La sentencia del Tribunal Supremo que se dio a conocer la semana pasada invalidaba la incorporación de la Mancomunidad de Servicios de Txingudi al Consorcio de Residuos de Gipuzkoa (GHK por sus siglas en euskera). La comunicación final de esta anulación corresponde al propio Consorcio y el diputado foral de Medio ambiente, Juan Karlos Alduntzin, ya se lo ha hecho saber a los máximos responsables de la Mancomunidad bidasotarra, los alcaldes de Irun y Hondarribia, José Antonio Santano y Aitor Kerejeta, respectivamente. Les ha dejado claro que sí, que Txingudi está fuera del Consorcio guipuzcoano para gestionar los residuos.

Este cambio de paisaje sugiere una lista interminable de preguntas en la que el primer lugar lo ocupa qué va a pasar, digamoslo así, con la recogida de esta noche, ya que GHK es el órgano que, entre otros servicios, se encarga del transporte de la basura desde el Bidasoa a los tres vertederos abiertos que en la actualidad hay en el territorio. En principio, nada cambia de momento.

Según explicaban ayer desde la Mancomunidad, «el servicio de GHK en el ámbito de Txingudi será igual que en el resto de las Mancomunidades de Gipuzkoa». Esto se debe a un convenio entre ambos entes, firmado con carácter preventivo tras la denuncia sobre la incorporación de Txingudi a GHK, que tenía por objeto que ante la posibilidad de una sentencia contraria, Irun y Hondarribia no quedaran desasistidas en cuanto a la gestión de los residuos urbanos.

Esto vale para hoy, pero no queda claro qué va a pasar en el futuro. Ayer el Diputado general confirmaba ante las Juntas Generales de Gipuzkoa que la decisión final sobre la construcción o no de una incineradora para el territorio se tomará en el Consorcio (por lo que Txingudi no podrá opinar ni votar), donde Bildu tiene amplia mayoría. Y en su reunión con los alcaldes, Alduntzin ya les avanzó que su postura sigue siendo contraria a la incineradora.

¿Qué puede hacer ahora Txingudi? Podría intentar reintegrarse en GHK y sumarse a aquello que los miembros del Consorcio elijan, porque su entrada nunca sería anterior a la toma de decisión. Además, ésta probablemente pase por no construir una incineradora. Como primera consecuencia, esto podría suponer tener que pagar el 7% de una indemnización de 24 millones de euros a las adjudicatarias de su construcción, aunque la Diputación negocia con las empresas fórmulas alternativas a ese pago. Y aún no se sabe cuál sería la propuesta foral que sustituiría a la planta en Zubieta. El 30 de junio finaliza el plazo que el Gobierno foral se marcó para estudiar el asunto y es de esperar que de esa reflexión derive una propuesta concreta más alla de la negativa a la incineración. Demasiadas incertidumbres por este lado.

Pero no son pocas las que surgirían si la comarca bidasotarra optase por la otra vía, la de la gestión de los residuos por su cuenta, desvinculada del resto de las Mancomunidades guipuzcoanas. El recuerdo de la contestación social a la propuesta de la incineradora de Zaldunborda, en la zona de Gaintxurizketa, es muy reciente. Aquel debate público dejó muchas heridas que no han llegado a cicatrizar aún. ¿Es posible que se plantee regresar a aquella opción? También cabría implantar aquí el marco de solución que adopte Gipuzkoa, es decir, aún fuera del Consorcio, avanzar en paralelo. Pero de la solución que se plantean en el territorio apenas se sabe, de momento, nada más allá de la implantación del puerta a puerta. Una tercera vía pasa por elaborar un nuevo Plan de Gestión de Residuos Urbanos del Txingudi, cuya principal pega estaría en los plazos, ya que un documento de estas características no se completa de un día para otro.

Las basuras son un problema grave y lo serán más cuanto más se tarde en tomar una decisión, porque la vida útil de los vertederos guipuzcoanos es mínima, especialmente en el de Beasain, donde se depositan actualmente los residuos de, entre otros, Irun y Hondarribia. Tan cierto como que la solución urge, es que la solución debe ser acertada. Ante tanta incertidumbre y la necesidad acuciante de decidir, Santano y Kerejeta anunciaron ayer que abrirán «un proceso de reflexión con todos los grupos municipales sobre el futuro de la gestión de los residuos». Y no hay que olvidar que, para complicar más aún el camino, aquí hay implicados dos Ayuntamientos. No basta con un consenso, hacen falta tres: uno en cada ciudad y otro entre ambas.

En cualquier caso, parece que sería un error que sólo la política participara de este tiempo de reflexión sobre los residuos que ayer anunciaban Santano y Kerejeta. Sea cual sea la decisión final, tendrá aspectos negativos, de eso no hay duda, y será más fácil que la sociedad los acepte si ha participado en ella que si la eligen en su lugar. Hay temas importantes, otros muy importantes y otros en los que hay que poner, sin dudarlo, toda la carne en el asador. Toda.