6 marzo 201600:17
El método del autocompostaje ha llegado este curso a cinco centros escolares de la comarca del Bidasoa. Lo ha hecho a través del programa Zisare de la Diputación Foral de Gipuzkoa y Servicios de Txingudi. Con él, no sólo se pretende sensibilizar a los futuros ciudadanos en materia de medio ambiente y gestión de residuos. Hay un objetivo más ambicioso y pedagógico que es presentar de manera experimental el proceso que convierte los residuos orgánicos en compost y acercarlo al alumnado para que pueda conocer desde las mecánicas más básicas hasta los microorganismos que descomponen la materia. Los cinco centros inscritos (La Salle, Eguzkitza, Toki Alai, El Pilar, Txingudi Ikastola y Talaia) suman más de 500 alumnos participantes en la experiencia.
La gerente de Servicios de Txingudi, Leire Zubitur, se acercó esta semana a Irungo La Salle junto a la educadora ambiental que está llevando el programa, Miren Oliba, que explicó allí la experiencia completa de Zisare. «En un primer taller, ayudamos a los alumnos a montar el compostador y les proporcionamos el resto del material: un aireador (para mezclar los distintos residuos que se vierten para hacer compost) y la mochila Zisare, que incluye guantes, un termómetro, un higómetro, un pH-ímetro y cuaderno de campo, fundamental para llevar el control de lo que vierten».
Protagonistas del proceso
Tras ese primer encuentro, Oliba acude a cada centro escolar participante «una vez al mes, para comprobar que todo va como debe y para intentar que los alumnos mantengan la motivación». A lo largo del proceso se intercalan otros talleres, uno de ellos para llevar parte del compost al laboratorio y ver al microscopio los microorganismos del proceso natural que transforma los residuos iniciales en compost. Otro, casi como capítulo final, es el que sirve para ayudar a los grupos a vaciar la compostadora cuando el proceso ha terminado y ya puede usarse el producto obtenido para «abonar los jardines o el huerto del centro, según el caso».
En La Salle, Jesús Mari Arrieta, el profesor que guía a los alumnos de quinto que están protagonizando esta experiencia, anunciaba que irá a la huerta. Zubitur incidió en el agradecimiento a los colegios por volcarse en esta iniciativa, pero Arrieta presentó esa participación casi como algo natural. «Es un tema que está ahí, del que se habla mucho. Incineración, Residuo Cero; productos ecológicos y de casa; contaminación, calentamiento global, cambio climático... A nosotros nos toca concienciar a los jóvenes, y a través de ellos a sus padres, de la importancia de cuidar nuestra tierra, nuestra naturaleza, nuestra casa».
Los jóvenes en cuestión están más que entusiasmados. Al menos Lorena, Ohiane, Ander y Endika, alumnos de La Salle que, como se aprecia en la fotografía, mostraron a los medios de comunicación el cuidado y el detalle con el que trabajan esperando un buen resultado. Aseguraron, como no podía ser de otra manera, que en casa también separan los residuos, incluido el orgánico «para llevarlo al contenedor marrón», dijo uno de ellos con tal vehemencia que no dejó lugar a la sospecha.