Cada día es una oportunidad de reinventarse. Este aforismo es difícilmente aplicable a las instituciones, sometidas a unos procesos de gestión en lo antagónico de lo ágil. La dificultad para girar la veleta, incluso en un área como la de Cultura, es enorme, pero no por ello inasumible. Es más, a veces no queda más remedio. No es éste el caso.
Es cierto que el desarrollo cultural es, en general, una de las primeras víctimas en cualquier proceso de recorte. Una realidad injusta aunque, desgraciadamente, extendida y asumida. Pero el área de Cultura del Ayuntamiento de Irun no se quiere quedar sólo con esa parte. Su delegada política, Belén Sierra, y su responsable técnico, Patxi Presa, prometen ir más allá. Su idea es que tres conceptos guíen un nuevo modelo cultural en la ciudad: participación, transformación y sostenibilidad.
«Participación no es sólo abrir votaciones», argumentaba Belén Sierra. «Desde que llegamos al área, hemos trabajado directamente con los responsables de distintas actividades. Por ejemplo, después de reunirnos con las entidades que suelen solicitar txosnas, hemos introducido cambios de acuerdo con lo que nos han sugerido. Lo mismo con la cabalgata de Reyes, el Carnaval». Es por tanto una doble vía, seguir apostando por procesos de elección directa como con los distintos concursos de carteles o los grupos para conciertos de fiestas y aumentar la relación directa con las anetidades que promueven actos y actividades.
Al hablar de transformación, no hay tanto matiz. «Queremos transformar el modelo. Sin dejar de lado las iniciativas consolidadas, queremos abrir nuevos proyectos, como los que ya han ido surgiendo con Irun zuzenean, Irun Faktory o Así suena el cine». Se trata de lanzar propuestas diferentes que lleguen al público, intereses que hasta ahora han estado menos atendidos.
La tercera guía es la de la sostenibilidad porque, efectivamente «nos encontramos en la necesidad de tener que hacer más cosas con menos recursos». Para Sierra, se trata de «buscar colaboraciones, con otras instituciones y con la iniciativa privada. En algunas cuestiones hemos avanzado mucho en la coparticipación, con un modelo que está funcionando bien, como por ejemplo, en Irun Zuzenenan».
Reflexiones
A lo largo de sus explicaciones sobre el camino que debe seguir el área y mientras iban dadndo cuenta de las cifras de actividad del pasado 2012, Sierra y Presa fueron subrayando aquellos aspectos concretos en los que el área de Cultura va a desarrollar una reflexión, «profunda, y que no debe quedarse sólo en el área, sino que debe participar el Consejo Asesor del área» y seguramente también diversas entidades sociales e iniciativas privadas que son, en gran medida, promotoras de actividad cultural en la ciudad.
«En 2012, la media de espectadores para las representaciones escénicas (6 obras de teatro familiar, 13 de adultos, 4 de danza) ha sido de 224 espectadores, menor que en 2011», apuntaba Presa. «Sin embargo, hay espectáculos, como el de Leo Harlem, que se llenaron agotando las entradas mucho antes del día de su celebración». Éste es uno de esos «espacios para la reflexión». Sierra señalaba que «hay que decidir qué queremos. Está claro que la programación cultural no se puede decidir únicamente por el número de espectadores, pero hay que tenerlo en cuenta. Lo que queremos es un debate profundo para establecer una línea estratégica, que tengamos claro hacia dónde queremos ir».
Un proceso similar se avecina para las actividades de la biblioteca. «Funcioanan bien y están muy consolidadas», señalaba Belén. «Cuando llegó al área, a Patxi le llamó la atención la cantidad de cosas que se organizaban desde la biblioteca con tan poco personal». El caso es que «la biblioteca va a afrontar el traslado a las nuevas instalaciones de San Juan. Es un momento para preguntarse, para reflexionar, para decidir cuál debe ser su sentido. No decimos que no deba seguir haciendo lo que hace, pero igual debe enfocar nuevos aspectos, modernizar su propuesta, aprovechar los recursos que le van a dar esas nuevas instalaciones». Según Sierra, el propio personal de la Biblioteca está ya en ello y aseguró que el bibliotecario Iñaki Ceberio, a quien aprovechó para felicitar por su trabajo, «está muy ilusionado ante esta nueva etapa».
Otras reflexiones tienen que ver con el gasto en producción. Tabaldos, sonorizaciones y etcéteras se llevan «más de 80.000 euros sólo en San Marciales. Luego hay que sumar otras fiestas, actividades en los barrios... El Amaia nos cuesta 1.000 euros al día, porque además de mantenimiento y mejoras hay que pagar al personal de taquilla, de entrada, de limpieza, de sonido... Y casi siempre el Ayuntamiento asume los gastos, cuando el acto lo organiza él o cuando lo lo hace alguna entidad de la ciudad y es gratuito o existe un convenio».
Esos procesos no serán obstáculo para que en este 2013 se desarrollen nuevas acciones que van desde el impulso a Irun Faktory o Irun Zuzenean hasta recuperar las Aulas de Cultura DV o acercar a Irun el Encuentro de Escritoras de Donostia.
