«Los controles solo nos perjudican»

Una caseta, tres gendarmes y varias señales en la carretera. Los conductores y paseantes que quieran cruzar al otro lado del Bidasoa durante el próximo mes tendrán que acostumbrarse a la imagen más propia de los años ochenta cuando aún seguían en pie las aduanas. El Gobierno francés ha vuelto a redoblar la presencia policial en la frontera, en vísperas del comienzo de la Eurocopa y con el objetivo de disuadir un posible ataque terrorista. Los miles de guipuzcoanos que viven o trabajan al otro lado de la muga tendrán que armarse de paciencia durante los próximos días, ya que lasretenciones en torno a Biriatou y los puentes de Irun parece que volverán a ser una constante.

Los atentados de noviembre en París han extendido el miedo entre los franceses y han conllevado el refuerzo de los controles policiales. En la zona de Behobia y el puente de Santiago, los comerciantes no están contentos. «Esta situación lo único que va a hacer es perjudicarnos y mucho. No es bueno. La presencia policial hace que la gente esté con miedo en el cuerpo y no vengan a comprar. Notaremos un bajón importante», porque buena parte de su clientela viene del otro lado de la frontera, explicaba ayer Rubén Fraile, presidente de la asociación de comerciantes de Behobia.

se generaron ayer en el peaje de Biriatou, sentido Francia. En el puente de Santiago de Irun también se registraron pequeñas retenciones aunque no causaron grandes problemas para los conductores. Los controles seguirán hasta el 24 de julio.

Ya desde primera hora de la mañana de ayer los gendarmes franceses habían desplegado el dispositivo policial que estará en vigor al menos hasta que termine el Tour de Francia, el próximo 26 de julio. Aunque sin pedir la documentación a los conductores. Y es que el Gobierno galo dictó hace un par de semanas un nuevo decreto ministerial por el que prolonga «el estado de emergencia» hasta finales del mes que viene. Así, durante la celebración de la Eurocopa, se desplegarán más de 60.000 policías y gendarmes por todo el país, según cifras aportadas por el ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve. «A la crisis y a las huelgas en Francia ahora además hay que sumarle la presencia de la policía, que lo único que provoca es que la gente no quiera pasar a hacer la compra», reconoció Fraile.

Y no se quedó ahí, porque puso en duda la efectividad de los controles. Bajo su punto de vista «al final quien quiera pasar puede hacerlo. Yo, por ejemplo, cuando voy a correr cruzo por la acera de enfrente en la que no están los gendarmes y nadie me dice nada. Al final, el que quiere sabe cuándo, dónde y cómo tiene que pasar al otro lado. No les veo mucho sentido a los controles», que coinciden además con la temporada alta para los comerciantes de Behobia, que comienza ahora con el flujo de vehículos que cruzan Gipuzkoa hacia el sur. «Estamos preocupados porque no sabemos cómo irá. Desde noviembre no han hecho más que descender las ventas».

En los alrededores del puente de Santiago, la presencia policial provocó ayer por la mañana que se originara alguna que otra pequeña retención. Aunque la noticia esta vez estaba en el puente Avenida, por donde los peatones pueden pasar a Hendaia. Dos policías municipales de Irun cortaron el acceso a pie al mediodía. Muchos son los que utilizan esta vía para realizar su paseo diario que ayer se vio alterado. «Solemos venir todos los días y hoy tendremos que dar una vuelta más grande, aunque si es por seguridad bienvenidos sean», explicaba Ángela Martín. Más de un ciclista tuvo que dar media vuelta a mitad del puente tras ver que el acceso estaba totalmente cortado. Rubi Sorive vive a este lado de la muga aunque trabaja en Hendaia y todos los días cruza la frontera. Al igual que Ángela Martín, ella también se mostraba a favor de que se aumente la presencia policial «siempre y cuando sirva de seguridad. Creo que es necesario, aunque ahora que viene el verano seguramente las retenciones serán peores».

Donde también se notó el aumento de la presencia policial en la frontera fue en al peaje de Biriatou, lugar en el que una vez más los camiones solo pudieron pasar por una de las cabinas, por lo que tuvieron que ocupar la calzada derecha de la autopista Ap-8, sentido Francia. Esta vez la caravana de vehículos no llegó a ser tan larga como en otras ocasiones, pero al mediodía alcanzaron los cinco kilómetros, por lo que los conductores no tuvieron más que agarrarse a la paciencia.