La Parte Vieja de Irun, entendiéndola en su conjunto, desde la calle Mayor y el entorno de San Juan-Etxeandia hasta la plaza Urdanibia y las calles de su alrededor, era de las pocas zonas de Irun que carecía de asociación vecinal. La tuvo en su día, aquélla que, nada más y nada menos, obligó a replantear la reurbanización de la llamada zona oficial, peleando contra un proyecto residencial en favor de algo más abierto como lo que, finalmente, se ejecutó.

Desde entonces, la asociación se había ido diluyendo hasta desaparecer del todo. Un grupo de gente que se reconoce 'muy diferente' ha puesto en marcha Alde Zaharra-San Juan Auzo Elkartea, un proyecto «abierto a todos los que quieran trabajar por el barrio». Se unen bajo «una misma inquietud latente: no teníamos asociación en el barrio y viendo, por un lado, los proyectos que el Ayuntamiento tenía y, por otro, los problemas de carácter social y de seguridad, tanto en la parte de arriba como en la de abajo, sentíamos la necesidad de agruparnos y de fomentar un sentimiento de barrio común», explica Gorka Álvarez. «Todo arrancó con la iniciativa de un grupo de jóvenes a la que nos fuimos uniendo otros con nuevas inquietudes».

Él es uno de los 16 directivos de la entidad junto a Agurtzane Arzak, Karmen Campo, Koldo Susperregi, Ramón Martínez, Joserra Otaegi, Mako Olazabal, Helena López, Jesús Bengoetxea, Miren Morondo, Nerea Olazabal, Aitor Irazu, Karlos Otsoa, Aitziber Gayoso, Koro Egibar y Jokin Babaze, con este último como presidente. «Gente de todas las edades y de muy diversos tipos», dice Karmen Campo. «Es un grupo muy plural. Al principio nos veíamos muy diferentes entre nosotros, pero la realidad es que compartimos muchas cosas. Está siendo algo muy bonito», asegura.

La directiva se está encargando del arduo proceso de 'papeleos', «pero luego, el funcionamiento será muy abierto, por grupos de trabajo a los que podrán ir todos los socios», explica Otaegi. «Incluso a las reuniones de la Junta podrá venir siempre quien quiera hacerlo».

El proceso para constituir la AVV «ha sido abierto desde el principio, hemos intentado hacerlo de la manera más participativa posible e involucrando a cuanta más gente mejor», señala Álvarez. «Y ha ido bastante bien. En la última asamblea nos reunimos más de ochenta personas», recuerda Mako Olazabal. La AVV ha establecido socios residentes y socios colaboradores, «para dar cabida a mucha gente que, sin ser vecina, también es parte del barrio».

El primer reto, el proyecto municipal de reurbanización de la plaza Urdanibia, les ha llegado «un poco pronto», reconocen. «Pero lo estamos llevando bien. El Ayuntamiento hizo para la asociación una visita a la exposición que explica el proyecto, en la Sala Menchu Gal, y hemos asistido también a las otras tres que ha hecho, escuchando lo que propone hacer y lo que los ciudadanos plantean», comenta Koldo Susperregi.

Ahora han abierto un periodo de «análisis de las virtudes y las carencias del proyecto». Animan a todos los que tengan algo que decir a «enviárnoslo por correo electrónico ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla ) o a pasarse el viernes que viene a las 19.00 horas, por EKT. Eso, aparte de que presenten sus aportaciones a título individual al Ayuntamiento». La asociación, por su parte, quiere insistir en que se respeten y recuperen los elementos característicos del entorno que ya incluye el proyecto ('petrilla', fuente, pilón, arbolado, edificios) y alguno más, como las barras para el ganado, «aunque sea en menor cantidad. Creemos que es un símbolo que debe tener presencia». E igual que el proyecto abre la plaza hacia el antiguo hospital, «debe abrirla también al parque de la Sargía, eliminando la parte más baja del muro».

Más allá de «baldosas bonitas», ponen el foco «en la revitalización comercial, en que el programa para fomentar el comercio que plantea el Ayuntamiento se materialice», comenta Álvarez. «Queremos estar con el Ayuntamiento y ser activos, colaborar en lo que podamos porque revitalizar el barrio es más importante que las baldosas, aunque todo esté estrechamente relacionado».

Esa revitalización, aunque en un sentido más amplio, social y cultural además de económico, «es uno de los objetivos de la asociación. Que éste no sea solo un barrio de poteo». Aún están diseñando las posibles actividades, pero de momento, ya van tomando cuerpo dos. Un concurso abierto para elegir un logotipo para la AVV, que «se celebrará en mayo», y una fiesta de presentación pública de la entidad, «en septiembre, y que, mediante distintas actividades, una las distintas zonas del barrio».

Aunque desde el principio se planteó una asociación muy horizontal y que fomente la participación activa de todos sus miembros, era necesario elegir un presidente que, necesariamente, habría de asumir algunas de las responsabilidades inherentes al cargo. El grupo motor que trabajó en la puesta en marcha de la asociación, eligió para esa tarea a Jokin Babaze, un joven estudiante de Derecho que aún no ha cumplido 25 años, casi como un símbolo del peso que la juventud tiene en este proyecto asociativo. «Tengo ganas de trabajar por el barrio. Presidir la asociación es un reto, pero dispongo de tiempo y muchas ganas. Y, sobre todo, un gran grupo de personas en la Junta y fuera de ella que están muy implicadas».