ¡Los hay más altos! (Risas) Pero sí, ha sido clave. Una amiga me descubrió Tik Tok y después de estudiar bien la red social, me lancé a grabar un vídeo. Lo hice con María, la peluquera de Overflod. Una cosa sencilla, pero el vídeo se hizo viral con millones de visionados y comentarios. Me di cuenta de que ahí había algo que llamaba la atención de la gente. Así que entre cantar y comentar la altura he ido creando mi comunidad. ¡Somos un montón!