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«Mi abuelo era carbonero en esta calle, pero también arreglaba bicis» PDF Imprimir E-mail
Escrito por Administrator   
Domingo, 10 de Febrero de 2019 11:22

Noticia publicada en Diario Vasco,el domingo día 10 de Febrero de 2019.

 

«Mi abuelo era carbonero en esta calle, pero también arreglaba bicis»

El barón alemán Karl von Drais fue el primero en desplazarse sobre dos ruedas. En 1817, decidió 'aparcar' los caballos y subirse a lo que llamó máquina corredora. Aka, velocípedo. Lo que hoy es una bicicleta, vaya. La máquina del barón era de madera y funcionaba, como el vehículo de Pedro Picapiedra, empujándose con los pies. Tal vez fuera el espíritu de Karl von Drais quien inspirara a Iñaki Arana. Y es que nuestro protagonista estudió ingeniería motivado por la ilusión de inventar una nueva bicicleta. Su propio velocípedo, por qué no. De momento habrá que esperar, pero no está lejos. En su pequeño local de la calle Santiago mantiene vivo un taller de bicis de esos añejos, de toda la vida. Ahí, si le dejas, es capaz de convertir tu bici en otra. En un nuevo velocípedo. Y es que la vida sobre dos ruedas, dicen, es mucho mejor.

-Pies para qué os quiero, si tengo dos ruedas para volar. Lo podrían decir Elliot y ET, pero también tú.

-(Risas) Con andar por el monte con la bici me conformo. Es lo que más me gusta.

«Estudié ingeniería técnica con la intención de diseñar alguna bicicleta rara o algo así, ese era mi sueño»«Hay gente que aún tiene en la bici frenos de varilla, así que hay trabajos que son pura artesanía»

-Dicen que a montar en bicicleta no se olvida nunca, ¿recuerdas tu primera bici, Iñaki?

-Uff... la bici no, pero sí que fue mi aita quien me enseñó a andar.

-Seguro que lo hiciste directamente sin ruedines.

-(Risas) ¡No creo! El aita me enseñó a andar en bici aquí al lado, en el barrio blanco. ¿Sabes lo que es?

-No...

-El barrio blanco le llamábamos a la parte de atrás del Palacio Arbelaitz. Ahí aprendí a andar en bici y luego seguí practicando por el Sargia.

-Y desde entonces poco te habrás bajado de la bici, ¿sí?

-Bueno, la verdad es que he disfrutado siempre muchísimo. Lo que más he hecho ha sido andar en bici de monte. ¡Ahí he disfrutado un huevo!

-No eres de bidegorris...

-(Risas) Bueno, es que por aquí no hay mucha costumbre de usar la bici como medio de transporte. La bici está siempre unida al deporte, poca gente la utiliza en su día a día para ir a trabajar, hacer la compra, moverse de un sitio a otro...

-¿Para ti ha sido deporte?

-Ha sido casi mi vida. De hecho, estudié ingeniería técnica motivado por las dos ruedas... No sabía muy bien a qué quería dedicarme, pero sí pensaba en diseñar alguna cosa rara. Era un sueño, la verdad.

-¿Soñabas con diseñar tu propio velocípedo?

-¡Algo así! Sí, tenía muchas ideas en la cabeza, muchos sueños, pero luego resultaron ser demasiado difíciles. Eso sí, me costó pero saqué la carrera.

-Entonces serás de los que en el Tour mira más las bicis que a los ciclistas...

-(Risas) Sí me gusta, sí. Cuando estoy aquí me pongo la radio y escucho las carreras, pero no puedo evitar fijarme en las bicis. Es una pasada cómo han evolucionado.

-¿Han cambiado mucho?

-Desde que empecé yo es una pasada lo que han evolucionado, sí. No es que yo sea viejo, ¿eh? La forma, los materiales, la aerodinámica... Es increíble lo que han mejorado y cambiado las bicis. Es una gozada.

-Y tú, sin embargo, tienes el modelo más antiguo de todos en la puerta...

-(Risas) Sí, pero esa no se puede utilizar. ¡Ojalá! La trajo mi hermano de La Rioja. Estaba en un bar y la iban a tirar, se acordó de mí y me la trajo. La tengo siempre ahí porque es la imagen de Ciclos Santiago.

-Ciclos Santiago, tu pequeño taller en el que ya llevas dos años.

-¡Sí! Cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando estaba trabajando en Decathlon pensando qué hacer.

-¿Cómo surge el proyecto?

-Fue todo por casualidad. Yo trabajaba en Decathlon con Loren, el hijo de Salva. Él me dijo que su padre se jubilaba y entonces es cuando me planteé continuar con el taller.

-Espera, ¿quién es Salva?

-A Salva seguro que lo conocen todos en el barrio. Toda la vida a arreglado bicis por aquí. Antes estuvo al lado del Pizza Carlo y en el 2000 se trasladó a este pequeño taller en la calle Santiago.

-Vaya, la calle Santiago te encontró a ti y no al revés.

-Bueno, yo creo que ha sido todo un poco cosa del destino...

-¿Por qué?

-Mi madre nació aquí, es de la calle Bidasoa. Mi abuela era riojana, pero aquí la conocía todo el mundo. ¡Creo que era la dueña del barrio! (Risas) Mi abuelo era carbonero, tenía un pequeño taller en esta calle y también arreglaba y hacía bicicletas.

-Frena la bici, Iñaki. ¿Tu abuelo hacía bicis?

-Sí, hacía bicicletas para 'Comet'. Hace muchísimos años, eh.

-Pero entonces llevas la bici en la sangre, ¡claro que era tu destino!

-Eso me suele decir mi madre. Yo no llegué a conocer a mi abuelo, pero mi madre me dice muchas veces: «Ay, si te viera tu abuelo...». Es una historia que me hace mucha ilusión, así que estoy encantado de estar en la calle Santiago.

-Supongo que no te costaría mucho decidirte...

-Bueno, estaba en Decathlon y veía que tampoco tenía mucho futuro ahí. De ingeniería no me salía casi nada o nada, así que con la jubilación de Salva me planteé que era el momento de hacer algo.

-Adiós a los ruedines y a los frenos, ¿verdad?

-Me lancé gracias al apoyo de mi mujer, Nekane. Ella ha sido quien más me ha motivado y bueno, no nos vamos a engañar, la que trae el sueldo a casa para que yo pueda seguir con este proyecto. Ella me sujeta la bici por detrás, como cuando aprendemos a andar.

-¿Y cómo anda Ciclos Santiago?

-Bien, estoy contento. A la gente le hace ilusión que haya un taller como este. Al taller le he dado una vuelta. Salva antes trabajaba al fondo y yo me he puesto al lado de la ventana para que la gente vea lo que se hace aquí. Arreglo bicis y a algunas les doy una nueva vida.

-Aquí hay bicis de todos los tamaños...

-Sí, lo que más hago es arreglar pinchazos, ajustar frenos, revisiones... Pero hay de todo, aún hay hasta bicis con frenos de varilla.

-No todos hemos evolucionado...

-Efectivamente, aún hay trabajos que son pura artesanía. Otras veces, me traen bicis viejas, que ya no quieren, las cambio de arriba abajo de forma que parecen otras y ¡a volar!

 
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